02/03/2017

El mundo

Nuevos restos fósiles hallados podrían indicar el origen de la vida

El descubrimiento demuestra que la vida no necesitó esperar al final del llamado Bombardeo Intenso Tardío para proliferar.
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Las bacterias fueron encontradas en Canadá.

Los fósiles, que se presentan esta semana en la revista Nature, se descubrieron en la formación geológica de Nuvvuagittuq, a orillas de la bahía de Hudson, donde se encuentran algunas de las rocas más antiguas de la Tierra. Son estructuras microscópicas, con apariencia de tubos y filamentos diminutos, similares a las que han creado en épocas más recientes las bacterias que viven junto a fuentes hidrotermales.

Representan “las formas de vida más antiguas identificadas en la Tierra”, escriben los investigadores en Nature. Antes de este descubrimiento, el récord lo ostentaban colonias de microbios que vivieron hace 3.700 millones de años y cuyos fósiles se hallaron en rocas de Groenlandia.

A diferencia de las bacterias encontradas en Canadá, que vivieron en la oscuridad del fondo del mar, los microbios de Groenlandia vivían en aguas superficiales gracias a la energía que recibían del sol. Si se combinan ambos hallazgos, significa que las formas vivas unicelulares colonizaron tanto la superficie como las profundidades del mar utilizando distintas formas de energía desde una etapa muy temprana en la historia de la vida.

El origen de la vida: hallan los restos fósiles más antiguos de la Tierra

Según los resultados de la investigación, tanto la composición química de las rocas de Canadá como un análisis detallado de sus formas indican que corresponden a fósiles de seres vivos. Los tubos y filamentos microscópicos están compuestos de hematita, un tipo de óxido de hierro. Aunque la hematita puede formarse de diferentes maneras, los investigadores argumentan que sólo un origen biológico es verosímil en este caso.

Las estructuras de hematita presentan las mismas ramificaciones características de las bacterias que viven hoy día junto a fuentes hidrotermales submarinas y que también se alimentan de hierro. Además, se encuentran junto a otros minerales que denotan un origen biológico como grafito, apatita y carbonatos. Y, como prueba adicional, los fósiles se encuentran en estructuras minerales esféricas que, en rocas no tan antiguas, suelen contener restos de seres vivos.

Todo ello demuestra que “ha habido microorganismos viviendo junto a fuentes hidrotermales desde el inicio del registro geológico sedimentario; el origen de la vida, por lo tanto, tuvo que ocurrir antes de ese momento”, declara por correo electrónico Dominic Papineau, coautor de la investigación, liderada por el University College (UCL) de Londres y en la que colaboraron científicos del Reino Unido, Estados Unidos, Canadá, Australia y Noruega.

“La vida ya se había vuelto bastante compleja en la época a la que corresponden los fósiles de Canadá, lo que retrasa el origen de la vida en la Tierra cerca del momento de la formación del planeta”, añade Matthew Dodd, investigador del UCL y primer autor del trabajo, también por correo electrónico.

El descubrimiento demuestra que la vida no necesitó esperar al final del llamado Bombardeo Intenso Tardío para proliferar. En esa época, que duró unos 300 millones de años, la Tierra y los otros planetas interiores del Sistema Solar sufrieron múltiples impactos de grandes asteroides. “La idea de que el Bombardeo Intenso Tardío esterilizó la Tierra queda desacreditada. Los impactos de asteroides pueden causar grandes extinciones para los animales. Pero para los microbios sólo causan grandes oscilaciones”, apunta Papineau.

Por otro lado, los fósiles de Canadá indican que la vida pudo surgir primero junto a las fuentes hidrotermales del fondo del océano, donde estaría protegida de los cataclismos de la atmósfera, y evolucionar después en aguas superficiales. O tal vez surgió de manera independiente en el mar profundo y en aguas superficiales. O bien surgió y se extinguió varias veces antes de asentarse definitivamente.

“Es posible que nunca lo terminemos de aclarar”, advierte Fyodor Kondrashov, investigador Icrea en el Centro de Regulación Genómica (CRG) de Barcelona, que no formó parte en la investigación. “El problema es que tenemos una idea aproximada de cómo era la vida hace unos mil millones de años pero no sabemos en absoluto cómo eran las condiciones en la época en que surgió la vida. Podemos hacer inferencias a partir de cómo funciona la vida hoy día, pero hay un límite a lo que podemos llegar a saber del pasado”.

Precisamente por esta dificultad a la hora de escrutar el pasado, destaca Kondrashov, es tan valioso el descubrimiento de los fósiles primigenios de Canadá, ya que “aporta datos concretos sobre una cuestión de la que sabemos muy poco”.





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