11/06/2017

Tucumán

Entrevista a Sara Vallejo

80 años no son nada: la increíble aventura que emprenderá una tucumana con su motorhome

Sara Vallejo recorrerá América del Sur sin fecha de regreso. Con su viaje busca cumplir un sueño, pero también transmitir un mensaje: "A esta edad se puede vivir perfectamente bien y disfrutar igual que cuando tenés 30 años".
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Con su motorhome, Sara Vallejo recorrerá América del Sur sin fecha de regreso. Foto: El Diario 24.

Todos conocemos o hemos conocido a una persona mayor cuyos años cada vez le pesan más, que vive anclada en el pasado y que piensa más en el día de su partida que en todo lo que aún le queda por vivir. Todos nos hemos cruzado alguna vez con alguien así y hemos sentido la impotencia de no saber cómo ayudarla. Pensando en estas personas, que viven sin vivir, es que desde El Diario 24 decidimos hacer esta entrevista.


Un día del año 2016, Sara Vallejo se reúne con sus tres hijos en un bar del Parque 9 de Julio para darles una noticia. Les cuenta de un nuevo proyecto de vida que tiene en mente. Ellos la escuchan, la entienden y aceptan el plan sin reproches.

A partir de ese día, Sara, una abuela ya jubilada que vive en Yerba Buena, comienza a planificar su nueva aventura: salir a recorrer el mundo, sin horarios, rutas, ni metas fijadas.

Para ello, vendió todas sus pertenencias y adquirió un motorhome. Ahora, en la víspera de sus 80 años, Sara ya tiene el vehículo comprado en Estados Unidos y las valijas casi listas. Resta esperar que un barco traslade el motorhome a Uruguay, para desde allí volverse nómade y comenzar un viaje que la llevará por distintos lugares de Sudamérica.


La imagen puede contener: exteriorEl motorhome con el que Sara emprenderá su viaje.


-¿Te acordás el momento en que te surgió la idea?

-A lo largo de mi vida, yo me subí a cuanto vehículo con motor me crucé. Me encantaba sacarme de fotos en motos, en carritos de golf, en cuatriciclos… veía un vehículo diferente a mi autito y me subía para que me saquen una foto. Tengo una colección de fotos.

Un día, a mediados de 2015, estando en Buenos Aires con mi hija Alejandra me dice “ahora lo que te falta es un motorhome”. Y hablamos bastante de la posibilidad de tener uno, pero la idea quedo ahí.

Después, cuando vine a Tucumán, me reuní con mis hijos en el Parque 9 de Julio y les dije que no estaba dispuesta a quedarme en Tucumán como una viejita y que tenía ganas de comprarme un motorhome para salir a recorrer el mundo por donde fuera, sin horarios, sin rutas, sin metas fijadas. Les expliqué que iba a vender la casa, que no les iba a dejar nada, que durante mi vida ya hice todo lo posible por ellos. Por suerte aceptaron los tres, y seguimos hablando del tema por mucho tiempo.

Finalmente este año empecé con la idea de buscar el vehículo y me encontré con que la oferta más conveniente no eran las nacionales, porque eran mucho más caras. Entonces mi hijo Guillermo, el mayor, me dijo “mamá lo compremos en Estados Unidos y lo hacemos traer”.

Lo compramos finalmente y está en EEUU en el puerto de Houston. Estamos esperando que un barco que ya está contratado lo traiga a Uruguay, el punto más cerca adonde lo puedo traer.

-¿Y el motorhome ya está en viaje?

-Todavía no subió al barco, lo está esperando para ‘hacer dedo’ y que lo traigan.

-¿Quiénes van a acompañarte por esta aventura?

-Casualmente, un día conversando vía Facebook con unos amigos de Concordia, me dicen “nosotros vamos con vos”. Ellos también son muy aventureros, ya hicieron un viaje en moto hacia Colombia, así que se entusiasmaron muchísimo y quedamos en que viajo con ellos. Ellos van de Concordia hacia Uruguay. Yo los busco y de ahí salimos de viaje. Ya me encontré con ellos y les mande 11 cajas para equipar el motorhome.


La imagen puede contener: personas sentadas, cocina e interiorEl motorhome con el que Sara emprenderá su viaje.


