14/06/2023

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Nahir Galarza, tras 5 años del juicio: Alucinaciones, sueños premonitorios y su inquietante realidad en prisión

El enigma de Nahir Galarza: su juicio por el asesinato de Fernando Pastorizzo concluye con una condena a cadena perpetua en junio de 2018.

Nahir Galarza es posiblemente un enigma incluso para ella misma. Es un misterio que nadie logra descifrar, como si estuviera perdida en un laberinto de cuatro dimensiones paralelas y nadie pudiera rescatarla. 

Uno de estos aspectos es su mundo onírico, donde encuentra señales en sus sueños. Algunos de estos sueños son telepáticos, según ella misma cuenta, mientras que otros son persecutorios y traumáticos, o incluso con presagios cifrados. A veces sueña con personas desconocidas que luego aparecen en su vida, y ella sigue estos sueños como si le marcaran un camino.

El segundo aspecto es más alucinante: ha declarado que ve a Fernando Pastorizzo, a quien la justicia considera que asesinó con dos disparos el 30 de diciembre de 2017 en Gualeguaychú. 

Dice que puede oler su perfume, siente que la tocan, escucha abrir y cerrar la puerta, e incluso ve a un niño al pie de su cama. Estas afirmaciones se basan en las pericias realizadas por el perito de parte, Enrique Stola, quien es un médico psiquiatra. Parte de sus experiencias oníricas y alucinaciones se reflejan en los poemas que ella misma ha escrito.

El tercer aspecto es su propia realidad: "Me siento liberada", le dijo una vez a Infobae en la Unidad Penal Número 6 de Paraná, donde está cumpliendo su condena a cadena perpetua desde el 3 de julio de 2018. Para ella, la libertad era una especie de cárcel, y llegó a decir que Fernando la consideraba "depresiva" y se creía dueño de ella. 

También reveló haber sufrido abuso sexual por parte de su tío. La prisión definitivamente ha cambiado su destino, pero ella cree en el fondo que se ha vuelto más inteligente y ha adquirido más conocimientos, no solo a través de sus experiencias, sino también mediante el estudio y la lectura. Sin embargo, parece que Nahir no comprende completamente que podría pasar más de 30 años en prisión.

La última dimensión paralela en la que se encuentra Nahir es la realidad misma, y ella trata de sobrellevarla de la mejor manera posible. A pesar de estar rodeada de compañeras, se siente sola, lejos de su madre Yamina, su hermano Aaron y las amigas que le dieron la espalda, además de enfrentar una condena muy dura. 

La fama que ha adquirido Nahir, que recibe cartas, propuestas de hombres e incluso regalos, es quizás la parte que más sufre la joven de 24 años. En una ocasión, ella le dijo a Infobae: "Siento que me vigilan todo el tiempo".

Podemos pensar en Nahir como una matrioshka, ya que existen varias versiones de un crimen que comenzó a juzgarse hace cinco años en el Tribunal Oral en lo Penal de Gualeguaychú, con la participación de los jueces Mauricio Derudi, Arturo Exequiel Dumón y Alicia Vivian. 

Durante el juicio, Nahir declaró durante más de dos horas, pero tuvo que interrumpir su relato en varias ocasiones debido a su constante llanto. Afirmó que no tuvo intención de matar a Fernando, y que todo fue un accidente.

Ella explicó: en un momento, cuando él empezó a manejar la moto con las dos manos, "simplemente le quité el arma que él le había robado a mi papá, el arma que estaba encima de la heladera y con la que me había apuntado en el estómago..." 

Además declaró: "íbamos en la moto y cuando él se dio cuenta de que le quité el arma, frenó la moto. Fue en ese momento en que quedé aturdida y ambos caímos al costado. Yo logré levantarme, pero luego volví a sentirme aturdida. Fueron solo dos segundos". 

"No sé cómo describirlo. Mi mente se quedó en blanco, no sabía qué hacer. Sentía como si mi mente se hubiera apagado. Estaba desesperada y nerviosa. No sé cómo explicarlo, ojalá pudiera hacerlo", manifestó Galarza.

Sin embargo, en su primera declaración, realizada horas después del homicidio y con la asistencia de su primer abogado, Víctor Rebossio (quien luego fue reemplazado), Nahir se hizo responsable del asesinato. 

