02/01/2017

El mundo

Murió el escritor británico John Berger

Reconocido como uno de los autores más influyentes de su generación, fue también pintor y crítico de arte. G., Siempre bienvenidos y Modos de ver son algunas de sus obras más conocidas.
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Berger falleció en París a los 90 años. Imagen tomada de clarin.com

El escritor, pintor, ensayista y poeta británico John Berger falleció este lunes a los 90 años en Antony, París, según confirmó la directora literaria de Alfaguara, María Fasce, al diario El País de España, tras hablar con una nieta del autor en Francia, quien afirmó: "Il est parti".


Nacido en Londres en 1926, entre sus obras más conocidas están G., Modos de ver, El cuaderno de Bento, Con la esperanza entre los dientes, Siempre bienvenidos, The Seventh Man, Hacia la boda, Puerca tierra y Una vez en Europa. Alfaguara editó hace pocos meses Rondó para Beverly, un homenaje que el autor escribió junto con su hijo Yves para su esposa, fallecida en 2013. En julio de 2006, escribió un artículo titulado En defensa del pueblo palestino, junto con Noam Chomsky, Harold Pinter y José Saramago.


Toda la obra literaria de Berger es el testimonio de alguien que contempla un universo que se desvanece ante sus ojos, ya se trate de la gran pintura europea o de la vida en los pequeños pueblos de la Europa rural. Berger se formó como artista plástico pero se consagró como teórico cuando convirtió en un libro mítico —Modos de ver— una serie emitida en 1972 por la BBC. Lejos de cualquier análisis esotérico, aquel ensayo ilustrado demostró que se podría mantener la fascinación por un cuadro incluso después de rastrear las condiciones materiales en que fue encargado, pintado y expuesto.


El creador británico fue también poeta, guionista de cine y dramaturgo. El diario The Guardian lo definía recientemente como "uno de los escritores más influyentes de su generación".


Tirando de los hilos que Walter Benjamin dejó lanzados en los años treinta, Berger demostró que el marxismo seguía siendo útil como herramienta de análisis cultural. De paso puso de manifiesto que, en manos de un genio, el arte nacido como propaganda —al servicio de un Papa, un rey o un noble— también puede convertirse en una vía de liberación. De eso, pero aplicado al siglo XX, trataba también su primera novela: Un pintor de nuestro tiempo (1958), que daba voz a un artista húngaro exiliado en Londres.


Guionista de varias películas de Alain Tanner, entre ellas Jonás, que cumplirá los 25 años en el año 2000, Berger se consagró como novelista al mismo tiempo que como divulgador del arte. En el mismo 1972 publicó G., una particular versión de los viajes de Casanova que se alzó con el Booker, cuya dotación el escritor compartió con los Panteras Negras. Aquella novela contenía toda una poética literaria que rompía con la narración lineal decimonónica y llenaba sus historias de voces que se superponían y contradecían. Ese es el muy reconocible tono Berger, que alcanzó su máxima cota en De sus fatigas, una trilogía que está entre lo mejor de la literatura universal de finales del siglo XX. Formada por dos libros de cuentos —Puerca tierra y Una vez en Europa— y una novela —Lila y Flag— que retratan la desaparición de la vida rural y el trasvase de los campesinos a las grandes ciudades. Berger vivía en un pueblo de la Alta Saboya francesa y las vidas de sus vecinos, con sus grandezas y mezquindades, podían tocarse en páginas que recuperan la fuerza de la oralidad tradicional sin maquillar la dureza de una vida ganada con las manos.


En 1995, cuando era reivindicado por los indignados del momento y, a la vez, reclamado como experto en los principales museos del mundo —el Prado entre ellos—, el escritor británico dio otra vuelta de tuerca a su obra literaria narrando una historia de amor en los tiempos del Sida: Hacia la boda. Esta vez los derechos de autor de aquel viaje por el viejo continente camino de unos esponsales estaban destinados a los comités de lucha contra el Sida de cada país en que se publicó. Ya fueran enfermos, campesinos, mendigos o inmigrantes, los desheredados de la tierra estuvieron siempre en el centro de la obra de John Berger, que llegó a escribir una novela —King— desde el punto de vista de un perro callejero. Nunca dejó de dibujar, de viajar en moto ni de escribir poemas. Fue el puente entre la gente de a pie y los grandes maestros de la pintura occidental. También la voz de los seres más frágiles, residuos del mundo moderno a los que su obra otorgó una dignidad de reyes.


(cultura.elpais.com)

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