Matan a un hombre y se emperran en calificarlo por su color de piel

Interrumpimos un momento su lectura de internet para lanzar una breve reflexión. Dicen que Estados Unidos se conmueve en estos días por la muerte violenta de una persona, a manos de la policía: un terrible asesinato, filmado por transeúntes que veían cómo lo tenían al otro tirado en el suelo, pidiendo que no le hagan daño y seguían maltratándolo. Al final llegó la ambulancia, lo llevó, pero murió al rato.

El finado se llamaba George Floyd, era camionero y la responsable de su muerte fue la policía de Minneapolis, tenía 46 años y la policía lo arrestó porque supuestamente había consumido alguna droga ilegal. Su muerte fue injustificada e inhumana.

En el periodismo se dice que hay que usar poco los adjetivos calificativos. Pues en la información debe primar la objetividad y huyendo de la subjetividad. Es decir, el finado era un hombre. Pero toda la prensa, luego de nombrarlo dice que era “afroamericano”: es decir una persona africana que vive en Estados Unidos.

Pero no, el pobre tipo era norteamericano. Nacido y criado en ese país, lo mismo que sus padres, sus cuatro abuelos, sus dieciséis tatarabuelos y así por 10 o más generaciones al menos.

Usted fijesé, en la Argentina matan a un tipo y matan a un tipo, no es un ítaloargentino ni un árabeargentino ni un hispanoargentino. Al menos para el periodismo, en estos casos, somos todos iguales. Nunca se marca quiénes eran los antepasados de una persona injustamente muerta a manos de la policía, una información que a nadie le interesa.

¿Qué tiene de africano ese George Floyd para que lo llamen así?, ¿acaso visitaba mucho el país de sus antepasados?, al parecer no, porque hubiera sido mencionado en la crónica. ¿Hablaba el inglés con acento africano como para que los policías lo confundieran con un peligroso extranjero? No ha sido mencionado, así que tampoco parece probable.

¿Entonces por qué esa cruel discriminación con una persona que además está muerta? Es justamente en el país que ideó muchas de las doctrinas acerca de los derechos civiles, que a un hombre lo califican por sus antepasados remotos. Es posible que el pobre tipo ni siquiera haya sabido de qué lugar exacto del África eran sus antepasados, que no estuviera al tanto de la cultura africana, su vestimenta, sus comidas, su clima. Pero sin embargo todos se emperran en llamarlo “afroamericano”.

Algo se observa detrás de esa discriminación, aunque no se alcanza a verlo bien. Las teclas de la computadora se niegan a escribir que en el país que hizo de la libertad una forma de vida, se señale de esa forma el color de piel de un ciudadano como todos los demás. Y que nadie proteste por el calificativo es aún más aberrante.

Eso era lo que queríamos opinar. Muchas gracias por la atención y sigan nomás en lo suyo.

Juan Manuel Aragón                   

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