28/11/2020

Opinión

No es imposible erradicar la violencia del fútbol, cuestión de ponerse de acuerdo

Escribe Juan Manuel Aragón - (Especial para El Diario 24)
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No es imposible erradicar la violencia del fútbol, cuestión de ponerse de acuerdo

Hay veintidós tipos divirtiéndose en una cancha de fútbol, bien por ellos. A su alrededor se ha construido un estadio para cobijar a miles de personas viendo a los otros, entretenidos en el campo de juego. Se trata de dos acciones simples en la vida de la gente común. Pero los espectadores de ese partido, deben ser custodiados por policías armados, para que no se golpeen unos a otros cual enemigos declarados.

Algo hemos hecho mal, entonces. ¿Cómo puede creer una persona que, pegándole a otra, fuera del campo de juego, va a influir en el desarrollo del match?, en ninguna cabeza cabe semejante despropósito.

Quienes saben del asunto, sostienen que los hinchas de un equipo de fútbol, se enojan con los de los demás clubes, por no ser como ellos. ¿Entiende?, ¿no? Bueno, se lo explico de otra forma. Los simpatizantes del club “A”, se enojan con los del Club “B”, porque no son del “A”, supuestamente mejor.

Pero, ¡oiga!, hay una irremediable incongruencia en eso. Si todos los hinchas se convencieran del valor de “A”, desaparecerían los demás clubes de la faz de la tierra y se acabaría para siempre el fútbol, chau negocio.

Lo malo o lo bueno de este deporte es, justamente que hay tres resultados posibles y ninguna otra posibilidad. A saber: a) se gana, b) se pierde o c) se empata. Se otorgan tres puntos al ganador cuando lo hay, o un punto a repartirse entre cada uno cuando salen igualados. Al final del campeonato, se suma, y el que más puntos obtuvo es el campeón.

¿Cuál es el problema?

Los hinchas quieren pelearse con los de otros clubes, no les cabe en la cabeza que esos maulas no sean como ellos. Ya lo hemos dicho eso va contra la esencia del fútbol, contra su jugo esencial digamos, pero siguen insistiendo.

Imaginemos por un momento una película de coboi. Se plantea como historia, una guerra de blancos contra indios. Alguno de los bandos va a ganar, es la lógica de ese tipo de cintas. Si los espectadores pelearan a trompadas por el resultado de la contienda del film, usted diría que están locos de remate y si le contara que se debe contratar a la policía así no se agarran a los cascotazos, supondría que es un asunto de locos de atar.

Bueno, algo más o menos parecido sucede en este caso.

Alguien ha definido el fútbol como “dinámica de lo impensable”. Muy bien. Eso quiere decir, entre otras cosas, que el último en la tabla puede ganarle al primero y muchas veces lo ha hecho. No tiene lógica. ¿Para qué voy a ir a la cancha a esperar el triunfo del equipo de mi barrio?, ¿no sería más productivo ir con el espíritu abierto, a ver un hermoso espectáculo, aunque pierdan los jugadores del club de mis amores?

Extirpar a los hinchas fanáticos del fútbol, es tarea que muchos reclaman a los dirigentes de los clubes, como una necesaria advertencia, pues —dicen— el ejemplo debe venir siempre de arriba. Y no es así, amigos.

Si todos los hinchas del mundo, durante un solo fin de semana le dieran la espalda a sus transmisiones por televisión, ese solo hecho bastaría para que los dirigentes, ante la pérdida de millones de dólares para sus clubes y sus propios bolsillos, erradiquen definitivamente de sus estadios a los violentos fanáticos, golpeadores, con ansias asesinas y sedientos de sangre, malos bichos, personeros del diablo.

Claro, se tendría que poner de acuerdo muchísima gente para intentar esta movida. Pero alguna vez, quienes somos espectadores pasivos, deberíamos tomar la iniciativa de probar una acción más pasiva aún, para mover a los opulentos dirigentes del fútbol a hacer algo bueno. Una resistencia sin violencia, a lo Mahatma Gandhi, silenciosa.

Si lo intentáramos…

Otro sí digo. Estaba terminada la nota cuando me percaté de un hecho. Si hay gente queriéndose agarrar a las piñas voluntariamente, sin estar coaccionada para tal fin, ¿por qué el resto de la sociedad debe evitarlo?, ¿no sería mejor juntarlos a todos en un estadio así se matan tranquilos?, ¿no sería parecido al boxeo en algún punto? En una de esas sería una solución un poquitín extrema, pero efectiva. Quién sabe.

Juan Manuel Aragón                   

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