12/10/2021

Opinión

Algunos músicos populares se creen Elvis Presley, Madonna y Sting

Escribe Juan Manuel Aragón - (Especial para El Diario 24).
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Algunos músicos populares se creen Elvis Presley, Madonna y Sting

Felipe Corpos compuso la música de una chacarera “La Atamisqueña” que, entre sus versos, redactados por Andrés Chazarreta, dice “Atamisqui de chilalo // de miel de palo, doca y mistol // tierra siempre enamorada // dulce y salada, salitre y sol”. A muchos santiagueños, sobre todo a los que viven lejos del pago —y son una mayoría— esa música les alegra el alma con la esperanza de la quizás improbable vuelta. Ahí están, son versos sencillos, sentidos, salidos del alma del hombre.

Entre todos los notorios artistas que llegaron a la fama en la Argentina, además de los folkloristas, se suele citar a diversos autores de tango, bolero, cumbia, rock, pop, jazz, blues, clásicos, religiosos, en fin. En un país que recibió y sigue recibiendo inmigrantes de todos los países del mundo, es lógico que la cuerda artística se haya ido para todos lados, disparando la inspiración de virtuosos que deleitan a las masas desde la aparición del disco de pasta.

De vez en cuando surgen artistas netamente populares, que se elevan por sobre el resto para cantar, por caso, como Atahualpa Yupanqui, “Las penas y las vaquitas // se van por la misma senda. // Las penas son de nosotros // las vaquitas son ajenas”, con una simple profundidad, imposible de hallar en menos palabras.

Ahí está Charly García, diciendo en Canción para mi muerte: “Te suplico qué me avises // si me vienes a buscar // no es porque te tenga miedo // solo me quiero arreglar”. Si a eso le sumamos melodías bellísimas, hay una explicación del por qué de la fama de estos geniales vates argentinos.

Algunos artistas cuando llegaban a un lugar a cantar, previamente conseguían dónde parar, un hotel o la casa de un amigo y después de tocar se iban de farra por ahí, como Carlos Gardel o compartían unos días con los amigos, como Eduardo Falú, Atahualpa y tantos más. Otros, al volverse famosos, siempre después de un arduo camino recorrido, adoptan poses de estrellas norteamericanas de la canción, como Charly García y otros roqueros que, al parecer sienten la necesidad de hacer pedazos los objetos de la habitación del hotel, en una imitación inútil y salvaje. O piden lujos estrafalarios para una sola noche, sólo para mostrar lo que valen. Lo mejor —lo peor— es que lo valen.

Hace poco ha trascendido que un tal Elian Ángel Valenzuela, conocido como “L—Gante”, (encantado, mucho gusto), le rechazaron sus pretensiones en una actuación que debía hacer en Venado Tuerto. Pedía, a saber: un pack de agua mineral natural, dos packs de energizante Monster o Red Bull, un whisky Johnny Walker black (no red), dos champagnes Baron B Rose o Moet Rose, doce vasos de vidrio, cuatro copas de vidrio, una hielera con cubos de hielo, una tabla de quesos y fiambres, sandwiches de miga, dos toallas de mano blancas (nuevas), un espejo cuerpo entero, una PlayStation 4 o 5 con FIFA y Call of Duty, un televisor de 55 pulgadas LED o superior en pulgadas. Al parecer se cree Elvis Presley, Madonna y Sting, todos juntos.

Oiga, el chango tiene 21 años, si el día de mañana llega a ser una estrella de proyección internacional como Palito Ortega, Sandro, Estela Raval, Lito Nebbia o Los Chalchaleros, pedirá una cama de oro con la Kate Winslet incluída, desnuda, depilada y ansiosa esperando su llegada, whisky hecho con agua de Escocia recogida en baldes personalizados, toallas fabricadas con la barba de las cabras de Mahatma Gandhi y que le lleven al Ratón Mikey de Disneylandia, en persona.

Copio y pego, tal cual, una de sus canciones —es un decir— más famosas: “Y le hago que mueva cintura, agarrada de la cadera // pa' meterle con locura, yo traje la verdadera // si querés hacer travesura', gata, ponte bellaquera // sube la temperatura, vamo' a seguirlo ahí afuera, eh”. Si mi hija me llegara a pedir plata para oir semejante engendro, sabré que he fracasado en su educación.

Juan Manuel Aragón

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