Algunas cosas que no deben hacer en el programa de Mirtha

Hoy nos vamos a detener, queridos lectores, en varios detalles bastante molestos del programa de Mirtha Legrand, ahora conducido por su nieta Juana Viale. Mucha gente quizás tiene a este segmento de la televisión como un sinónimo de finura y elegancia, pero no es ni tan delicado ni tan rosas rococó como parece.

El vino, el agua, se sirve del derecho, amigos, no del revés, como lo hacen los mozos que trabajan en el programa, a quienes nadie les dio indicaciones de cómo llenar una copa. La mano derecha, con la botella, debe inclinarse hacia la izquierda, según decían las abuelas de antes, hacia el otro lado significa desprecio.

Los enólogos toman la copa por el tallo: es posible que los dedos calienten un poco la copa y le cambien el sabor al vino, según dicen. Pero eso es para los especialistas que, además, antes de probarlo, se enjuagan la boca con agua para sacarse cualquier otro sabor. Pero si lo invitan, don, como no es especialista tomará la copa por el cáliz, la parte gordita, o sea, que es lo correcto. Mire si va a andar haciendo buches para darse aires de enólogo.

Va otrita. Para brindar no se debe chocar las copas, repito no se debe chocar las copas. Y es de una guaranguería atroz decir “chinchín”, al hacerlas sonar. Lo correcto es levantarla y hacer el amague, como los curas de ahora, que insinúan arrodillarse, pero no ponen la rodilla en tierra. Eso de ir golpeando vidrios con todos, no es necesario.

Después, qué quiere que le diga, es un programa ramplón, un grupo de señoros hablando de lo mismo que dijeron en otros canales, repitiendo las gansadas de quienes odian la política. Por lo menos ahora los invitados dicen lo suyo. Antes, apenas metían un bocadillo en los pocos momentos que la abuela no interrumpía.

Dicen que es lo mejorcito de la televisión argenta. Cómo será el resto.

Juan Manuel Aragón

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