11/01/2020

Opinión

De la Revolución Francesa a la selfie

Escribe Juan Manuel Aragón - (Especial para El Diario 24, de Tucumánhameau)
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De la Revolución Francesa a la selfie

La Revolución Francesa impuso las leyes positivas, es decir, es ley lo que es ley y está escrito. Pero antes que la ley, para el liberalismo está el pensamiento, la razón positiva. Que es lo que lleva ala gente a decir “esto me conviene, esto no me conviene” o también “esto es bueno y esto otro malo”. Durante muchos años el hombre pensó en lo más beneficioso para su familia, para él y su comunidad. Usó la razón como fuente de inspiración porque sabía que uno más uno era, indefectiblemente dos, si se preña una vaca va a tener un ternero y llueve de arriba para abajo.

Llegó la Revolución Televisiva y le impuso: “Vamos un paso más adelante, está bien todo eso de la razón, pero tenga en cuenta también sus sentimientos, lo que le viene del corazón”. E impuso la conciencia del sentimentalismo. Cualquiera que le pongan al frente el último televisor de 800 mil pulgadas, plasma humano y control remoto desde la bañadera mientras se friega las partes o desde el patio cuando está preparando un asado, lo pensará dos veces y quizás la conclusión sea: “No me alcanza la plata”. Pero si le insisten: “¿No siente que quedaría hermoso en su living?”, quizás afloje y vaya a sacar un crédito para comprarlo. Otro caso. En una elección política, los candidatos no le piden que piense si debe votarlos o no, sino que sienta que tiene que votarlo. Ahora las tías viejas, en vez de preguntar “a quién piensas que vas a votar”, averiguan “a quién sientes que hay que votar”. Cambió el eje y la propaganda política se hace por senderos muy sutiles que, entre otros lugares aéreos, pasan por los etéreos mecanismos de comunicación que tienen las redes de internetpara penetrar en sus ideas apelando a un sentimentalismo puro y duro.

Ahora la cuestión tuvo una vuelta de tuerca más. Ya no es solamente qué siente, sino cuándo lo sube a las redes, cómo lo sube, a qué hora. ¿Está contento, triste, agobiado, cansado, feliz, dicharachero, audaz, amistoso? Bueno, publíqueloantes de que se le pase, para que sus amigos se enteren al instante. Ponga una foto suya y espere a ver cuántos “Me gusta” consigue. Si son muchos, será alguien exitoso, si hay pocos, revise lo que está haciendo, en una de esas sea un perdedor. O peor que eso, un aburrido.La ultrafenicialógica del comercio lo sabe y averigua qué le gusta para vendérselo sin intermediarios.

Cuando los teléfonos de mano empezaron a tener cámaras fotográficas, a veces más capaces que las mejores de antes, cualquiera podría haber creído que el paisaje se ampliaría, que cada uno tomaría imágenes del lugar en que vive, para mostrarlas al mundo. Hubo un tímido intento en ese sentido, hasta que apareció la “selfie”, que es la foto que toma uno de uno mismo. Las redes se repletaron de esa imagen repetida de miles de personas fotografiándose a más no poder que supuestamente simbolizan lo que es la humanidad, ahí estamos todos. Pero son pobres representaciones de su ego, en la creencia de quien aparece ahí es lo más importante del Universo. Y es el mismo tonto de siempre que supone que su yo interior y profundo vale más que el de cualquier prójimo.

“Seréis como dioses”, le dijo el Diablo a Adán para convencerlo de hacer lo prohibido. Todos alrededor nuestro y nosotros mismos también, ya hemos llegado a ser dioses. Pero si la razón mató a la religión, entonces la Biblia es papel higiénico.

¿Ha visto mi última selfie?

©Juan Manuel Aragón

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