10/03/2020

Opinión

Un sacrificio por toda la tropa

Escribe Juan Manuel Aragón - (Especial para El Diario 24)
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Un sacrificio por toda la tropa

En ocasiones, como esta tarde de marzo, siento que soy el búfalo tonto de la tropa, el que anda solo, dando vueltas, mascando pasto por aquí, cutipando por allá, mostrando a todo el mundo que los leones no lo asustan. Muchas veces he discutido con mis compañeros, siempre les digo que tal vez sea mejor ser cebra, porque sus rayas confunden un segundo a las leonas, que son las que cazan, el tiempo suficiente como para salir disparando. En cambio nosotros somos gordos, fofos, nos salva el hecho de tener astas respetables, de tal suerte que los leones más avezados nos temen, pero solamente por ellas. Y también que somos gregarios, andamos entropados y colaboramos unos con otros cuando nos atacan, mientras las cebras no se animan. Cuando pillan a una de ellas, la que sonó,sonó, no le des más vueltas.

Será porque cuando estaba empezando a crecer, los leones mataron a mi madre, justito en el tiempo que dejaba la teta para pasar a ser un herbívoro hecho y derecho. Será que nunca me gustó andar dando vueltas por el Serengueti buscando pasto tierno. Hasta quise plantarme ante las autoridades para hacerles dar cuenta de que las energías que ganábamos en los pastizales lejanos,  antes las habíamos perdido en la peregrinación hasta llegar ahí, así que por qué no nos dejábamos de caminar y caminar y nos quedábamos quietos en un solo lado. Pero entre nosotros no hay jefes. Cuando se acaba el pasto, empezamos a viajar para hallarlo de nuevo, un hábito que nos viene quizás desde antes de la extinción de los dinosaurios. Vamos como ovejas, detrás del que va adelante, aunque nos lleven arreando al matadero.

Me hubiera gustado ser otro animal, caballo árabe comiendo cualquier cosa en el desierto, sin preocuparme tanto por el pasto y la lluvia o tranquilo jumento aguatero entre los nativos africanos o buitre libre volando por el cielo azul, no sé, hormiga, abeja, veloz cervatillo, jabalí, cualquier cosa menos el cansado búfalo cafre que soy, haciéndose el liberal por la sabana africana.

Pasa que soy mayor ya y cuando nos ponemos ancianos, hacemos un último sacrificio por los más jóvenes. Paseamos solitarios, a imprudente distancia de los demás, cosa que los leones nos olfateen y vengan sobre nosotros, antes que atacar a los más jóvenes, total ya estamos hechos. Allá se acerca una leona, cree que no la he vista. Por el otro lado viene otra, parece más hambrienta. Ahí viene una, está a punto de saltarme encima.

©Juan Manuel Aragón         

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