27/09/2022

Opinión

MUNDO

La objetividad y la memoria

POR HERNANDO KLEIMANS

“Y una mañana todo estaba ardiendo
y una mañana las hogueras
salían de la tierra
devorando seres,
y desde entonces fuego,
pólvora desde entonces,
y desde entonces sangre.
Bandidos con aviones y con moros,
bandidos con sortijas y duquesas,
bandidos con frailes negros bendiciendo
venían por el cielo a matar niños,
y por las calles la sangre de los niños
corría simplemente, como sangre de niños”.
(Pablo Neruda, “Explico algunas cosas”)
 
Pensaba abundar en datos, citas y demás evidencias de mi plena objetividad.

No hay condiciones para conservar la objetividad. En todo el mundo y en nuestra Patria en especial hay que tomar partido por la estabilidad, la paz, la tranquila coexistencia entre distintos, el desarrollo soberano en el marco del nuevo orden multipolar. Es curioso pero la objetividad se lograr a partir de esta toma de posiciones.

Al parecer, algunos bienaventurados siguen en el mismo limbo de cerrazón informativa y distorción de la realidad que les impidió ver:

Las bombas atómicas en Hiroshima y Nagasaki, las matanzas con napalm en Corea, la salvaje represión francesa en Indochina, el asesinato de Gaitán en Colombia, la invasión a la Guatemala de Jacobo Arbenz, la sangrienta represión británica en la India, el criminal bloqueo a Cuba, las sangrientas campañas belgas en el Congo, los asesinatos de la OAS en Argelia, la brutal represión colonialista en Kenia, Angola, Namibia, la invasión franco-británica en Egipto, la masiva matanza y destrucción de Vietnam, la sangrienta y asesina instauración de dictaduras militares en América Latina, el sangriento bombardeo y desmembramiento de Yugoslavia, la ocupación y destrucción en el Cuerno de África, el sangriento bombardeo y destrucción de Irak, la red clandestina de prisiones de la CIA por todo el mundo, el sangriento bombardeo y destrucción de Afganistán, el sangriento bombardeo y destrucción de Libia, el sangriento respaldo al sangriento extermino en Yemen, el criminal bloqueo a Venezuela, Irán, Corea del Norte, la criminal y clandestina red de laboratorios de guerra biológica por todo el mundo…

Puede que me esté olvidando de algunos episodios. Han sido tantos y tan cotidianos que algunos no se prestan a la memoria. Pero esta es la verdad. A algunos les gustará. A otros no. Siguiendo con las citas, “nunca es triste la verdad. Lo que no tiene es remedio”.

Claro que la moledora de verdades en que se ha convertido la red universal de información: medios, redes sociales, televisión, se ocupa de preparar cuidadosas falsedades, mentiras, distorsiones y directas calumnias y venderlas como la verdad revelada.
Ningún “respetable” medio en nuestro país advertirá sobre los fraguados procesos contra Cristina. Boudou seguirá siendo un dudoso paria de la justicia. El señor Macri, francamente impresentable, seguirá siendo respetado por las grandes cadenas informativas y protegido por tribunos que de probos no tienen nada.

El mismo procedimiento se emplea para no recordar quién es el verdadero autor de todo el listado anterior. Para no observar, al menos, el descarado torrente armamenticio hacia el conflicto en el Donbass. Para no reparar, siquiera, en la insolente y torva conducta de Washington en el mar de China, a casi 13.000 kilómetros de sus costas.

Por el contrario, la deficitaria primera ministra británica Mary Elizabeth Truss, (a) “Liz” conocida como Liz Truss, se pliega entusiasmada a las provocaciones estadounidenses y luego de admitir que podría apretar el botón nuclear, afirma que Londres está listo para trabajar con los aliados, para que “Taiwán pueda defenderse”.

