19/04/2022

Opinión

Por qué la abundancia de proteínas empobreció el gusto

Por: Juan Manuel Aragón
Por Juan Manuel Aragón (Especial para El Diario 24)

Si hay algo que ha empobrecido o no ha dejado crecer una auténtica gastronomía argentina, ha sido la facilidad de hallar abundante cantidad de proteínas baratas, durante gran parte de su historia. La carne de res ha tenido poco valor durante muchos años y las exportaciones de cortes sin hueso, pusieron de moda el asado de costillas hasta erigirlo casi en un monumento nacional culinario.

Un falso tradicionalismo provocó que el mejor asado fuera hecho con carne de vaca, aderezado con sal, puesto sobre una parrilla y con fuego de brasas suficiente como para que no se quemara, y saliera jugoso. Hecho a toda velocidad, acompañado solamente con pan y vino, mejor si es tinto y una ensalada de lechuga y tomate que, la mayor parte de las veces ni se toca porque es parte del paisaje de la mesa.

Nos engañamos creyendo que es una comida para encarar en platos de madera, oyendo folklore, con cuchillos grandes, mejor si son tipo facón y si es posible, vestidos de gauchos o, al menos de alpargatas y sombrero aludo. Ah, porque es un invento de los gauchos, le dirán los que más se la dan de sabedores. Se les podría responder que es un descubrimiento del hombre de las cavernas y que entonces debe comérselo con la mano, vestidos con pieles de animales recién cazados y en lugares acondicionados como cavernas.

Nuestro plato emblema, por suerte está dejando atrás el estereotipo campestre y cada día más gente se anima a entregarle otros sabores, ya sea asando verduras al lado de la carne o marinándola con limón y especias de todo tipo. La ensalada ha pasado a ser un plato importante en la mesa de los asados y mucha gente se anima a maridarlo con vinos blancos, rosados o acompañarlo con cerveza u otras bebidas.

La carne de res subió su precio algo más que la inflación, según mediciones del Instituto Nacional de Estadísticas y Censos, lo que ha provocado que muchos argentinos se pasen a la carne de gallina, de cerdo o a otros alimentos. Es de esperar que estos cambios traigan aparejados también otras costumbres y a la hora de comerla, elijamos agregarle sabores que la hagan distinta y funcionen como renovadores de la experiencia de comer asado los domingos en familia o con los amigos.

Mientras no busquemos otras alternativas para salir de la pobreza, seguiremos siendo pobres, solo los tontos eligen una y otra vez el mismo camino, sabiendo que por allí fracasaron.





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