La conducta de algunos jueces es la peor inseguridad

De las noticias de actualidad se dice que son frívolas, pasan por la superficie de los hechos sin profundizar en sus implicancias, muestran una cara de la realidad, que es, por definición, multifacética, en movimiento. Una actualidad deja atrás a otra, esconde la anterior y supone el recuerdo de asuntos sucedidos hace unos días, aquí mismo, en Tucumán.

Fue en junio, cuando el magistrado Orlando Velio Stoyanoff Isas, titular del Juzgado Civil en Familia y Sucesiones de IV nominación enojado por un incidente con un motociclista, lo persiguió para pegarle y, enfurecido, levantó su moto para luego tirarla al piso.

Ya no cabe reflexionar en lo que hizo el señor juez, situación que repudió, con razón, el ciudadano de a pie, sino en la decadencia de la sociedad, que permite a sujetos así llegar a lugares encumbrados, sorteando los filtros lógicos que se supone que debe pasar alguien para estar en ese puesto.

Debemos hacer un mea culpa por consentir que un integrante del cuerpo de Justicia, juez o empleado de maestranza, exhiba semejante conducta a la vista de sus conciudadanos. Y luego evite las consecuencias penales de su hecho resarciendo monetariamente a la víctima.

Vivimos en una sociedad en peligro, no tanto por los ladrones sueltos, sino por una justicia que toma en sus manos la venganza como arma. Para no caer en la tentación de una nota editorial sobre un individuo que, de otra manera no merece ni el peso del punto final de esta nota, digamos que cuando se cruce a discutir con alguien en la calle, por un problema de tránsito o lo que fuere, cerciórese de que el otro no trabaja en Tribunales. Es gente de temer.

Juan Manuel Aragón

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