13/12/2020

Opinión

Los nuevos medios de comunicación en la rueda de la fortuna

Escribe Juan Manuel Aragón - (Especial para El Diario 24)
Los nuevos medios de comunicación en la rueda de la fortuna | El Diario 24 Ampliar (1 fotos)

Como rueda de sulky, sobre cada vuelta del eje vuelven los rayos, así también regresan los escritos de internet

Como rueda de sulky, sobre cada vuelta del eje vuelven los rayos, así también regresan los escritos de internet y esa eterna pelea entre nosotros, con toda la razón del mundo y aquellos, los equivocados y malintencionados de siempre. Cortá y pegá esto en tu muro así sé si sos uno de mis amigos, al resto lo borraré a vuelta de correo.

Muchos querrían ver sus escritos de internet, “viralizándose” en todo el mundo, como una pandemia de gente dándose cuenta de lo intelijudo que soy. Luego, cuando sean millones de personas siguiéndote, las grandes marcas de ropa pagarán fortunas así te pones una boina con su nombre. Pero te leen los parientes más cercanos, algún amigo mientras piensa “este es tonto o se hace” y de lástima le pone un “Me gusta”, pero solamente para conformarte.

Vienen Instagram, Feibu, Twitter y los trajinan a todos, como siempre ha sido. Uno gana, el resto sabe de su destino perdedor y sin embargo sigue esperando al lado de la ruleta, aunque ya no tenga ni una ficha para jugar. Los dueños de todos los casinos del mundo son los jugadores que perdieron, qué duda cabe. Con ellos se ceba la —mala— fortuna para seguir tirando un poco más.

Y ahí andan, peleándose por, supuestamente, tener posturas antagónicas, pero tanto quienes apuestan a un número, a un color, a una fila, como quienes miran desde afuera haciéndose los otarios, darán de comer a la banca. Son, fueron y serán puntos del dueño de la rueda, atados a una idea repetida en miles de otros sin ni siquiera saber por qué adhieren a una u otra postura. Bocariverean la palabra en devaluados juegos de abalorios que solamente intentan alejarlos de la realidad.

Aunque no se crea, hubo un tiempo de los padres pidiendo por favor a los hijos que no leyeran: “Por ese camino dónde vamos a ir a parar”, les decían al ofrecerles el arado mancera para ayudarlos a ganar el pan de todos los días. Una y otra vez los jóvenes volvían sobre textos alejados de los viejos pensamientos de los mayores. Anote “viejos pensamientos”.

Cuando los libros se volvieron peligrosos y empezaron a tirar tarascones para todos lados, inventaron el cine, primero como pasatiempo hasta convertirlo en fuente y caudal de todo conocimiento. La televisión reforzó el concepto. Internet lo convirtió en una máquina de vivir sensaciones sin mezcla de interioridad o de razón. Antes de eso la democracia venía fogoneando un reemplazo de la verdad como concepto absoluto. Entonces se empezó a votarlo: si se gana, bien, si no, pecho.

Un concepto cualquiera, por medio de la suma de voluntades individuales irá mejorando con el tiempo, sostienen los fieles de esta nueva religión. Ojalá fuera así, la experiencia práctica ha demostrado lo contrario, mal que les pese a los inventores de sus dioses y santones.

Endemientras, el sulky sigue traqueteando los bosques del norte, tirado por las mismas mulas que en 1789 gritaban “Libertad, igualdad, fraternidad”, sólo para hacer creer al tontaje que no eran las mismas ruedas de siempre volviendo una y otra vez sobre los trillados caminos de la razón máxima de las sinrazones.

Los viejos pensamientos están acabados, muertos y enterrados, no sirven ni siquiera como base para formar el mundo por venir. Deberíamos tirar todo abajo y comenzar de nuevo, no con los cimientos sino desde la elección y compra del terreno.

¿Es tarde?, no se sabe.

El que quiera oir, ya sabe.

Juan Manuel Aragón                   

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