La poco instruida Truss anuncia su disposición a interactuar en primer lugar con los EE.UU., Japón y Canadá para “disminuir la dependencia estratégica” de China por parte de Taiwán y “asegurar una respuesta colectiva a la amenaza de agresión militar por parte de Pekín”.
Bueno, quizá nadie le ha dicho a Liz que existe consenso mundial en torno a la tesis de “una sola China” que proclama Beijing (inclusive del propio Washington) y que, efectivamente, los asuntos de China con su isla son eso, precisamente, asuntos internos en los que Londres no tiene que meter las narices.

No he visto ninguna observación en ese sentido por parte de los grandes medios. Por el contrario, la visión que ofrecen es tratar el asunto como un litigio entre dos países.

Tampoco he visto comentario alguno sobre los desgarradores videos que documentan los salvajes bombardeos ucranianos, con armamento de la OTAN, sobre las ciudades del Donbass o las regiones de Jersón y Zaporozhie. Videos que están a disposición de esos medios, sin ninguna duda.

Bueno, tampoco conozco ninguna condena por parte de la propia Liz o del anciano ocupante de la Casa Blanca. En cambio, son constantes los belicosos llamados que estos dos habitantes temporales de la jefatura de Gran Bretaña y los Estados Unidos, hacen para continuar la guerra “hasta el último ucraniano”.

La verdad es un hecho objetivo que no se presta a interpretación. Puede ser deformada. Puede ser falseada o puede ser temporalmente ignorada. Pero la verdad es una sola y a la larga o a la corta termina imponiéndose. En los últimos tiempos ella dio los primeros inicios de su presencia, trasluciéndose en breves comentarios, estados de ánimo o arrebatos desesperados.

¿Cómo interpretar, si no, el abrupto viaje del presidente francés Emmanuel Macrón a Washington, para interceder ante ese señor de avanzada edad que dice ejercer la presidencia de los Estados Unidos y procurar la modificación del espíritu bélico que anima al anciano. Son muchos miles de millones de euros que está devorando en Francia la crisis provocada por esa línea belicosa.
En el ministerio de Finanzas de Francia reconocieron que la deuda pública del país superará los 3 billones de euros “en las próximas semanas”…

Al mismo tiempo, The Wall Street Journal advierte que comienza a demostrar signos de destrucción el amplio respaldo en el Congreso norteamericano al suministro de ayuda a Ucrania, que se pierde en el agujero negro de la malversación y corrupción que caracteriza al régimen de Kíev. Muchos parlamentarios cuestionan si no sería mejor gastar estos dineros en la resolución de los agudos problemas socioeconómicos que enfrentan los EE.UU., con una inflación que está llegando a los dos dígitos y un enconado enfrentamiento entre facciones políticas que relativamente obedecen a demócratas y republicanos pero que en la práctica ponen al país al borde de una nueva guerra civil.

En el seno del propio régimen de Kíev, ya inmerso en sordas luchas internas, comienza a ganar terreno la percepción de la derrota tanto en el campo militar como en el político, en el marco de una descomunal deuda externa agravada por los grandes créditos tomados en Washington por la compra, en régimen de land lease, de armamentos y equipos bélicos.

Es notoria la falta de un pleno respaldo occidental, como lo evidencia la negativa de los EE.UU., a entregar misiles de largo alcance o el rechazo europeo al envío de tanques de última generación. Lo que ofrece Washington, para furor del comediante, es seguir pasándole a Kíev obsoleto armamento soviético de hace casi cuatro décadas, en poder de los países de Europa Oriental.
Las dos repúblicas del Donbass, al igual que las regiones de Jersón y Zaporozhie, culminarán en un par de días su plebiscito.

Hasta ahora ya se ha registrado en todas ellas más del 50% de los votos y faltan todavía dos días de comicios. En condiciones horribles, soportando bombardeo constante de las fuerzas armadas ucranianas y actos terroristas en ciudades de esa región.
Si, como todo lo indica, el resultado arroja la aplastante preferencia de la población por unirse a Rusia, esto podría estar resuelto en los primeros días de octubre, cuando el parlamento ruso acepte la solicitud de las dos repúblicas y las dos regiones y las reincorpore al mapa nacional.

