02/03/2020

Opinión

Ultimo Primer Dia: Hasta aquí, algo estuvimos haciendo mal

Escribe Juan Manuel Aragón - (Especial para El Diario 24)
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Ultimo Primer Dia: Hasta aquí, algo estuvimos haciendo mal

Algo huele mal en la educación argentina desde hace muchos años y hoy se pondrá de manifiesto. Algo no están haciendo bien los maestros, desde jardín de infantes hasta, al menos, quinto año de la secundaria. En muchas escuelas de la Argentina hoy los alumnos celebrarán el “último primer día”, emborrachándose como si fuera el último trago antes de la guillotina. Según los entendidos es el síntoma de un problema que quizás sea viejo. Pero, en las  líneas  que siguen, veamos qué hace la escuela.

La sociedad tiene en marcha una fenomenal máquina de impartir instrucciones, dar lecciones y avisar conocimientos. Para simplificar, se llama “Educación” y mal que mal, ha venido formando a los jóvenes desde  que llegaron los españoles a estas tierras. Mal que mal, porque desde todos lados la atacan: que es enciclopedista, que no sirve para nada, que los chicos dicen la verdad  y por eso los mandan a la escuela, que no enseña a pensar, que cualquiera se recibe. En fin.

La Educación argentina es un aparato que funciona con tracción a sangre y que comienza en un ministro nacional y termina en el humilde ordenanza de una escuela perdida en Urutaú o en cualquier otro lugar del país. En el medio tiene cinco escalones, de los  cuales, se supone que los tres primeros son los más importantes: jardín de infantes, primario, secundario, terciario y  universitario.

Para llegar al último curso de la secundaria, un alumno debe comenzar a  los 4 años, yendo al jardín de infantes. Ahí le enseñarán hábitos más que nada. Le dirán que hay una hora para aprender, otra para dormir, otra para jugar. Terminará conociendo los colores, cantará de memoria coplas infantiles, conocerá otros chicos. También sabrá manejar el lápiz, habrá ampliado su vocabulario y tal vez sepa qué significan las letras, es decir, su cabeza se habrá acomodado para entender que hay signos que representan pensamientos. Toda una tarea la de las fundamentales maestras jardineras.

Después pasará a la escuela primaria. Aprenderá las cuatro operaciones matemáticas básicas y algunos conceptos de geometría. Si es un alumno aplicado, al terminar será capaz de leer textos más o menos complejos, y para entenderlos sabrá lo más elemental de la geografía y la historia argentina, americana y mundial. Tendrá las herramientas como para ´cubicar´ un terreno, como decían los viejos. Algunos se enterarán, en esta etapa, de que existen los ejercicios físicos y quizás aprendan los rudimentos de deportes que no son tradicionales entre la juventud.

Y llegará a la secundaria que, para la mayoría, será la última etapa de su carrera dentro de este sistema, ya sea  porque a su término deban trabajar o porque empiecen estudios terciarios o universitarios y los abandonen. En esta etapa, se profundizará en casi todas las materias de la escuela primaria. Los alumnos sabrán quiénes son, al menos, los principales autores literarios de España, América y la Argentina. Les impartirán nociones de física y de química. Cuando terminen conocerán algo de la Constitución Nacional y sabrán al menos de qué se trata. Terminarán con la mente dispuesta a encarar nuevos estudios o dedicarse a alguna actividad productiva o del campo de los servicios.

En el camino, y para apoyar las enseñanzas que llevan de la casa, desde la maestra de la sala de cuatro años hasta la profesora de quinto año les dieron consejos útiles, alentaron a los más reticentes al estudio a que se aboquen a los libros, estimularon a los mejores a superarse, provocaron al resto a dejar la medianía.

Pero, hete aquí que cuando están por encarar la última etapa de esta fructífera parte de su vida, los alumnos que empiezan su quinto año, festejan el primer día de clases con una salvajada que desmiente, en los  hechos, la educación que se supone que asimilaron en largas y a veces tediosas horas en las aulas. La noche anterior al primer día de clases, casi como una  tradición, se juntan en alguna parte a tomar bebidas alcohólicas hasta descerebrarse. Es risible, pero las autoridades de muchas escuelas de la Argentina piden ayuda a la policía para  que no permita estas fiestas de alcohol sin freno. Anote bien, piden ayuda a la policía.

Es una muestra cabal del fracaso de toda la maquinaria de la educación, un reconocimiento, en los hechos, de que todo lo que se enseñó a los chicos desde jardín de infantes, no sirvió para  nada.

Si todo sirvió para que las únicas manifestaciones evidentes de los alumnos sean la salvajada de lo que llaman el “último primer día” y el incivil viaje de fin de curso, debería asumirse como una verdad axiomática que algo hicieron mal la familia, la escuela, la sociedad y los propios alumnos.

Es decir, cualquier ´bonus pater familias´ concluirá en que algo hay que corregir en el sistema de la  educación argentina. Pero decirlo no nos corresponde a los periodistas, que solamente intentamos ser testigos de la realidad.

El futuro, que es lo único que queda en pie en estos tiempos de solidez líquida, nos va en la tarea.

Empecemos a preocuparnos,  al menos.

©Juan Manuel Aragón

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