07/12/2021

Opinión

HAY FUTURO

La carrera espacial argentina: pasado, presente y futuro

Por Dr. Ricardo Sánchez Peña, director de Investigación y Doctorado del Instituto Tecnológico de Buenos Aires (ITBA).

La industria espacial argentina cuenta con una historia y una tradición que
para la gran mayoría es desconocida. La carrera espacial nacional cubre un
período de 60 años. Empezando en 1960 con la creación de la Comisión
Nacional de Investigaciones Espaciales (CNIE) y el Instituto de
Investigaciones Aeronáuticas y Espaciales (IIAE), se logró formar personal
especializado y sentar las bases de este importante avance que fue
incrementando en distintas instituciones de investigación, universidades
nacionales, así como empresas privadas. 
Entre las primeras incursiones, la Argentina, realizó vuelos suborbitales
con un ratón (Belisario) en 1967 y con un mono (Juan) en 1969, que fueron
recuperados en paracaídas. Se lanzaron también cohetes de sondeo desde la
Antártida Argentina y se realizaron colaboraciones con la CNES,
lanzamientos con el Instituto Max Planck de Alemania Federal y con la NASA
desde la base de Wallops Island. 
Entre 1979 y 1984 la CNIE desarrolló diversos proyectos relacionados con el
uso pacífico del espacio: lanzamiento de globos de observación, lucha
antigranizo en la zona cuyana mediante cohetes que colisionaban con las
nubes, teleobservación e interpretación de imágenes satelitales, incluso un
proyecto de desarrollo de energía solar, entre otros. La CNIE tenía una
nutrida cooperación internacional con varios países, entre ellos, Alemania,
Francia, los Estados Unidos y Brasil. 
A mediados de 1980 se creó la maestría en Tecnología Aeroespacial, que
formó a gran parte de los ingenieros que luego desarrollaron, a partir de
la década del 90, la actividad espacial en la Argentina. Adicionalmente,
este personal contribuyó a la formación del personal de INVAP en temas
espaciales, que sería la contratista principal y encargada de la
construcción de satélites dentro del plan nacional.
En 1991, la CNIE pasó a depender de Presidencia de la Nación, que llevó
adelante el plan satelital argentino de estos últimos 30 años, comenzando
con el SAC-B, lanzado en 1996. Fue un satélite de 190kg que sirvió para
formar un equipo de profesionales de la CONAE y de INVAP que adquirieron la
capacidad de diseñar, analizar y construir satélites nacionales.
Lamentablemente, el cohete Pegasus XL no pudo desprender el satélite de su
tercera etapa.
El SAC-A fue un satélite de 68 kg donde se probaron diversos sistemas,
entre ellos un GPS diferencial, con el cual se podía obtener la ubicación y
la orientación de un cuerpo en el espacio. El SAC-C (2000) ya de casi media
tonelada, fue el primero de observación de la Tierra y superó ampliamente
su vida útil prevista, al permanecer en órbita durante 13 años. Sus
imágenes de la Argentina fueron utilizadas por muchos proyectos nacionales
y a pedido de la NASA formó parte de la Constelación Matutina de satélites
de observación terrestre.
Finalmente, el SAC-D, un satélite de 1600 kg, portaba -entre otros
experimentos- el Aquarius de la NASA que midió la salinidad del mar para
entender, en mayor profundidad, el fenómeno del cambio climático. Portaba
también varios experimentos tecnológicos nacionales e internacionales. 
Desarrollar un cohete completo es una tarea enorme que implica mucha
financiación y mucha mano de obra calificada. Una parte fundamental reside
en el subsistema de navegación, guiado y control. A tal fin, se
desarrollaron en el país acelerómetros con el IUA (Córdoba), giróscopos de
fibra óptica con el CIOP (UNLP-Conicet) y un GPS de uso espacial con el
LEICI (UNLP). Estos desarrollos nacionales fueron probados en vuelo como
cargas tecnológicas en la misión satelital SAC-D. 
A comienzos del nuevo milenio, desarrollamos como país un proyecto
pico-satélite MSU-1. Este pesaba poco más de 1 kg y debía ser puesto en
órbita con el formato de los CUBESat. Tenía la particularidad que su
control de orientación estaba basado solo en fuerzas naturales. Este
proyecto nunca se pudo concretar, pero fue un precursor de este tipo de
tecnologías ya que 12 años más tarde se lanzó el primer CUBESat argentino:
el Capitán Beto. 
Más allá de algunos altibajos,  queda en evidencia que la continuidad de
estos últimos 30 años ha permitido que nuestro personal más capacitado haya
permanecido y desarrollado tecnología de punta en el país, como la serie de
satélites científicos, de observación y de comunicaciones de las series
SAC, SAOCOM y ARSAT. Hoy existe un proyecto nacional que encara seriamente
el desarrollo de lanzadores de satélites y que nos permitiría
independizarnos de tener que pagar lanzamientos a otros países. El futuro
del área espacial no tendrá límites en la medida que esta continuidad se
mantenga y el país siga invirtiendo en educación, investigación y
desarrollo tecnológico.

