19/03/2020

Opinión

La intolerancia mueve el mundo, ¡viva la intolerancia!

Escribe Juan Manuel Aragón - (Especial para El Diario 24)
La intolerancia mueve el mundo, ¡viva la intolerancia! | El Diario 24 Ampliar (1 fotos)

La intolerancia mueve el mundo, ¡viva la intolerancia!

El hombre no toleraba el frío y se metió a una cueva para protegerse, luego ideó la manera de hacer fuego hasta que dominó su técnica. Un buen día no toleró el hambre, entonces ideó el arco y la flecha para cazar animales, a algunos de los cuales los hizo mansos para que le sirvieran en las tareas de la casa y le proporcionaran leche, carne, cuero y trabajo, como que el buey es el primordial aleph de los antiguos.

El hombre no toleró que su mujer fuera presa de los antojos del jefe y negoció su participación en las cacerías a cambio de tenerla exclusivamente para  él, dando nacimiento a la monogamia. Cuando comenzó a levantar grandes edificaciones tampoco toleraba llevar mucho peso, por lo que ideó la rueda. Más adelante no toleró esperar que  el agua de un río bajara para cruzarlo, inventó el puente y los barcos.

En la guerra, como no toleraba cansarse yendo al campo de batalla, domesticó el caballo.Luego no toleró enfrentar al enemigo a tiro de flecha y aprovechó la pólvora para hacer armas mortíferas que, desde el cañón y el mosquete a  los modernísimos misiles, siguen los mismos simples principios del carbón, el azufre y el nitrato de potasio, elementos fundamentales para  fabricar pólvora, chocolate por la noticia.

Cuando las relaciones comerciales se hicieron complejas, no toleró el trueque y ahí nomás inventó las sutiles e inarmónicas complejidades del dinero. Los hombres antiguos tampoco toleraban tener una vida porque sí nomás, como los animales y pensaron la filosofía. No toleraban el paganismo y se hicieron cristianos. No toleraban arruinar sus carretas en el campo e hicieron los caminos. Algunos criaban vacas, otros caballos, otros más, ovejas y como no toleraban que los unos comieran el pasto de los otros, idearon el catastro para saber hasta dónde puede comer tu vaca y retozar mi caballo.

Mucho después no toleró que su pensamiento llegara hasta la conversación con alguien a su lado y concibió el telégrafo. Luego no toleró que su voz no llegara más lejos que su grito y se le ocurrió el teléfono. Tampoco toleraba que sus hijos y sus hermanos murieran con las pestes y se las ingenió para idear las vacunas. Y así, de intolerancia en intolerancia. Llegamos a la  maravilla de internet, los teléfonos de mano, los drones, la  máquina lavavajilla, en fin.

Se lo voy a decir de manera simple y sencilla para que entienda bien adónde va esto: lo que mueve el mundo es la intolerancia. Si usted no tolera mi idea, exprese  otra mejor, pero siempre será la intolerancia el motor detrás de la vida de los hombres que  los  mueve  a superarse, a ser mejores, a aprovecharse de manera  más eficiente la naturaleza. Entonces, ¡que viva  la intolerancia!,  ¿no le parece?

©Juan Manuel Aragón         

Leer más notas de Juan Manuel Aragón



Recomienda esta nota: