09/12/2021

Opinión

COLUMNA

La hora de la reconstrucción

Por Juan Manzur, Jefe de Gabinete de Ministros de la Presidencia de la Nación.

Cuando me propusieron reflexionar acerca de los dos años que cumple nuestro espacio político al frente del Gobierno de la Nación pensé cómo hacer para lograr un tono justo y equilibrado que, por un lado, refleje la visión optimista que tenemos por estos días en relación al crecimiento, la reactivación económica y la generación de trabajo genuino, pero que, al mismo tiempo, ponga blanco sobre negro las enormes dificultades ocasionadas por una deuda contraída por el anterior Gobierno que empobreció al pueblo argentino. Una realidad que se profundizó y llegó a niveles inaceptables durante la pandemia.
No se trata de excusarnos: hay necesidades urgentes que tenemos la obligación de resolver. Con esa convicción trabajé denodadamente durante mis años como Gobernador de Tucumán y el mismo compromiso cumplo con honor ahora que el Presidente de la Nación, Alberto Fernández, me convocó a formar parte del Ejecutivo nacional en el rol de Jefe de Gabinete de Ministros.
Llevamos 730 días de Gobierno, pero a poco de empezar, apenas a 90 días de haber asumido el presidente Alberto Fernández y la vicepresidenta Cristina Fernández de Kirchner, el mundo interrumpió su funcionamiento producto de una situación extraordinaria: la pandemia de Covid-19. La irrupción de un virus desconocido, altamente transmisible, para el que no había vacuna ni tratamiento, ocasionó el más enorme impacto sanitario, social, económico y político que conozcan nuestras generaciones.
En ese momento, el Gobierno tomó una decisión trascendental: cuidar la vida de los argentinos y las argentinas. Se tomaron medidas que uno podría juzgar de antipáticas para disminuir los contagios, también se implementaron una serie de políticas destinadas a sostener y paliar el impacto de la pandemia, como fueron el Ingreso Familiar de Emergencia (IFE), que alcanzó a 9 millones de compatriotas, y el Programa de Asistencia al Trabajo y la Producción (ATP), con el que logramos proteger la capacidad productiva de las empresas.
Hace poco menos de un año, la humanidad y la ciencia alumbraron, felizmente, el principio de solución para esta tragedia global. Apareció la vacuna, la herramienta que nos iba a permitir dar el primer paso firme hacia la salida de la pandemia. Esta se mostró como el medio más seguro y eficaz para prevenir las muertes y las formas graves de la enfermedad, y la Argentina fue de los primeros países en suscribir estas políticas, conseguir el insumo y generar buenos índices de cobertura en la población.
La gestión sanitaria fue esencial para alcanzar la recuperación de todos los indicadores que vemos hoy. Con los inconvenientes conocidos, nuestro país exportará este año algo más de 75.000 millones de dólares, una cifra muy importante que no veíamos desde 2010 y 2011.
La economía está creciendo en torno al 9 por ciento y se han generado más de 300.000 puestos de trabajo. También las Pymes están dando buenas señales de recuperación: la actividad de las pequeñas y medianas empresas creció un 14 por ciento en octubre en términos anuales. A todo esto se suma ahora la reactivación del sector turístico y del gastronómico, con grandes expectativas en el impulso del turismo interno proyectado para la próxima temporada de verano.
Para decirlo de otro modo: los primeros pronósticos indicaban que nuestro aparato productivo tardaría más de tres años en recuperar lo perdido, pero a partir de un diagnóstico acertado y de la decisión de comenzar a montar un modelo basado en la producción y el empleo, lo estamos haciendo junto a los trabajadores y los empresarios en solo un año.
Sabemos que esto no alcanza, que debemos poner más esfuerzo que nunca y seguir trabajando en la recuperación del país, del despegue de las economías regionales, el aumento de las exportaciones y la inclusión de valor agregado a nuestros productos, y también mejorar el poder de compra de los salarios y de las jubilaciones. Es allí y no en otro lado donde comienzan a construirse las expectativas de cada familia argentina por un mejor porvenir. Es ese el primer paso para fortalecer nuestra idea de Nación y de pertenencia a una comunidad.
Es la hora de la reconstrucción. Hace dos años dijimos que veníamos a poner de pie a la Argentina y a cada provincia con una mirada verdaderamente federal, asumiendo un compromiso muy difícil. Hoy, pandemia mediante, sin especulaciones ni excusas, seguimos trabajando día a día para que los argentinos y las argentinas tengan una mejor calidad de vida, empezando por los de abajo para llegar a todos.
Soy profundamente optimista y un convencido del potencial que tiene nuestro país. Será porque soy hijo de inmigrantes y reconozco allí las oportunidades que nos dio esta tierra. Esas oportunidades a lo largo y a lo ancho de la Argentina, pero en un contexto regional y global complejo, son las que tenemos que generar para darle a la Patria un destino de grandeza definitivo.

Cuando me propusieron reflexionar acerca de los dos años que cumple nuestro espacio político al frente del Gobierno de la Nación pensé cómo hacer para lograr un tono justo y equilibrado que, por un lado, refleje la visión optimista que tenemos por estos días en relación al crecimiento, la reactivación económica y la generación de trabajo genuino, pero que, al mismo tiempo, ponga blanco sobre negro las enormes dificultades ocasionadas por una deuda contraída por el anterior Gobierno que empobreció al pueblo argentino. Una realidad que se profundizó y llegó a niveles inaceptables durante la pandemia.

No se trata de excusarnos: hay necesidades urgentes que tenemos la obligación de resolver. Con esa convicción trabajé denodadamente durante mis años como Gobernador de Tucumán y el mismo compromiso cumplo con honor ahora que el Presidente de la Nación, Alberto Fernández, me convocó a formar parte del Ejecutivo nacional en el rol de Jefe de Gabinete de Ministros.

Llevamos 730 días de Gobierno, pero a poco de empezar, apenas a 90 días de haber asumido el presidente Alberto Fernández y la vicepresidenta Cristina Fernández de Kirchner, el mundo interrumpió su funcionamiento producto de una situación extraordinaria: la pandemia de Covid-19. La irrupción de un virus desconocido, altamente transmisible, para el que no había vacuna ni tratamiento, ocasionó el más enorme impacto sanitario, social, económico y político que conozcan nuestras generaciones.

En ese momento, el Gobierno tomó una decisión trascendental: cuidar la vida de los argentinos y las argentinas. Se tomaron medidas que uno podría juzgar de antipáticas para disminuir los contagios, también se implementaron una serie de políticas destinadas a sostener y paliar el impacto de la pandemia, como fueron el Ingreso Familiar de Emergencia (IFE), que alcanzó a 9 millones de compatriotas, y el Programa de Asistencia al Trabajo y la Producción (ATP), con el que logramos proteger la capacidad productiva de las empresas.

Hace poco menos de un año, la humanidad y la ciencia alumbraron, felizmente, el principio de solución para esta tragedia global. Apareció la vacuna, la herramienta que nos iba a permitir dar el primer paso firme hacia la salida de la pandemia. Esta se mostró como el medio más seguro y eficaz para prevenir las muertes y las formas graves de la enfermedad, y la Argentina fue de los primeros países en suscribir estas políticas, conseguir el insumo y generar buenos índices de cobertura en la población.

La gestión sanitaria fue esencial para alcanzar la recuperación de todos los indicadores que vemos hoy. Con los inconvenientes conocidos, nuestro país exportará este año algo más de 75.000 millones de dólares, una cifra muy importante que no veíamos desde 2010 y 2011.

La economía está creciendo en torno al 9 por ciento y se han generado más de 300.000 puestos de trabajo. También las Pymes están dando buenas señales de recuperación: la actividad de las pequeñas y medianas empresas creció un 14 por ciento en octubre en términos anuales. A todo esto se suma ahora la reactivación del sector turístico y del gastronómico, con grandes expectativas en el impulso del turismo interno proyectado para la próxima temporada de verano.

Para decirlo de otro modo: los primeros pronósticos indicaban que nuestro aparato productivo tardaría más de tres años en recuperar lo perdido, pero a partir de un diagnóstico acertado y de la decisión de comenzar a montar un modelo basado en la producción y el empleo, lo estamos haciendo junto a los trabajadores y los empresarios en solo un año.

Sabemos que esto no alcanza, que debemos poner más esfuerzo que nunca y seguir trabajando en la recuperación del país, del despegue de las economías regionales, el aumento de las exportaciones y la inclusión de valor agregado a nuestros productos, y también mejorar el poder de compra de los salarios y de las jubilaciones. Es allí y no en otro lado donde comienzan a construirse las expectativas de cada familia argentina por un mejor porvenir. Es ese el primer paso para fortalecer nuestra idea de Nación y de pertenencia a una comunidad.

Es la hora de la reconstrucción. Hace dos años dijimos que veníamos a poner de pie a la Argentina y a cada provincia con una mirada verdaderamente federal, asumiendo un compromiso muy difícil. Hoy, pandemia mediante, sin especulaciones ni excusas, seguimos trabajando día a día para que los argentinos y las argentinas tengan una mejor calidad de vida, empezando por los de abajo para llegar a todos.

Soy profundamente optimista y un convencido del potencial que tiene nuestro país. Será porque soy hijo de inmigrantes y reconozco allí las oportunidades que nos dio esta tierra. Esas oportunidades a lo largo y a lo ancho de la Argentina, pero en un contexto regional y global complejo, son las que tenemos que generar para darle a la Patria un destino de grandeza definitivo.




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