La reciente movilización parcial ordenada por el Kremlin, que implica el 1% de sus reservas y excluye a estudiantes, científicos, especialistas en tecnologías de punta y programadores, tiene como objetivo, precisamente, consolidar esa nueva pertenencia nacional en los territorios reincorporados a Rusia.
Más del 50% de los movilizados se dedicará a cuestiones administrativas en esos territorios. El resto atenderá tareas de seguridad, control policial, de reconstrucción urbana, etc. Está terminantemente prohibido enviar al frente a los conscriptos del servicio militar. Por lo demás, esta es una guerra de tecnologías e informática. No hay combates cuerpo a cuerpo. El avance de las fuerzas rusas no implica la destrucción de ciudades. Por el contrario, existe un intenso trabajo de reconstrucción de las poblaciones arrasadas por los bombardeos ucranianos.

Una vez en su nuevo status, todo ese territorio será Rusia y cualquier ataque contra él será considerado como una agresión. Ucrania no es miembro de la OTAN ni ingresó a la Unión Europea y todavía ni siquiera se ha discutido su propuesta de tratado de seguridad que Kíev presentó hace unos días ante sus patrocinantes occidentales. Por lo tanto, la OTAN no se siente obligada a participar en el conflicto bélico.

Es posible prever, en cuanto se consolide la nueva realidad geopolítica, un decidido avance ruso hacia el sur, en paralelo con la costa del Mar Negro ya que el Mar de Azov se convierte en un mar cerrado ruso. Recientes ataques en Odessa y en Nikoláiev contra estados mayores ucranianos, centros de concentración de mercenarios, arsenales y plantas de reparación de equipamiento bélico así lo anticipan.

Pese a las formales promesas de ayuda y respaldo, pese a la renovada cadena de sanciones a Rusia, Kíev comprende que ninguno de sus mandantes meterá las manos en el fuego en una aventura atómica con Moscú. Las “advertencias” que le formula la administración norteamericana al Kremlin, ante una eventual utilización del arma atómica por Rusia sirven, antes que nada, para salvar la cara.

Ni Macron, ni Scholtz ni nadie en Europa está en condiciones de acompañar semejante bravuconada. Por el contrario, el flamante resultado de las elecciones italianas no hace más que confirmar que Europa atraviesa el auge de un nacionalismo de derecha, claramente encaminado a preservar lo poco que le queda de independencia al Viejo Continente. En condición de aguda crisis alimentaria y energética, con un invierno que se cierne cada vez más amenazador y con crecientes manifestaciones de descontento, y pese a la absurda posición de la burocracia de Bruselas, lo que los líderes de las principales naciones buscan es desescalar el conflicto y volver a normalizar la situación.

Todavía no es el momento, pero la tendencia en este sentido se acentuará contrariando las sanciones y presiones sobre Hungría y Serbia, que comprenden claramente la tormenta que se les viene y tratan de mantener buenas relaciones con Moscú.
El comediante Zelenskiy se queja amargamente del abandono al que lo someten sus patrones e incluso arremete contra Israel y contra Alemania por no suministrarle más armamentos y no concederle nuevos créditos. Afirma que no negociará con Rusia y ordena a sus representantes diplomáticos a chantajear a gobiernos y particulares que no acepten sus exigencias.
Aunque los medios hegemónicos sigan tronando con el eterno castigo a Vladímir Putin y respaldando las falsedades informativas suministradas por el régimen de Kíev, la realidad objetiva marca el ocaso del régimen neonazi de Kíev y, como en 2008 en Georgia o este año en Kazajstán, el fracaso de las tentativas del neoglobalismo anglosajón por aislar la alianza ruso-china y desmembrar a Rusia.

La posible membresía argentina en el Grupo BRICS plantea algunas definiciones objetivas para nuestra política exterior. La principal es mantener una conducta de no alineación que defienda nuestros intereses nacionales. Con tal fin, es preciso que nuestro gobierno elabore, en forma profesional e idónea, los recursos de una información objetiva que aporte a la formación y sustento de nuestras soberanía política e independencia económica. Ese es el dilema insoslayable que afronta la conducción de nuestra Patria.

El punto crítico…




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