-¿Llevas algo de acá que te represente Tucumán?

-Algo llevo… pero más que nada llevo la experiencia de vida. Fotos tengo muchas, pero no tiene sentido que las lleve. Quiero contar lo que vivimos, y sobre todo este espíritu mío, de a esta edad seguir viviendo y no decir “acá se terminó la vida, ahora me pongo a tejer o a jugar al buraco, o miro televisión toda la tarde”.

Yo sé que los años de vejez son duros y las señoras se ponen pesadas y les reclaman a sus familiares “que hace dos días que no me llamas”. Eso no quiero. Los quiero mucho a todos, pero cada uno con su libertad. Todos viajan, muchas veces ha ocurrido que no tengo a ninguno de los tres acá en Tucumán y están todos viajando. Ni me preocupo, no estoy pendiente de ellos, para que tampoco estén pendientes de mí.

Y si me extrañan, que me extrañen ellos, yo no los voy a extrañar (risas). El contacto va a ser vía Whatsapp, la tecnología que voy a usar es la misma que hay acá. En la página de Facebook (80 años no son nada) vamos a ir subiendo las novedades. Todos los que vengan conmigo serán copilotos y coautores de la página.

-¿Cómo fueron las reacciones de tus familiares?

-En general fueron de apoyo, todos me dicen loca, por supuesto, pero como no me van a parar, no insisten. Es un poco de familia, mi papá era muy viajador, muy dueño de hacer lo que quiere, entonces una aprendió. Ya hice muchos viajes sola.

-¿Tenés miedos?

-Cuando me preguntan si tengo miedo les respondo que tengo el mismo miedo de que se me caiga el techo de mi casa porque las hormigas hicieron un agujero. Me puede pasar algo en la esquina de mi casa también. Tengo cero miedo y un poco de audacia.


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-¿Te pusiste ninguna meta en el viaje?

-No, como digo siempre, “a donde me lleve el viento”: sin planes ni plazo fijo de volver. A nadie se le acaban las vacaciones, ninguno tiene que volver al trabajo. De acá en más tenemos el resto de la vida si queremos. 

Me interesa ir haciendo paradas, conocer gente, lugares. Ver otros paisajes y reconocer cosas distintas. En este viaje puedo parar las veces que quiera. Nunca me han gustado los viajes en tour, que tenés que llegar a tal hora o levantarte temprano. Yo me levanto cuando quiero y manejo las horas que quiero.

La intención también es difundir la idea que a esta edad se puede vivir perfectamente bien y disfrutar igual que cuando tenés 30 años. No necesariamente se acabó la vida. Por más que te hayas divorciado, se te haya muerto alguien, o tengas los hijos grandes. A mis nietos me encantaría tenerlos conmigo siempre, pero no es sano. Como eso no es posible los veré cuando lo pueda ver, sino me mandarán fotos o haremos video llamada. La tecnología acerca mucho.

Y si un día me enfermo o los extraño mucho no pasa nada, dejo el motorhome estacionado, me tomo un avión y vuelvo. No es imposible volver para atrás en cualquier momento, porque no puedo saber si me va a gustar el viaje si nunca estuve tan lejos por tanto tiempo. Esa es la filosofía de vida, ir probando. Si querés saber si será algo lindo o no, tenés que probar.

-¿Ya definiste el día en que te vas a Uruguay?

-No tengo ni el boleto a Buenos Aires, hasta que no esté arriba el barco y saber cuando llega no puedo tomar esa decisión. Tengo todo listo. Me falta hacer la valija con la ropa nomás, ya tengo las vacunas puestas, tengo el chequeo médico y remedios para dos o tres meses comprados, por las dudas. Estoy bien, feliz y contenta de hacer esto.

-¿Y cómo va a ser la despedida?

-La despedida no me da cosa, seguro voy a largar una lagrimita, porque es lindo saber que te van a extrañar. Pienso hacer varias despedidas, también con las personas que siempre me han acompañado en esta casa: el jardinero, el plomero…. Al vivir sola tenés que rodearte de gente competente, honesta y cariñosa.


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-Hablando del tema de que mucha gente grande se quedan en la casa tejiendo. ¿Qué le podes decir a esas personas?

