Opinión
El museo de Atahualpa en Tafí del Valle, la guitarra para turistas
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El museo de Atahualpa en Tafí del Valle, la guitarra para turistas
Salió una noticia: en Tucumán se cerró un museo dedicado a Atahualpa Yupanqui. Qué va a mostrar un museo que no haya dicho en sus poemas. Qué le agregaría a un turista saber si usó este ponchito o llevaba aquellas alforjas en la mula.
Él lo ha dicho mejor: “Si pienso en Tucumán, me encierro en el cuarto del hotel y toco tres zambas. Entonces Tucumán se me agranda y la veo clarita como el agua. Miento, más clarita que el agua”. Su arte era del aire, como toda música.
Veía la provincia en tres zambas, de la misma manera Santiago está en la chacarera, Buenos Aires en el tango, Corrientes en el chamamé. ¿Qué interesa cuál era el funyi del muerto Carlos Gardel, si cada día canta mejor?
La música y la poesía de Atahualpa son los gustos secretos mejor guardados de millones de argentinos y extranjeros, admiradores de su sencillez en el decir y los acordes irrepetibles de su guitarra. Cada cual lleva en su corazón algún verso suyo dándole vueltas si el silencio agranda el repiqueteo del corazón criollo.
Hace unos años anduve por Tafí y sus alrededores: no me gustó. Me pareció fea, repleta de negocios vendiendo chucherías fabricadas quién sabe dónde. Recordé sus versos: “No hablo de esa guitarra // que algunos guitarristas usan // como queridas del oído // de un turista cualquiera”. Y entendí que ese Tafí no era el suyo. Alguien me aconsejó no volver ese día, pues llovía y había derrumbes en el camino. Pateé el arranque de la Zanella para salir huyendo. Prometí no regresar jamás. Hasta ahora he cumplido.
