Opinión
El apuro de la gente que pasa los semáforos en rojo
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El apuro de la gente que pasa los semáforos en rojo
¿Adónde van tan apurados los santiagueños que no esperan el verde del semáforo y pasan cuando está en amarillo el de la otra calle?, ¿son médicos yendo a atender a un moribundo?, ¿dejaron la hornalla encendida?, ¿son bomberos acudiendo al cuartel?
No hablemos de los se mandan con el semáforo en rojo —cientos todos los días— pues son un caso perdido. Otros no respetan en absoluto la senda para peatones y, para peor, se paran sobre ella, pegando pequeñas aceleradas, como si estuvieran por comenzar una picada en el parque.
Para el peatón, en muchas calles es más seguro esperar el verde, para recién cruzar la calle. Al menos ahí tiene alguna posibilidad de que no lo prepoteen tirándole el auto encima.
Los motociclistas tienen solamente dos reglas para respetar, estacionar donde corresponde y ponerse casco, a las demás las violan constantemente, no solamente la de los semáforos: pasan por donde quieren, doblan a izquierda o derecha en avenidas, andan a contramano, suben a las veredas, hacen aquello que el vehículo puede hacer.
¿Hay una compulsión al suicidio de quienes manejan un vehículo por la calle? Quizás. O será que los argentinos suponemos que nunca les va a suceder. Es decir, ¿cientos de miles pasan los semáforos en rojo todos los días y vuelven sin un rasguño a su casa, y justamente a mí me va a chocar uno que viene del otro lado confiado en la luz verde? Y sí, cuando te juegas a suerte o verdad, puede haber una bala en el tambor, lista para salir. Y vos, estúpido, justo estabas mirando por el ojo del cañón.
