06/12/2019

Opinión

La vida después del ómnibus

Escribe Juan Manuel Aragón (Especial para El Diario 24, de Tuculandia).
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La vida después del ómnibus

Ahora que ha subido el precio del boleto y dependiendo de dónde vive cada uno, la bicicleta es una de las mejores opciones para gastar menos, hacer algo de gimnasia mejorando el tono muscular y la respiración y conocer algo más el bello Tucumánque no se ve por la ventanilla del ómnibus. Todo dependerá también de cuán peligrosos sean los barrios por los que se debe pasar, por lo que se recomienda una bicicleta que no sea ostentosa —una balona, llamada también “doble caño”— estaría bien y si además se la mantiene un poco sucia, mejor.

Cuantos más sean yendo al trabajo en bicicleta, menos peligro habrá, porque con uno capaz que  los  chorros se animan, pero como son cobardes, si ven una tropa de ciclistas se cagarán en las patas para asaltarlo.

Calculo, a ojo de buen oftalmólogo, que hasta unos 10 o 15 kilómetros es una buena distancia para ir en bicicleta. Si le queda más lejos, en una de esas  haya que pensar otras opciones si no se anima a pedalear tanto, pero si tiene fuerzas y ganas, delé para adelante.

La primera recomendación es que cambie el pico clásico de la rueda, ese que viene con gomín, y haga que en la gomería le pongan de los llamados “de moto”, porque dura más la inflada  y es más cómodo. Además el inflador cuesta lo  mismo. Otra cosa, pongalé luces, al menos en la parte de atrás si llega a andar de noche y compre una buena cadena; en cualquier bicicleteríahay de todo tipo: Juan Seguro vivió muchos  años.

Si hace mucho que no anda en bici, los primeros tiempos se arrepentirá de su decisión. La primera vez puede ser una experiencia terrorífica. Salga con tiempo y descanse en el camino las veces que sea necesario. Deténgase a respirar unas tres cuadras antes del trabajo así no llega acezando y se hace el canchero con los compañeros.  Al pasar los días va a ver que cada vez le cuesta menos y al final ni sentirá el viaje. Es posible también que al principio le agarren unos calambres que te la vogliodire: cómase una banana por día y aguante los dolores de pierna como macho, pero a los dos o tres días se le pasarán, ya va a ver. No vaya a hacer la locura de subir a San Javier de un tirón, tampoco pavada, amigo.

Cuando el Servicio Meteorológico anuncie lluvia, por las dudas, vuelva al modo colectivo. La primera vez que recurra a lo que fue su antiguo medio de locomoción sentirá que no está en su lugar en el mundo y al verse amontonado como bosta de cojudo, sentirá pena por su antigua vida, no verá la hora de que pase el aguacero para seguir pedaleando.

Después de comprada la bicicleta, el foquito trasero, el inflador y la cadena, no haga cálculos de lo que demorará en amortizarlos, tiene tantos beneficios adicionales que no vale la pena. Ahora, haga caso, póngase una gorrita maleva, revolee la gamba, monte su bicicleta y salga a pedalear.

Hay vida después del colectivo. Y es más linda.

©Juan Manuel Aragón





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