La industria espacial argentina cuenta con una historia y una tradición quepara la gran mayoría es desconocida. La carrera espacial nacional cubre unperíodo de 60 años. Empezando en 1960 con la creación de la ComisiónNacional de Investigaciones Espaciales (CNIE) y el Instituto de Investigaciones Aeronáuticas y Espaciales (IIAE), se logró formar personal especializado y sentar las bases de este importante avance que fueincrementando en distintas instituciones de investigación, universidadesnacionales, así como empresas privadas. 

Entre las primeras incursiones, la Argentina, realizó vuelos suborbitalescon un ratón (Belisario) en 1967 y con un mono (Juan) en 1969, que fueron recuperados en paracaídas. Se lanzaron también cohetes de sondeo desde la Antártida Argentina y se realizaron colaboraciones con la CNES,lanzamientos con el Instituto Max Planck de Alemania Federal y con la NASA desde la base de Wallops Island. 

Entre 1979 y 1984 la CNIE desarrolló diversos proyectos relacionados con eluso pacífico del espacio: lanzamiento de globos de observación, lucha antigranizo en la zona cuyana mediante cohetes que colisionaban con lasnubes, teleobservación e interpretación de imágenes satelitales, incluso unproyecto de desarrollo de energía solar, entre otros.

La CNIE tenía unanutrida cooperación internacional con varios países, entre ellos, Alemania,Francia, los Estados Unidos y Brasil. A mediados de 1980 se creó la maestría en Tecnología Aeroespacial, queformó a gran parte de los ingenieros que luego desarrollaron, a partir dela década del 90, la actividad espacial en la Argentina.

Adicionalmente, este personal contribuyó a la formación del personal de INVAP en temasespaciales, que sería la contratista principal y encargada de laconstrucción de satélites dentro del plan nacional.En 1991, la CNIE pasó a depender de Presidencia de la Nación, que llevóadelante el plan satelital argentino de estos últimos 30 años, comenzandocon el SAC-B, lanzado en 1996. Fue un satélite de 190kg que sirvió paraformar un equipo de profesionales de la CONAE y de INVAP que adquirieron lacapacidad de diseñar, analizar y construir satélites nacionales.

Lamentablemente, el cohete Pegasus XL no pudo desprender el satélite de sutercera etapa.El SAC-A fue un satélite de 68 kg donde se probaron diversos sistemas,entre ellos un GPS diferencial, con el cual se podía obtener la ubicación yla orientación de un cuerpo en el espacio. El SAC-C (2000) ya de casi mediatonelada, fue el primero de observación de la Tierra y superó ampliamentesu vida útil prevista, al permanecer en órbita durante 13 años.

Sus imágenes de la Argentina fueron utilizadas por muchos proyectos nacionalesy a pedido de la NASA formó parte de la Constelación Matutina de satélitesde observación terrestre.Finalmente, el SAC-D, un satélite de 1600 kg, portaba -entre otros experimentos- el Aquarius de la NASA que midió la salinidad del mar para entender, en mayor profundidad, el fenómeno del cambio climático. Portaba también varios experimentos tecnológicos nacionales e internacionales. 

Desarrollar un cohete completo es una tarea enorme que implica mucha financiación y mucha mano de obra calificada. Una parte fundamental resideen el subsistema de navegación, guiado y control. A tal fin, sedesarrollaron en el país acelerómetros con el IUA (Córdoba), giróscopos defibra óptica con el CIOP (UNLP-Conicet) y un GPS de uso espacial con elLEICI (UNLP). Estos desarrollos nacionales fueron probados en vuelo comocargas tecnológicas en la misión satelital SAC-D. 

A comienzos del nuevo milenio, desarrollamos como país un proyectopico-satélite MSU-1. Este pesaba poco más de 1 kg y debía ser puesto enórbita con el formato de los CUBESat. Tenía la particularidad que sucontrol de orientación estaba basado solo en fuerzas naturales. Este proyecto nunca se pudo concretar, pero fue un precursor de este tipo detecnologías ya que 12 años más tarde se lanzó el primer CUBESat argentino:el Capitán Beto. 

Más allá de algunos altibajos,  queda en evidencia que la continuidad de estos últimos 30 años ha permitido que nuestro personal más capacitado haya permanecido y desarrollado tecnología de punta en el país, como la serie desatélites científicos, de observación y de comunicaciones de las seriesSAC, SAOCOM y ARSAT. Hoy existe un proyecto nacional que encara seriamenteel desarrollo de lanzadores de satélites y que nos permitiríaindependizarnos de tener que pagar lanzamientos a otros países.

El futuro del área espacial no tendrá límites en la medida que esta continuidad semantenga y el país siga invirtiendo en educación, investigación ydesarrollo tecnológico.




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