Opinión
El maravilloso mundo de antes en medio del bosque
Usted cree en la maravilla del ranchito en medio del bosque, las gallinas bajándose de las plantas, los amaneceres, la cocina de leña, el burrito, la zorra para ir al pueblo, las alpargatas escueleras. Quién pudiera volver, dicen.
Vivía en un rancho repleto de vinchucas que, o le dejaron el mal de chagas o le pasó raspando. Su madre acarreaba agua desde lejos o hachaba palos para hacer fuego. El frío se colaba por los agujeros de su suéter y tenía los labios paspados en invierno. ¿Su tata?, en la arrancada del poroto en Salta, la uva en La Rioja, la manzana en Neuquén, la desflorada del maíz en campos sin nombre del sur de Santa Fe, Córdoba, Buenos Aires.
Vuelva a ver cómo se morían las vacas en otoño, trancadas con algarroba negra o en invierno por falta de pasto. O el león (de cuatro o de dos patas), se comía las cabras, oyendo cómo renegaban de impotencia los grandes.
El pago lo espera con un mechero para alumbrar sus noches, sentado a la mesa con un mate cocido y tortilla: no hay más para cenar, mientras sus padres lo miran satisfechos porque al menos algo está comiendo mientras a ellos les hacen bulla las tripas del hambre.
Componga una chacarera alabando el bosque, las gallinitas, el amanecer, la leña, la zorra, las alpargatas, el hacha, la boca blanca y seca, los viajes del viejo, la hacienda muerta, su madre con los dedos duros de los callos, el mechero, el mate cocido y la tortilla. Cuando termine la primera estrofa no olvide apagar el calefactor tiro balanceado. Si quiera entender, entienda.