-Yo no puedo vaticinarle nada a nadie, pero sí les puedo contar mi experiencia, que yo ante cualquier dificultad lo que hago es dar vuelta la hoja. Por ejemplo, me dicen “y vendiste la casa…” Sí, la vendí, ahora puedo pasar por la puerta y ni miro, o si miro no me afecta sentimentalmente como para aferrarme al pasado. Lo mismo con mi ex marido o con la muerte de mis hermanos. Es durísimo, tuve que hacer el duelo, pero lo hago y sigo con mi vida. Y así fue con todos los proyectos que tuve.

El secreto es también renovarse. Yo siempre estoy haciendo miles de cosas. Nunca estoy quieta. Por ahí reniego de mis hijos porque se abusan, “mamá sacame turno para no sé qué, hablá para que me arreglen el teléfono”, me piden, y yo siempre dispuesta a darle una mano a todos. Sé que soy útil para mis hijos y mis nietos y eso me mantiene muy activa.

Además aprendo muchas cosas de la vida, como ver cómo se maneja el banco, la Caja Popular, cómo pagar mis cuentas… hay muchas personas de mi edad o más chicas no tienen la menor idea de cómo se hacen esas cosas sencillas. Se ahogan en un vaso de agua, les parece un mundo, sobre todo las mujeres que están solas. Da pena ver como son inútiles para muchas cosas. Yo soy multitarea, todo puedo hacer. Y no me dejo estar, para nada. Eso es lo que me mantiene viva y bien de salud.

-¿Qué tiene que tener una persona para animarse a hacer un viaje como el tuyo?

-Yo creo que tiene que tener actitud, un poco de audacia, confianza en sí mismo, autoestima alta y buena salud, por supuesto. También plata, pero este viaje tampoco va a costar muchísimo. La inversión inicial si es muy importante, y después el combustible es caro. Pero espero que alguien me ayude a compartir el gasto en combustible. Y lo que yo he pensado hacer es devolver eso en charlas de centros de jubilados u hospitales. Para hablar con personas que están paralizadas por los distintos embates de la vida.

Son cosas que pasan, son normales, pero si uno no aprende a sobrepasarlas se estanca. Pienso que mi ejemplo puede servir para animar a este tipo de personas. Este viaje que estoy por hacer es una opción, pero hay miles.

Lo importante es seguir lo que uno quiere hacer, no estancarse ni tampoco tener todo tan afiladito ni premeditado. Si no llego a determinado punto no me voy a desesperar. No hay que frustrarse por los inconvenientes diarios que uno tiene.

-Te veo andando en el motorhome y subiendo a personas que te hagan dedo, ¿es la idea también?

-Más o menos, tengo una lista de amigos que están anotados para acompañarme. También puede que me encuentre con pasajeros ocasionales. Tengo un ojo clínico para saber quién es buena gente y quién no. Una percepción para saber quién es buena persona, porque también sé que puede ser peligroso viajar con desconocidos.

Además tengo muchos contactos en toda la ruta: en Brasil, Chile, Colombia, Uruguay; amigos que hice en viajes anteriores. Somos una familia viajera y todos tenemos contactos en distintos lugares.

-De esos lugares, ¿hay alguno en especial al que quieras volver?

En general a todos los lugares que conocí me gustaría volver. Pero la idea no es ir especialmente a los que ya fui, voy a priorizar lo desconocido. En esta vuelta por Sudamérica quiero ir a lugares que no conozco. A Bahía y a Salvador seguro voy a ir, son mi segunda casa, es lindo volver. Pero hay muchos otros lugares que no conozco.

-¿Está la chance de ir un poco más arriba de Sudamérica?

Es difícil pasar a Panamá, hay un lugar que se llama el ‘tapón de Darién’ que es una especie de selva donde no se ha podido hacer una carretera por las condiciones físicas del lugar. Por otro lado, toda América Central es políticamente conflictiva, y mis hijos me aconsejaron que por allí no vaya.

Pero nada está definido. Cualquier cosa puede ocurrir, es fantástico esto de no tener límites de nada. La parte económica es lo único que me limitaría, pero la página está en blanco, totalmente en blanco.


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