30/11/2019

Opinión

¿Militante?, ¡las pelotas!

Escribe Juan Manuel Aragón - (Especial para El Diario 24, de Tucumán)
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¿Militante?, ¡las pelotas!

Amigo querido, no te ofendas, yo invito a casa a comer lo que me gusta a mí. No es  que no me importen los demás, los aprecio y valoro, pero si empiezo con que a uno no le gusta el pollo, que otro no puede ni ver el chunchuli y que el de más allá toma solamente vino blanco, me vuelvo mono tratando de complacer a todos. Y encima me sales con que no me acordé de que te habías hecho vegano y  que ahora también integrabas la lista de los delicados que se alimentan con dos o tres yuyos. La verdad es que sí me acordé de que me dijiste que eras vegano y no es una ofensa invitarte a comer un suculento asado con costillas, colita de cuadril, chorizos, morcillas, achuras, ensalada de lechuga, pan, vino tinto y de postre, queso y dulce.

Soy de los antiguos y creo que todo bicho que camina va a parar al asador. Mientras no sea cristiano, como carne de yacaré, tiburón, catita, víbora yarará, perro caniche, sábalo, iguana, mono, pavo, grillo, rana y, por supuesto, vaca y gallina. También me alimento con huevos, con lácteos, con harinas blancas refinadas y si la comida no tiene gusto, le agrego sal y generalmente se compone.

No entiendo la nueva moda de que para todo hay que tener una  actitud militante. Es cierto que como de todo, pero no considero una ofensa  que  haya gente que si le ponen una criadilla en el plato le dé impresión. Es su asco, no el mío. En un mundo que odia a los militares de uniforme, desfiles, orden cerrado, carrera mar,charreteras y armas en la mano, creía que decirle a alguien que es  militante de algo, debía  ser una ofensa, pero de un tiempo a esta parte hay militantes del uso de suspensores, de la defensa de las ballenas, del arroz con palitos, de los derechos  de las usapucas, de todo.

¿Qué pasa si me invitas a tu casa a festejar tu cumpleaños y cuando  llego solamente hay ensalada de lechuga y tomate? Nada, porque ya te he dicho que por una  cuestión de educación, pero sobre todo por mi propia supervivencia, me alimento con lo que me ponen en el plato, doy gracias a  Dios por las manos de los cocineros y ruego porque no falte la comida en la mesa de los pobres.

Y no me vengas con que no entiendo nada. Entre los vegetarianos hay estrictos o veganos,  lactovegetarianos,  ovolactovegetarianos,  ovovegetarianos, crudívoros, entre los  cuales hay frutarianos,  vegetalianos,  macrobióticos,  lactocerelianos, frugívoros, eubióticos, granivorianos, semivegetarianos ypescetarianos, cada  uno con un yeite distinto. El asunto es que, en general, no califico a la gente y menos por estas huevaditas. Cada uno que haga de su estómago un candelero y que se morfe la zanahoria que quiera. Es más, no me interesa si son vegetarianos por moda, porque están convencidos de que los animales tienen alma, porque una novia los convenció o porque quieren salvar al mundo de la hecatombe del clima. Ni quiero saberlo.

No te voy a hacer una comida especial cuando vengas a casa a almorzar o cenar y tampoco me voy a ofender si  llegas con el taper repleto de tus hortalizas. Si te digo que esta  noche en casa habrá pizza, pizza, si te digo asado, asado, si te digo ñoquis, ñoquis y si no te digo nada, esperá cualquier cosa. Vos sabrás si venir o no, es cosa tuya, no te obligo ni me molesta que no vengas. Después vamos a seguir siendo chanchos amigos, como corresponde. Cuando te invite, vení, eso sí, siempre y cuando no quieras hacer un escándalo porque, según vos, te falté el respeto invitándote a comer carne de una vaca que hasta hace unos días estaba viva y te miraba desde el corral con sus  ojos rumiantes mientras movía su cola espantándose las moscas. No me importa la actividad de las vacas ni sus quehaceres ni su visión de la vida.

Y  otra cosita: dejá que los  militares se preparen para atacar enemigos, que los políticos discutan por sus ideas y los dirigentes del fútbol se maten por un jugador. Nosotros  somos gente común y corriente, no vamos  a cambiar el mundo y tampoco vamos a pelear entre nosotros por un rabanito o una pechuga de gallina. Somos grandes, déjate de hinchar las pelotas

©Juan  Manuel Aragón - Especial para El Diario 24



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