¿Orgullo colectivo por lo que hizo la Selección Nacional?: ni ahí

Ahora, dicho lo dicho, vamos a por otra cuestión, queridos lectores. El sábado a la noche, se consagró campeona la Selección Argentina de Fútbol. Un logro de jugadores, suplentes, cuerpo técnico.

Ganaron. Es decir, ellos. Usted no ganó ni su vecino ni los de la otra cuadra gritando como locos ante cada avance del seleccionado nacional o sufriendo cuando los brasileros llegaban al área albiceleste. Está muy bien, nos alegramos, son argentinos como nosotros, pero repito, ni usted ni yo ganamos.

¡Ah!, pero nadie nos quita el orgullo, de obtener la copa, pues son argentinos quienes lo lograron. Sí, argentinos, pero ellos. Y repito, su vida, lector, no cambió medio milímetro, salvo si hizo una apuesta o es pariente de un jugador.

Usted es anti argentino, un amargado, un tipo negativo, un Contrera, no mira lo bueno de estos muchachos. Hasta los periodistas les dijeron de todo y pedían de rodillas que alguno no jugara. Oiga, si lo tranquiliza, hable mal de mí, no hay drama. Pero le pido razonar, ¿lo que afirmo es verdad o no?

¿Y qué deberíamos hacer para sentir orgullo?, preguntará usted. Lograr que los chicos coman con la mamá y el papá y no en comedores infantiles, sería magnífico. En el camino podríamos terminar con la falta de trabajo o el laburo en negro o mal pago, luchar por un empleo decente para los cartoneros, encarar el drama de la inseguridad, la tragedia de la deserción escolar. Digo, esos serían verdaderos orgullos de argentinos, pues alcanzarlos nos costaría años y no noventa minutos.

Pero yo estoy orgulloso de la Selección. No hay drama, pero en otros lados a eso le llaman chauvinismo. En polvo, para diluir.

Juan Manuel AragónLeer más notas de Juan Manuel Aragón