14/02/2020

Opinión

La urgente necesidad de analizar el papel higiénico

Escribe Juan Manuel Aragón - (Especial para El Diario 24)
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La urgente necesidad de analizar el papel higiénico

La Organización de Consumidores y Usuarios analizó 24 modelos de papel higiénico —ocho más que en el 2019— para determinar cuál es la mejor elección y facilitar la vida al consumidor. Esto en Europa, obviamente, donde tienen la vida tan jodidamente solucionada, que ya no saben qué inventar para tranquilizarse los unos a los otros, investigando cuál es la mejor marca del papel para limpiarse el culo.

“¿Eres de Scottex o de marca blanca? ¿Escoges papel higiénico de dos capas o prefieres reciclado?”, pregunta la nota, sin desperdicios, de un diario español.

Luego informa que “todos los productos estudiados por esta asociación son fáciles de encontrar porque se venden en los supermercados”, como si allá  vendieran papel higiénico en talabarterías, joyerías o bares de tapas. Entonces nos enteramos que el papel higiénico de dos capas es el más comprado por los españoles, pero también hay de tres, de cuatro y de hasta cinco capas. Qué maravilla de suavidad para el upiti, se dice uno, que apenas conoce el común y nunca le entró al especial o al súper de luxe. Se analizaron marcas  conocidas como Renova o Scottex, pero también marcas blancas de cadenas como Mercadona o Carrefour.

El papel higiénico mejor valorado en este análisis es el Renova ultra fort. El producto, de cuatro capas, se vende en un paquete de cuatro rollos y obtuvo una calificación de 85 puntos sobre 100. El precio oscila entre los 2 euros con28 y los 2 con 84. A 70 mangos cada euro, son, a ojo de buen cubero, cerca de 200 pesos, ¡cincuenta mangos por rollo, o sea!, ¿qué comen los gaitas?, ¿paellas de oro?, ¿callos a la madrileña de platino?

“Es un papel resistente y con una buena absorción, buena valoración en cuanto a absorción, buena valoración en cuanto a suavidad, tacto y aspecto, la información del etiquetado es bastante completa”, señaló la asociación, ¡ñarda!

Para  analizarlo se enviaron las muestras a un laboratorio. Ahí se ha medido y revisado las características de cada producto, como la cantidad de papel por metro cuadrado o su grosor, detalles que tiene muy en cuenta esa parte de la espalda, cuando cambia su casto nombre. También se ha valorado la resistencia del papel, en seco y en mojado, no vaya a ser cosa.

Esto es lo mejor, también tuvo un panel de usuarios, que evaluó criterios como la suavidad, el tacto, el aspecto de cada muestra y la facilidad de uso, desde que se empieza el rollo hasta que se acaba.

El análisis se ha fijado también en la información de la etiqueta: si se indica el número de capas, la longitud del rollo o el “número de servicios” (“número de servicios”, eso sí que es fino). Además se ha valorado su impacto ambiental: de dónde procede el papel, si la celulosa utilizada viene de bosques gestionados de modo sostenible, si están hechos con papel reciclado y cómo son los paquetes en que se vende.

La verdad,  qué quiere  que le diga, entre tener una  vida  tan, pero tan solucionada que permita analizar y poner puntos  al papel higiénico o andar de tumbo en tumbo  como en la Argentina, sin saber si mañana nos va a alcanzar la plata para comer, prefiero, esto, qué quiere que le diga. Es mierda, sí, con muy mal olor también, pero es nuestra mierda, ¿entiende?, nuestra. La eliminamos con papel medio rasposo que, al final de cuentas es el que mejor limpia. No lo dude.

Má sí, vayan a estudiarse el ojete, gallegos.

©Juan Manuel  Aragón

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