20/02/2020

Opinión

Todos hacen leña del árbol caído, menos los santiagueños que lo hacen monumento

Escribe Juan Manuel Aragón - (Especial para El Diario 24, de Tucumán de la SAT)
Todos hacen leña del árbol caído, menos los santiagueños que lo hacen monumento | El Diario 24 Ampliar (3 fotos)

Todos hacen leña del árbol caído, menos los santiagueños que lo hacen monumento

El 15 de octubre de 1992, un tornado azotó la capital de los santiagueños con fuerza desusada. Quedaron vastos sectores de la ciudad sin luz ni agua, una cantidad enorme de techos volados y árboles caídos por todos lados. En el parque Aguirre, se llevó una gran cantidad de eucaliptos, que venían de 1905, cuando fueron plantados por los  chicos de las escuelas. Eso dio pie a que  se levantara  el que quizás es  el único monumento de la Argentina de un tronco de árbol caído, que recuerda el viento, y de paso cañazo, envía un mensaje político a las autoridades provinciales de entonces.

Ese año gobernaba la ciudad Mario Bonacina, recordado intendente que, entre otras obras, construyó la plaza “Añoranzas”, un gran espacio con escenario y lugar para tres mil personas, especialmente acondicionado para la actuación de músicos y grandes conferencias. Según dicen, dentro de lo que se podía, fue un buen intendente, enfrentado con el gobierno de la provincia de ese entonces, en manos de Carlos Aldo Mujica. El caso es  que los municipales cobraban sus salarios, medio salteado por la demora en recibir los fondos de coparticipación que le correspondían, según recordaban sus  autoridades.

Luego del vendaval, hubo una empresa que, a cambio de la madera que obtuvo,  se ocupó de sacar todos  los  troncos  que habían quedado tirados por el suelo, en el parque Aguirre. Pero  dejó un solo tronco en la mitad de uno de los sectores más concurridos del tradicional paseo santiagueño.

Un año después, el 15 de octubre de 1993, el intendente Bonacina inauguró el monumento al “Tronco Caído” con un monolito que recuerda la fecha: “Un  tornado y la discriminación política son dos castigos que los vecinos de esta capital no se merecen. El pueblo y el municipio así lo anhelan”, dice la  leyenda. Más abajo la  fecha y la  firma de la comuna. Desde ese día, un  tronco caído de eucalipto recuerda  la discriminación política y el tornado que, como se sabe, no es  más que un viento fuerte.

Casos  y cosas,  ¿no?

©Juan Manuel  Aragón

Leer más notas de Juan Manuel Aragón




Recomienda esta nota: