19/01/2022

Opinión

El chupín de bagre, exquisito manjar santiagueño

Escribe Juan Manuel Aragón - (Espacial para El Diario 24)
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El chupín de bagre, exquisito manjar santiagueño

No es una receta santiagueña fácil, la de chupín de bagre, se debe tener la suerte de que un amigo pescador le traiga unos cuantos del Dulce o del Salado. Su demanda es superior a la de cualquier otro bichito del agua en esta bendita provincia. Ahora no se consigue en el mercado de Santiago, pero al frente del mercado Unión, de La Banda hay unas señoras que lo venden a precios acomodados. Lo traen de Los Quiroga, dicen.

Una buena ama de casa sabe que por lo menos una vez al año deberá hacer un chupín, so pena de que su marido se le mande a mudar con la vecina, vuelva a casa de su madre o peor aún, se vaya a vivir bajo el puente Carretero, solo su alma. Más que su hombre yéndose con otra, a una mujer le enferma sobremanera que no tenga a nadie esperándolo. Ofensa mayúscula.

La receta de casa es la siguiente, dos puntos: en una olla Pirula se ponen dos cebollas cortadas en rodajas., luego, también cortado en trozos más o menos, viene el bagre propiamente dicho. A continuación, el pimiento en finas tiras y finalmente la zanagoria en cortes tipo moneda el tomate (opcional) y la papas en rodajas medio gruesitas. Sal y yuyos varios, a gusto. Luego se pone la olla en la hornalla más chica, en mínimo o en su defecto, si es en cocina a leña, con poco fueguito y unas brasas en la tapa. Dejar hervir el tiempo suficiente, si la papa se ha cocido totalmente, el resto de los ingredientes también están listos. Sacar del fuego y servir.

Al bagre, por supuesto, se le habrá cortado la cabeza y la cola, pues servirán para una buena sopa de arroz y perejil, bien cargada y con mucho ají putaparió.

Una vez servido, colgarse una servilleta en el cogote para degustar este sabroso manjar de la gastronomía aborigen,pues siempre mancha con su abundante jugo. Como el bagre tiene espinas grandes, es recomendable iniciar en su degustación a los niños desde los seis años, cosa que se vayan acostumbrando a la buena mesa. No es bicho peligroso de encarar, como el sábalo.

Los pescados, como se sabe, se acompañan con vino blanco, pero para esta exquisitez además deberá haber abundante pan, ya que al final habrá que sopar el juguito para no dejar ni su mínimo rastro en el plato. Aclaración: si no tiene vino blanco, encare con el rosado, total no es para pintar. Si no hubiera vino, ese día ayune.

Para quienes vienen en el exterior, señor, señora, pueden reemplazar el bagre por otro pescado de río con pocas o bien visibles espinas, cuerito, bigote y flecha. Si no, digan que hicieron una comida parecida, pero solamente parecida, ¿no?, a la receta que damos en esta nota. No denigre su buen nombre alabándose de un chupín, porque el verdadero, único e incomparable se come aquí, en pagos alumbrados en noches estrelladas por la Cruz del Sur y si es posible, a la sombra de un árbol blanco.

¿En serio quiere degustar este plato?

Cuando haga mi mujer, lo invito.

Traiga hambre nomás. El resto ponemos nosotros.

Juan Manuel Aragón                   

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