11/12/2019

Opinión

Bandeño olor a tren

Escribe Juan Manuel Aragón (Especial para El Diario 24, de la República Tucumanesa)
Bandeño olor a tren | El Diario 24 Ampliar (1 fotos)

Escribe Juan Manuel Aragón (Especial para El Diario 24, de la República Tucumanesa)

 Hay una especial clase de santiagueños, que a la gente de otro lado no nos entrará jamás en la cabeza. Son los bandeños. Porque usted le pregunta a uno cualquiera de la provincia del mistol si es santiagueño y le dirá que sí, tanto si es de Clodomira, Monte Quemado, Ramírez de Velazco o la Isla Mota. Pero va y le averigua a un bandeño si también es santiagueño y le dirá que no. Con un no bien rotundo, “io soy bandeño”, le va replicar. En los tiempos de antes, en Santiago, orgullosos sabían ser los choyanos, que te lo decían “Gómez, pero de Choya”, como si le hubieran dicho “Grimaldi, de Mónaco”, algo así. Pero en los últimos tiempos se empezaron a destacar los bandeños, con un empaque que hace pensar que han nacido en Suiza, pongalé. Y son bandeños, igual a losvecinos de toda la vida de aquí a la vuelta se creyeran mejores, iguales a los otros mistoleros, pero cruzando el Dulce.

Los santiagueños capitalinos, que saben esto, los cargan: les señalan, no sin algo de razón, que viven en el barrio más grande de Santiago y se enfurecen como si les mentaran a  la madre. Pero cuando más se ofenden es si les dicen: “¡Bandeño olor a tren”. Porque tienen  un orgullo inmenso por haber tenido ferrocarril antes que Santiago, el Mitre, que llevaba a Buenos Aires y venía para Tucumán. Cada vez  que oyen esta expresión, levantan el dedo para mentar al abuelito ferroviario, la perdida gloria del tren verdulero, la sección vías y obras o cualquiera de los otros recuerdos que dejaron los convoyes cargados de frutos del país que enviaban a Buenos Aires todas las noches. Hay que decirlo, las “fincas  perfumadas”, que nombra el conocido  vals de Raúl Trullenque y Saúl Belindo Carabajal, crecieron a la vera de las vías para satisfacer la demanda de alfalfa, mandarinas, sandía, melón, lechuga, tomate de Buenos Aires. Y hubo muchísimas y muy lindas y muy conocidas, sobre todo en el departamento Banda, quizás el más rico de esa provincia. Al clásico del fútbol entre Sarmiento y Central Argentino lo elevaron a la categoría de apoteótico y la rivalidad es más grande que la que existe entre los del Real Madrid y el Barcelona y lo alaban, dándolo por inmenso, aunque pocos vayan a la cancha a mosquetear un partido ni cuando se juega el clásico ni nunca.

Tienen una avenida que se llama la Besares. Bueno, ese Besares fue un militar, nacido cerca de lo que ahora es La Banda, que peleó y murió en la batalla de Ituzaingó, ¡de Ituzaingó!, ¿se da cuenta? No son santiagueños, que peleaban contra los tucumanos en montoneras de morondanga, ellos han participado en una batalla que sale en los libros grandes de historia, mire usté. Pero si les recuerda que según las crónicas ese Manuel Besares  no peleó en la batalla realmente, porque lo mataron a la mañana temprano, cuando los ejércitos ajustaban el alza de los cañones, prepárese para boxearlos o para salir disparando. Aunque la mayoría de los bandeños no pueden señalar en un mapa dónde queda Ituzaingó, porque no tienen ni idea, sienten orgullo por el héroe local, hacen de cuenta que es el abuelito de todos.

Por otra parte festejan el cumpleaños de La Banda y hasta le hacen una gran fiesta porque su año de nacimiento es 1912, pero la famosa batalla de Ituzaingó fue en 1827, por lo que su Besares no eran tan bandeño, pero no lo diga porque lo van a expulsar ipso facto de su sacrosanto suelo.

El resto de la provincia sabe de esta casi tendencia maniática compulsiva negacionista de creerse un principado  aparte, así que cuando salen en delegación a otra parte, siempre dicen, pongalé: “Somos doce santiagueños, perdón, once santiagueños y un bandeño” y lo señalan divertidos. Lo mejor es que a ellos no les molesta, les da orgullo.

Suele darse en casi todos los casos, es el pueblo más chico que le tiene, digamos tirria al más grande y no al revés. Hay argentinos que creen que los norteamericanos se levantan todos los santos días pensando en qué perversidad nueva inventar para nosotros y los bandeños creen que los capitalinos no hacen otra cosa más que idear maldades para hacerles a ellos, pobres  víctimas.

Después son gente normal, ¿no?, se visten igual que cualquiera, almuerzan y cenan lo mismo que todos, van al cine,hacen compras como un hijo de vecino  más y mandan sus hijos a la escuela como cualquier cristiano.

Para ir cerrando esta crónica, si alguna vez visita Santiago del Estero, no deje de pasar por La Banda. Una vez ahí vaya al mercado Unión, Sarmiento y Alem, pregunte cuál es el puesto del Chino Garnica y pida un sánguche de milanesa. Capaz que no se compare con la milanga tucumana, pero son los mejores de tooodo Santiago y también valen la pena, oiga.

©Juan Manuel Aragón





Recomienda esta nota: