01/04/2020

Opinión

Las teorías conspirativas mortifican aún más el aislamiento

Escribe Juan Manuel Aragón - (Especial para El Diario 24)
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Las teorías conspirativas mortifican aún más el aislamiento

Las teorías conspirativas sobre el coronavirus han tomado un vuelo estratosférico. A esta altura de la suaré uno ya no descarta nada. La más repetida por estos días es la de los chinos manipulando pruebas del síndrome respiratorio agudo grave, un tipo de coronavirus no conocido con anterioridad en seres humanos.

En la lógica de las almas simples siempre hay un culpable y nada sucede porque sí. Entonces los chinos son los responsables de habernos sometido a esta tortura de esperar en la casa, todos los días, que no nos pase nada. Después vendrán a ofrecer la vacuna que, obviamente tienen preparada y lista de antemano.

Acción y reacción, las cosas se mueven así desde que el mundo es mundo, dicen. Lo confirma el amigo de un grupo de Whatsapp, con un mensaje que empieza explicando que todo lo que se dice ahí está recontra confirmado por la Organización Mundial de la Salud, ¿qué más pruebas quieren de que así viene la mano?

La historia no se matiza, dicen, como si todo lo que hubo antes fuera una línea de maquinaciones de gente oscura, en este caso los chinos que, por si fuera poco, comen murciélagos. Ahí están los dos grandes culpables de esta crisis mundial. ¿Qué más quiere para convencerse? Uno más uno es dos. Aquí y por supuesto, en la China.

Si se sigue ese razonamiento no se está lejos de la justicia por mano propia, para poner en orden lo que la autoridad sabe, pero no da a conocer por sus oscuras intenciones. Es peligroso pensar de esa manera, sobre todo en tiempos en que sobre cada uno pesa la sentencia de una enfermedad que puede traer la muerte.

Es casi imposible sustraerse a tanta pesada información como la que se recibe en estos días, sobre—saturados de periodistas con el único asunto a tratar del coronavirus. Todo recuerda el encierro, desde las relaciones familiares, ya pegajosas a esta altura, hasta las aburridísimas películas y series de la televisión.

Lo único que protegemos en estos momentos es nuestro lugar en un hospital, por las dudas la enfermedad nos pegue feo, sabiendo esto quizás sea más llevadero el aislamiento. No vendría mal avisar que estamos del lado naturalista de la historia. Protegernos de mensajes conspirativos talvez sea un bálsamo para conservar la salud mental.

No mortifiquen más.

No repitan sonseras.

Fuera, aves de mal agüero.

©Juan Manuel Aragón                   

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