21/12/2021

Opinión

La influencia del idioma inglés en la colonización cultural argentina

Por: Juan Manuel Aragón
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Algo del idioma inglés y su influencia en la colonización cultural argentina

El inglés tiene características maravillosas. Al decir de quienes lo han estudiado en profundidad se trata de una lengua maleable y a veces muy eufónica, bonita, repleta de vocales.

Fueron posiblemente los norteamericanos quienes inventaron colocar el hipocorístico (el apodo, ¡báh!), en mitad o al principio del nombre y no al final. Nat “King” Cole, suena precioso, lo mismo que Ray “Sugar” Leonard, Earvin “Magic” Johnson, “Sugar” Ray Robinson. Pero así como es simpático en inglés, en castellano suena hórrido, como Carlos “Escopeta” Monzón o Carlos Saúl “Turco” Menem y tantos otros.

No es eufónico, no es bonito y para peor, suena a norteamericano con chicharrón al rescoldo y para peor medio ahumado en la cocina del fuego del rancho. Es una muestra más de la anticultura argentina impuesta por los Antonios, los Juanes, los Pedros, los Luises, los Manuel, a su vez padres de los Brayan, los Kevin, los Llonatan, las Dayanas, las Llenyfer, que odian profundamente y con todo su ser, toda su alma y todo su corazón la cultura argentina, y suponen: si llegó de allá debe ser necesariamente mejor, aunque después deban teñirse de rubios platinados para hacerle creer (a nadie) que efectivamente son Brayan, Kevin, Llonatan, Dayanas o Llenyfer (si Llenyfer se escribe así o no, es cuestión, no tengo ninguna curiosidad en averiguar).

También llama la atención lo siguiente: tipos que se las dan de criollos de ley, usan cinto de cuero crudo, bombachas batarazas, boinas inmensas de colores chillones, se calzan alpargatas, llevan un cuenta ganado como llavero, cada dos palabras largan un “oquei”, ¿en qué quedamos, amigos?

Se tiran de “oquei esto”, “oquei aquello”, “oquei lo de más allá”. Por ahí hasta son argentinos convencidos de que la dominación y el coloniaje empiezan por el idioma, pero repiten la muletilla hasta empiparse.

Rematan sus oraciones con un “oquei” o te dan “el oquei” para hacer tal cosa o andan “oquei” de salud, lo dicen venga o no a cuento, porque queda moderno decirlo. Algunos, para ser más actuales, en vez de “oquei”, dicen “oc”, pero mire usté qué pícaros habían sabido ser, che.

¿Con qué reemplazar esa palabra que, digámoslo, nadie sabe bien qué quiere decir en castellano y pocos conocen su origen en inglés? Ahí está “bueno”, “dale”, “vamos” y el santigueñísimo “meta” y su abreviatura “Mt”, especial para telefonitos de mano.

En fin. Vuele esta hoja en el viento de internet, con la esperanza de causar efecto, aunque más no fuere o fuese, en un solo argentino, para corregir la colonización mental de la que venimos siendo víctimas desde hace mucho. Si uno solo de los amigos a quienes enviaré esta crónica por el telefonito, respondiera “Mt”, empezaríamos de a poquito a revertir una tendencia a creernos inferiores y actuar como tales.

Y ahora, si me disculpan, los dejo, debo ir al corral a dar agua al mancarrón.

Juan Manuel Aragón                   

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