18/05/2022

Opinión

OPINIÓN

Necesitamos herramientas para alcanzar la igualdad real, la de la vida cotidiana

Por Dra. Flavia Massenzio, presidenta Federación Argentina LGBT+, coordinadora de la Defensoría LGBT.

Un 17 de mayo de 1990, la Organización Mundial de la Salud (OMS) eliminó a la "homosexualidad" del listado de "enfermedades mentales" declarando que la "orientación sexual por sí misma no debe ser vista como un trastorno". Fueron años de lucha contra los discursos de patologización de nuestra orientación sexual los que generaron el avance que hoy recordamos.

A pesar de ese gran paso, y todos los que lo prosiguieron, hoy, esos mismos manuales que también catalogaron a la "transexualidad" como "disforia de género", todavía la consideran una "incongruencia", otra forma de patologización de la diversidad. Y no son pocos los discursos de odio que provienen mayoritariamente de sectores relacionados a alguna religión los que siguen considerándonos personas enfermas.

La cultura machista y patriarcal en la que vivimos ha intentado imponer como norma a la cisheterosexualidad obligatoria. Y para imponerla, se ha valido de violentas estrategias. Quienes nos apartamos de esta norma hemos sido señalades como enfermes, como delincuentes y como pecadores. Poco hemos avanzado en esto último.

En este sentido nuestro país cuenta con leyes de vanguardia, como la Ley de Salud Mental y la Ley de Identidad de Género, a través de las cuales expresamente se prohíbe la patologización de nuestras identidades, se prohíben los diagnósticos psicológicos basados en la orientación sexual o identidad de género. En consecuencia, es absolutamente ilegal cualquier terapia "de conversión", como suelen llamar a los tratamientos que dicen "curar la homosexualidad" y que todavía ofrecen algunas clínicas en distintos países del mundo.

Hemos superado la patologización de la diversidad en Argentina, y también la criminalización de nuestras identidades, a partir de la derogación de los artículos contravencionales y de faltas que, hasta el año 2012, nos criminalizaban. Solo quedan discursos de odio basados en creencias religiosas que se presentan como más progresistas pero siguen considerando nuestras prácticas y nuestras identidades como enfermas, generando violencia y discriminación en nuestra vida cotidiana.

Hemos recorrido un largo camino de reconocimientos de derechos, sobre todo durante los gobiernos de Cristina Fernández. La Argentina es, sin lugar a dudas, un país de vanguardia en el mundo en materia de reconocimiento de derechos de la diversidad, pero todavía queda mucho por hacer.

A 32 años de aquel 17 de mayo, nuestro movimiento celebra y reclama la necesidad de contar con herramientas eficaces para trabajar contra la discriminación y alcanzar esa la igualdad real, la de la vida cotidiana, la más importante. La propuesta de las organizaciones de diversidad -como la FALGBT+- es avanzar en la aprobación de dos proyectos que la Marcha del Orgullo en Buenos Aires y muchas ciudades del país reclaman hacen años: una Ley Integral Trans y una nueva Ley Antidiscriminatoria Nacional. El proyecto fue presentado en muchas oportunidades en el Congreso de la Nación, recientemente representado en el Senado. Nos encontramos en el momento histórico y político oportuno para lograr su aprobación; porque la actual legislación debe actualizarse a la luz de los nuevos tiempos y paradigmas; porque debemos avanzar todes en achicar la brecha entre la igualdad jurídica y la igualdad real, para que nuestro país siga siendo un faro de referencia en la región. ¡Conmemoramos un nuevo 17 de mayo celebrando la diversidad y exigiendo el avance hacia la Igualdad REAL!





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