25/09/2022

Opinión

IDEAS

Steve Bannon al frente de la nueva sociedad de Mont-Pelerin: ¿Cómo el neo-fascismo puede ser neo-liberal?

POR RODRIGO LUGONES

The Movement es el nombre que Steve Bannon, ideólogo del trumpismo y asesor estelar de las derechas globales, le dio a lo que podríamos denominar como una “internacional de derecha”, la cual creó luego de ser expulsado de Estados Unidos y radicarse en la Unión Europea.

Entendemos que este “movimiento” pretende redefinir el diseño económico y político del mundo, reorientándolo hacia una extrema derecha liberal y anti democrática. La tesis que aquí vamos a presentar sostiene que este espacio debe ser pensado como una actualización de la sociedad de Mont Pelerin.

Supremacistas blancos reaccionarios y violentos en lo político, neo-liberales en lo económico, quienes están nucleados en The Movement son asesorados por un tanque de pensamiento que planea superar a la sociedad secreta creada por Milton Friedman y Friedrich Von Hayek, difundida principalmente por la Universidad de Chicago y sus “nenes de oro”.

Sus enemigos son dos: la “casta política” y el “Estado”. Sus financistas, fondos buitre y magnates de todo el mundo que ven en los límites legales de los Estados Nación frenos para su voracidad económica.

Basta observar la cercanía de Bannon a Donald Trump, o Guo Wengui, el magnate anti-comunista de origen chino que vive frente al Central Park, (propietario del yate en que se encontraba vacacionando Bannon cuando fue detenido en el marco de la causa que investiga un posible delito de corrupción en la campaña de donación de fondos privados para construir un muro que separe Estados Unidos de México, para entenderlo.

En 2019, Le Monde publicó un artículo donde detalló, quiénes, cómo y de qué manera financian a Bannon. La Vanguardia realizó una síntesis del artículo que copiamos a continuación:“Uno de los protagonistas de la ofensiva es el californiano Robert Mercer, copresidente del hedge fund (fondo de inversión de alto riesgo) Renaissance Technologies, y uno de los grandes donantes de Trump. Mercer y su hija Rebekah ya crearon Breitbart News, el medio digital que dirigió Bannon. Este empresario fundó luego el instituto Gatestone, un think tank concebido para influir en Europa.

Otro de los instrumentos de las campañas es el Rebel Media Group, con base en Canadá, que edita el medio digital The Rebel. Al frente está el empresario Ezra Levant. Recientemente The Rebel envió a Francia a dos periodistas para filmar vídeos sensacionalistas durante las manifestantes de los chalecos amarillos. Ya durante la campaña presidencial del 2017, The Rebel contribuyó a difundir el escándalo denominado MacronLeaks, sobre la filtración de correos electrónicos del equipo del hoy presidente.

Un empresario vinculado a Rebel Media y que paga sueldos de los periodistas es Robert Shillman, de Boston, fundador de la compañía de alta tecnología Cognex Corporation. Su especialidad es fomentar la propaganda antiislámica. Para ello cuenta con el centro Horowitz. El dinero para sus causas fluye a través de múltiples canales, desde fundaciones a becas individuales. Shillman ha sido especialmente activo en Holanda, donde ha dado apoyo al líder ultraderechista Geert Wilders.”

Fue Naomi Klein en su libro, que va acompañado de un interesante documental, titulado: “La Doctrina del Shock”, quien supo unir los alcances de la sociedad de Mont Pelerin, logia secreta que buscó salir del capitalismo industrialista del Estado de Bienestar de Postguerra, al tiempo que intentó combatir el surgimiento de fuerzas revolucionarias socialistas (especialmente en América Latina), aplicando políticas ultra liberales en momentos de extrema confusión ideológica y social en medio de un clima de inestabilidad económica. Llegando incluso a la utilización de la tortura, la sustitución de identidades y la desaparición de personas para lograr tal cometido.

Klein asoció este tipo de métodos a los desarrollados en los albores de la psiquiatría, cuando se aplicaban electro shocks a los pacientes que sufrían algún tipo de padecimiento de salud mental.

El objetivo de la terapia de shock es “poner en blanco” el cerebro, resetearlo. Confundirlo hasta el punto de poder imponer cualquier idea nueva que en otro tipo de contexto sería imposible de aceptar.

El Fascismo, en términos económicos, siempre estuvo ligado a un modelo de tipo productivo. Con un fuerte anclaje en el desarrollo industrial, el régimen de Adolf Hitler, por ejemplo, logró desarrollar la industria alemana como nunca antes lo había logrado ese país en su historia.

La novedad de este tipo de movimientos, que asume diversos rostros a lo largo del planeta (Vox en España, Marine Le Pen en Francia, Víktor Orban en Hungría, Bolsonaro en Brasil, Trump en Estados Unidos, Mateo Salvini y el espacio neo-fascista Hermanos de Italia, en Italia, todos líderes asociados directamente con ideas y agrupaciones neo-nazis con fuerte contenido neo-liberal, o, salvo la experiencia de Trump, liberal anti estatista en sus plataformas políticas) es que combinan simbología nazi, reminiscencias permanentes a fenómenos totalitarios, pero que, en su concepción económica abrevan en un liberalismo de carácter primitivo. Pero, y atención a esto, se paran sobre la materialidad del fracaso de una política populista de izquierda para contener a sectores sociales populares.

Discursivamente nacen buscando resolver una crisis, pero son en verdad un liberalismo asesino del Estado, los impuestos y cualquier tipo de política de restricciones, incluso aquellas que pretenden salvarles la vida a las personas ante una crisis de salud sin precedentes (recordemos la oposición de estos grupos políticos a las medidas sanitarias impuestas en el mundo ante la pandemia del coronavirus, resuena particularmente el neo-logismo: “infectadura”, que ayuda a ilustrar mejor la idea).

Es preciso interpretar estos discursos, no solo a partir de lo que dicen explícitamente, en tanto ordenadores de prácticas sociales y políticas. Si no, además, ver qué formas prácticas asumen las palabras dichas, y que pasa con lo no dicho, lo inconfesable (ilustrando con un ejemplo: Se declaran nacionalistas, pero ¿sus políticas van a lograr el desarrollo económico de las naciones que pretenden representar? ¿O sólo buscan alivianar su contenido explícitamente racista, para ganar y luego aplicar un programa de corte neo-liberal en lo económico y pos-democrático en lo político?)

Hay cuatro signos que deben ser tenidos en cuenta a la hora de analizar el discurso político de las personas que se identifican con la estrategia de Steve Bannon (incluido él mismo):

- Rechazan auto considerarse neofascistas (incluso se posicionan como víctimas de persecución ideológica, y entran en un evidente estado de nerviosismo, cuando se les pregunta al respecto).

- En un gran número de casos, sus asesorados ocultan o desmienten estar trabajando con Bannon

- Todos sus discursos están estructurados alrededor de la idea de interpelar al “hombre común”, “salvar los valores olvidados o perdidos de una nación, para devolverle su grandeza”, etc.

- Dicen buscar realzar una moral nacional desgastada o rota por algún tipo de escenario de crisis reciente, que guarda relación con la realidad.

Existe un dato no menor a tener en cuenta, a los efectos de comprender ésta hipótesis de manera más definida, The Movement debe ser entendido como el “pegamento” que adhiere una forma política reaccionaria, una orientación ultra-liberal casi pre-capitalista (en el sentido estrictamente anti-estatal), y la defensa irrestricta del método populista para construir mayorías que se maravillen con plataformas políticas tan peligrosas para la paz, la libertad y la igualdad como las que sostienen todos los partidos y espacios que lo integran.

El punto de sutura del accionar violento supremacista blanco y neo-fascista, y la economía de libre mercado, entiende Bannon, es el método de persuasión que proporciona la comprensión de los fenómenos populistas.

Bannon se esfuerza por transmitir a sus asesorados el siguiente planteo: No debemos pensar una estrategia clásica, sino, reservar nuestras ideas de fondo y adaptarlas para poder llegar a las masas. Les pide a quienes asesora, explícitamente, que sólo se radicalicen cuando ya hayan tomado el gobierno, de lo contrario estarán condenados a ser outsiders políticos. Lo cual explica su ascenso del Tea Party a la centralidad en la campaña y los primeros años de gobierno de Donald Trump. Su pasaje de la marginalidad de la extrema derecha, hacia la hegemonía y el diseño de una opción de poder real para esa misma extrema derecha. También el cambio discursivo de la política neo-fascista italiana Giorgia Meloni.

Al respecto, larazon.es, publicó en una nota de Soraya Melgizo, donde el profesor de Ciencias Políticas de la Universidad de Florencia, Marco Tarchi, sostiene:

“…que la aparente transformación moderada de Meloni forma parte de una estrategia que aspira a presentar a Hermanos de Italia como un partido capaz de gobernar, al mismo tiempo que responde a una evolución natural de la formación, en sintonía con el camino emprendido en el pasado por el MSI y Alianza Nacional. «Aunque Hermanos de Italia ha polemizado a menudo con Bruselas, su ‘soberanismo’ no ha llegado nunca tan lejos como para exigir la salida de Italia de la UE»”

Steve Bannon suele decir: “Ponle una cara razonable al populismo de derecha, y saldrás electo”. Frase que él mismo considera como el “Teorema de Bannon”.

El recorrido que va de la marginalidad a una estrategia de persuasión de masas, fue el mismo fijado por Hayek y Mont Pelerin. No sólo buscaron fundar una escuela de pensamiento filosófico y político-económico, sino que reclutaron a aquellos que Hayek denominó: “vendedores de ideas de segunda mano”. Se trataba de periodistas, escritores, agitadores y todo tipo de publicistas y difusores de sus ideas que no fueran estrictamente académicos. Minaron así cientos de Estados Nación, medios de comunicación, corrientes de pensamiento económico, partidos políticos, etc.  Fenómeno que Nick Srniceck y Alex Williams estudiaron muy detenidamente en el apartado: “¿Por qué están ganando ellos? La edificación de la hegemonía neo libreral”, de su libro de 2018: “Inventar el Futuro”.

El pasaje de la extrema derecha, de la marginalidad a la hegemonía, debe despertar a los movimientos políticos que defienden la paz y la democracia en primer término, luego buscar consensos más amplios para neutralizar el avance de estos escenarios dramáticos. Estos discursos incluso se desarrollan y sostienen el tipo de acciones que son pergeñadas y llevadas a cabo en sitios webs como 4chan o QAnon. Cloacas digitales que fueron la antesala, por ejemplo, del Ataque al Capitolio, y exponen la rebelión de sectores sociales outsiders, de delgada fortaleza psíquica, pero que de forma organizada pueden llevar adelante atentados feroces (como está demostrado que lo hicieron en Nueva Zelanda, o en el ya mencionado ataque al Capitolio.

El filósofo alemán anti-fascista, Walter Benjamin, solía decía que detrás de cada fascismo hay una revolución fallida, parafraseándolo, podemos afirmar que detrás de cada neo-fascismo hay un populismo de izquierda que falló.




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