Opinión
La violencia contra las mujeres no se soluciona con leyes más duras.
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La violencia contra las mujeres no se soluciona con leyes más duras.
Han endurecido las penas para castigar a los violentos, pegadores y asesinos de mujeres y peor se pusieron, casi como una cadena de acción y reacción: más cárcel, más muertes. Luego de que se publicaron las nuevas sanciones, es como si la sociedad hubiera dicho: “Ya está, hicimos lo correcto, dejemos actuar a la ley”. Y a otra cosa mariposa.
Pero igualmente tenemos la sensación de algo mal hecho. Hemos fracasado, si el objeto de esta movida argentina e internacional fue detener la matanza de personas del sexo femenino. Le hemos errado feo.
Más avanzan otras leyes para desactivar la violencia de hombres contra mujeres, principalmente en el campo de la educación, más se aceleran los golpes de manera furibunda, casi torrencial, diríamos.
Como un aporte para la solución del problema, digo, quizás la sociedad debiera incentivar la práctica de los deportes desde la más tierna infancia. No sería mala idea reabrir los viejos clubes de barrio, con profesores idóneos e instalar arcos de fútbol y aros de básquet en plazas, parques, paseos, veredas, baldíos, cortadas, calles de tierra, banquinas, en fin.
Si se contagian del espíritu del deporte, si les gusta caminar, trotar y correr al aire libre, si compiten con alegría, si ganan y pierden contentos, si tienen ganas de mover el cuerpo, es poco probable que los jóvenes quieran ser violentos. Alguien podría opinar de esta propuesta como una estupidez. Puede ser. Pero entonces sigamos haciendo leyes cada vez más duras. Y probemos con recetas fracasadas.