Ahora afirma que fue allí donde se formó su culpabilidad a pesar de ser inocente. Después del juicio, el 7 de enero de 2021, surgió una tercera versión impactante e inesperada. Nahir acusó a su padre, el policía Marcelo Galarza, de haber cometido el asesinato.

La versión es esta, según ellas misma la ha relatado:

Sorprendida, presenció cómo su padre llegaba rápidamente en su automóvil, como si los estuviera siguiendo, hasta las calles de tierra esa siniestra madrugada frente a la casa de su abuela materna. En ese momento, ella estaba en la moto con Fernando. Sucedió el 30 de diciembre de 2017. 

El repentino frenado del auto de Galarza asustó a Fernando, quien frenó bruscamente y cayó de la moto. Nahir tambaleó, pero logró mantenerse en pie. Galarza salió del auto, agarró su arma, que era de su propiedad y la cual utilizaba como policía de Entre Ríos, tuvo alguna conversación con Pastorizzo y le disparó dos veces, tanto de frente como por la espalda.

"Nahir me dijo que no sabía qué hacer, porque todo parecía una película y además no sabía qué hacer con el arma ni entendía lo que había sucedido", declaró Nahir a su abogada en ese momento, Raquel Hermida Leyenda. 

Sin embargo, la justicia no aceptó esa declaración porque el caso ya había sido juzgado. Por esa razón, la defensa tenía la intención de presentar las nuevas pruebas y acusaciones ante la Corte Suprema de Justicia. La Nahir que se mostró en el juicio parecía más fuerte y desafiante que la que decidió conceder su primera entrevista exclusiva a Infobae.

Durante la audiencia en el tribunal, Nahir se acariciaba el cabello, a veces sonreía o hacía gestos difíciles de interpretar, una mezcla entre desafío y nerviosismo. Al comienzo de la primera audiencia del juicio por el asesinato de Fernando Pastorizzo, Nahir Galarza parecía estar desconectada de todo. 

Como una espectadora aburrida, como si la Nahir que mencionaban los jueces y el fiscal fuera otra persona. En la primera audiencia del juicio, que tuvo lugar el 3 de junio de 2018, Nahir se negó a declarar, pero escuchó las dos versiones de los hechos. 

La primera versión fue cuando ella relató cómo había asesinado al joven, y no mostró ninguna reacción. Ni siquiera cuando una mujer desde fuera de la sala la llamó asesina, en un momento incómodo de silencio entre los jueces y las partes involucradas.

Pero su actitud cambió notablemente al escuchar su segunda declaración. En ese testimonio, afirmó que todo fue un accidente: le quitó el arma a Fernando y escuchó una explosión, luego otra. En ese momento, Nahir bajó la cabeza y, cuando los jueces se tomaron un receso, ella salió entre lágrimas.

Incluso uno de los policías que custodiaba la sala de los Tribunales de Gualeguaychú se sorprendió por las reacciones opuestas que mostró la acusada durante la primera audiencia. "No esperaba que se quebrara, al principio parecía imperturbable. Para mí, no comprende la magnitud de lo que hizo. Aquí han venido asesinos feroces y siempre fueron conscientes de la tragedia", comentó el oficial durante el receso.

Cada lectura, la del crimen narrado sin remordimiento según los investigadores, y la de que fue un accidente, revelaron dos facetas de Nahir. Una que miraba al fiscal con extraña tranquilidad mientras leía que había asesinado a Fernando deliberadamente, apoyando el arma en la espalda de la víctima. 

En contraste, se percibía una especie de máscara en ella cuando le recordaban todo lo que había dicho sobre su novio: que la insultaba llamándola zorra, trola y una desesperada que se acostaba con otros. En ese momento, el juzgado parecía ser la víctima.

Según la acusada, Fernando incluso llegó a apuntarle con el arma en el vientre o le dijo la peor palabra que se le puede decir a Nahir: "depresiva".

Ella volvió a bajar la mirada cuando le recordaron que había afirmado que Fernando tomó la pistola 9 milímetros de su padre, Marcelo Galarza, y mientras la movía desafiante, exclamó: "Mira el arma de tu viejo". Durante el juicio, se mostraron dos versiones de ella: una sonríe o se toca el cabello, y otra llora como una niña perdida en el bosque más oscuro. Incluso hoy en día, parece no poder comprender su propia tragedia.




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