02/12/2020

Opinión

Por qué es ofensivo decirse “latinoamericano”

Escribe Juan Manuel Aragón - (Especial para El Diario 24)
Por qué es ofensivo decirse “latinoamericano” | El Diario 24 Ampliar (1 fotos)

Por qué es ofensivo decirse “latinoamericano”

América del Norte es Canadá, Estados Unidos y Méjico. La América del Sur comienza en Colombia y va de ahí hasta el Cabo de Hornos. América Central, como su nombre lo indica queda en el medio y ahí se suelen incluir las Antillas o el Caribe. Hasta ahí todo bien, ningún problema.

Pero a los descendientes de españoles y portugueses, en general, no nos gusta identificarnos con Estados Unidos y el Canadá. También podríamos decir que a ellos no les gusta ser parte del gran continente compartido con nosotros. Hay una tirria mutua, digamos.

Entonces del río Bravo para abajo, decidimos llamarnos de otra manera: es evidente que no nos parecemos a los norteamericanos o a los canadienses. Vistos desde aquí al menos, no somos ni mejores ni peores, sólo distintos. Entonces inventaron que somos latinos, término insultante para todos y especialmente para los mejicanos.

Maximiliano fue el segundo emperador de Méjico, puesto en ese lugar en azarosas circunstancias, digamos, para no hacer largo el escrito. Para justificar, en cierta medida, su trasplante a América, se dijo que era “latino”, como nosotros, aunque era austro—húngaro. Es decir, el nombre “latino” se nos impuso como una obligación. Su “imperio”, si así es dable llamarlo, duró del 28 de mayo de 1864, cuando llegó a Veracruz, hasta el 19 de junio de 1867, cuando lo fusilaron en Santiago de Querétaro. Esos tres escasos añitos bastaron para acuñar un término ofensivo para nuestros oídos.

En una entrevista a Borges, le preguntan algo sobre “Latinoamérica”. El viejo, astuto como pocos, primero se hizo el de no conocer la palabra, y luego recordó que los ingleses llamaban de esa manera despectiva, como “latino”, a todo lo que está cruzando el Canal de la Mancha. Así como los santiagueños llaman “gatos” a los tucumanos y estos les responden “vagos”.

Los latinos, en la antigua Roma, eran una de las tres tribus en que estuvo dividida la ciudad en sus inicios, junto con los sabinos y los etruscos. Luego, los romanos conquistaron el mundo conocido y llegaron a la Hispania, que era toda la península, no solamente España, sino también el Portugal de ahora.

En Hispania hallaron tartesos, celtas, íberos, fenicios, griegos, cartagineses. Luego a España llegaron, como a casi toda Europa, los bárbaros, en este caso los godos. Y en el 711 el reino visigodo fue conquistado por los musulmanes: bereberes, omeyas, árabes y una cantidad apreciable de judíos. Una mezcla de todas estas etnias, más los vascos, conquistó América, desde el centro de Estados Unidos a Buenos Aires y Santiago de Chile.

Ahora sume todas las mezclas, ¿por qué “latinos”?, es decir, ¿qué tenemos de ellos?, ¿qué nos identifica con ese minúsculo pueblo romano? Para peor los italianos no tuvieron nada que ver con la conquista y colonización de América ni aunque Cristóbal Colón hubiera sido genovés, algo que ha sido desmentido definitivamente por estudios serios. Entre otras cosas porque en ese momento Génova era Génova e Italia simplemente no existía.

Ah, les dicen latinos a quienes hablan un idioma que proviene del latín. Pero no es cierto, pues lo desprecian olímpicamente cuando se trata de misas dichas en ese idioma, gente grande y culta se hace la de no entenderlo. Además a lo que no es norteamericano le dicen “latino”, como si todo fuera lo mismo.

Imagine si aquí le dijéramos “gringa” a toda la música de Estados Unidos: ragtime, blues, jazz, swing, rock, bluegrass, country, rythm and blues, doowop, gospel, soul, funk, heavy metal, punk, disco, house, techno, grunge , hip hop. Se ofenderían, ¿no cree? Bueno, para ellos todo lo que se canta en castellano es “latino” y nosotros, felices de la vida. ¡Viva!, nos tienen en cuenta.

La verdad es que el nombre de Hispanoamérica le cabe a esta tierra como anillo al dedo: la provincia romana abarcaba —ya lo hemos dicho, pero lo repetimos—toda la península. Iberoamérica tendría el mismo defecto de los latinos, nos haría parientes de una sola de las etnias habitantes de aquel suelo. La vieja provincia de Hispania, abarca también a los brasileños que, dicho sea de paso, sí tuvieron emperador y era portugués y legítimo.

Hay una especial aversión por España, por un supuesto trato brutal que dieron a los indios, leyenda propiciada por escritores ingleses, holandeses y de otras nacionalidades durante el siglo XVI, cuyo objeto era reducir el prestigio e influencia del Imperio español.

Oiga, esos seres sedientos de sangre y obnubilados por el oro, se casaron con indias legalmente en estas tierras, tuvieron hijos y nietos y muchos de quienes vivimos aquí somos sus descendientes. Si eran bandidos cegados por el oro, ¿a qué establecerse en Santiago, cuando se sabía que no había ni un gramo partido por la mitad?

Pero la misma leyenda no corre para ingleses y franceses, que despreciaron como seres inferiores a los indios de aquellos pagos y los mataron como a perros; al principio fundaron solamente ciudades costeras para expoliar sus riquezas, fueron los más grandes propiciadores de la importación de esclavos africanos a quienes hicieron morir por millones y a sus descendientes solamente les reconocieron su entidad como personas y sus derechos y deberes como ciudadanos, recién después de mediados del siglo XX.

Por eso, nosotros, hispanoamericanos, sobre todo porque no nos gusta parecernos a esa gente.

Juan Manuel Aragón                   

Leer más notas de Juan Manuel Aragón




Recomienda esta nota: