¿Y si la solución para la violencia no es más violencia?

Algo estamos haciendo mal: durante años pedimos mano dura para tal o cual delito. A veces las autoridades se han puesto de acuerdo, nos oyeron y aumentaron las penas. Pero no hay caso, che. A quienes los cometen no les importa si les dan uno, veinte o cuarenta años de cárcel. Y siguen.

Insistir haciendo lo mismo, nos llevará siempre al mismo resultado. Si pateo la palanca de arranque de la moto y no pasa nada, mejor debería probar con limpiar la bujía, fijarme si tiene nafta, ver cómo anda el motor. O pasar la vida fracasando.

Si para evitar hinchas matándose en los estadios, vedamos a los simpatizantes ver fútbol cuando su equipo está de visita, estamos en el horno. Es lo mismo decir: “Si mis hijos se amenazan con la muerte, suprimo los cuchillos en casa”. La violencia se instaló en el fútbol y los hinchas seguirán siendo violentos a como dé lugar. En vez de buscar enemigos afuera, los hallan adentro: se pelean entre hermanos del mismo club.

Hay países seguros, se camina por las calles sin temor a un asalto, un robo. Pero no son aquellos con un policía en cada esquina sino los que armaron un esquema de vida en que, para satisfacer sus necesidadesla gente tiene varios caminos sin violencia. Si luego se delinque, no es por un desbalance en la sociedad que los obligó a ello.

Lo más fácil es pedir condenas prolongadas. Sin entrar en el fanático debate de aquellos que proponen la abolición de las cárceles frente a quienes quieren la pena de muerte, quizás sea tiempo de ir pensando en una solución distinta, integral, amplia, justa, solidaria, inteligente, para ir disminuyendo la inseguridad en las calles, sin llenarlas de policías y sin aumentar penas. ¿Usted lo cree posible? Yo también.