Exclusivo: La nueva versión del cuento del chancho asado

Es un cuento viejo. Aunque resumido, lo va a entender. El hombre se alimenta con pastito, en ocasiones caza una paloma, la despluma, la come. Vive más o menos. De repente se incendia el bosque. Al día siguiente sale a recorrer los alrededores y entre la humareda, descubre un aroma agradable. Han muerto asados, unos chanchos. Se acerca, los prueba, están ricos.

Cuando se acaban, prende fuego a otro bosque, vuelve a hallar chanchos asados. Pero en el tercer bosque quemado no le aparece ni uno solo. Busca un ayudante para arrearlos mientras él prende el fuego. La primera vez le sale bien. Pero la segunda, cuando los chanchos ya están ubicados, se le mojan los fósforos. Contrata a un experto en hacer fogatas.

Al tiempo busca a un especialista en vientos pues debe saber de qué lado soplará para empezar el incendio del lado correcto. Pero cada vez los bosques sin quemarse están más lejos, entonces paga a exploradores que busquen nuevos lugares.

No todos los bosques son iguales, unos se queman de una forma y otros de otra: convoca a expertos forestales, quienes, a su vez, aconsejarán sembrar árboles en los lugares incendiados, para utilizarlos de nuevo, contratando, por supuesto, más expertos forestales. Y sigue tomando gente.

Ya lleva mil trabajadores cuando llega un tipo con una idea genial: construye una pequeña cueva con barro, le pone leña adentro, la enciende, cuando se apaga queda caliente y mete un chancho adentro. Después lo saca y está listo para comer. Su invento se llama horno. El hombre se queda callado, lo mira al tipo y pregunta qué hace con tooodos esos obreros.

Y aquí termina el cuento. Si lo cazó, bien. Si no, lo lamento.

Juan Manuel Aragón

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