Opinión
El caso de la cucaracha que no quería caminar
Si un experimento sale bien, no quiere decir que sus conclusiones son acertadas, como lo demuestra un viejo chiste que, hace muchos años hacían circular los profesores universitarios de carreras técnicas.
Un científico agarra una cucaracha, le corta una pata, la pone sobre una mesa, le dice: “Cucaracha, caminá”. Y con dificultad, la cucaracha camina. Anota en una libreta: “Si a la cucaracha se le ordena caminar cuando le falta una pata, camina”. Le corta una segunda pata, la vuelve a poner sobre la mesa, y repite: “Cucaracha, caminá”. Con más dificultad, la cucaracha se mueve nuevamente. Anota: “Si le cortan dos patitas y le ordenan caminar, camina”.
Repite el experimento con la tercera, la cuarta y la quinta pata. Siempre que se las corta, el científico repite la orden: “Cucaracha, caminá”. Al bicho le cuesta cada vez más, pero incluso cuando tiene una sola patita, intenta seguir adelante… y lo logra. Y el científico anota las conclusiones en su libreta.
Entonces agarra y con la yilé, le corta la última patita a la cucaracha. La pone sobre la mesa, le vuelve a ordenar: “Cucaracha, caminá”. Y nada. De nuevo: “Cucaracha, caminá”. Ni un movimiento. Le grita: “Cucaracha, caminá”. Y la otra, ahí, quietita.
Y aquí viene la parte de algunas confusiones de la ciencia. El experimento salió bien, se demostró que, sin sus extremidades, la cucaracha no camina. Pero toma su libreta, da un último vistazo al bicho y anota: “Si a una cucaracha le cortan todas las patitas, se vuelve sorda”.