07/10/2020

Opinión

A seguir cuidándose, no falta tanto para el amanecer

Escribe Juan Manuel Aragón - (Especial para El Diario 24)
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A seguir cuidándose, no falta tanto para el amanecer

¿Ha visto que la hora de la noche más oscura, es cerca del amanecer? Después de unos segundos de impaciencia, pues todo sigue tan negro como antes se abre paso un levísimo azul que apenas vislumbra las cosas; las absolutas tinieblas se corren, quedan atrás y de pronto los objetos vuelven a presentarse ante la vista, a la vida. Es el nuevo día llegando en retazos de luz. Algo de eso está sucediendo en estos días, en el aire de todas partes, para quien quiera verlo, por supuesto.

Unos obreros trabajaban en el frente de un posible comercio ayer, en la céntrica calle 9 de Julio, de Santiago del Estero (la foto de esta nota lo prueba). Muchos pasaban a su lado, indiferentes, pero hubo quienes se detuvieron a mirarlos. Esos trabajadores son la prueba de que alguien tiene esperanzas la llegada del fin de la pesadilla, así volvemos a ser y actuar como antes.

La gente ya no habla en las calles como si no hubiera mañana, ni siquiera con esa desesperanza de hace unas semanas, cuando decía: “Y bueno, si me toca, me toca y chau”. Hoy muchos comienzan a planear su vida para dentro de seis meses, un año o el resto de la carrera. Es cierto, todos lo saben, las fiestas serán durísimas sin compartir la alegría del reencuentro con los parientes de lejos ni reunirse con amigos, tampoco salir como antes a andar de casa en casa o de baile en baile, brindando a diestra y siniestra, con amigos y desconocidos. Pero habrá un aire distinto flotando entre las nubes y las casas, ya van a ver.

Para seguir con los paralelismos, existe la seguridad de que, si bien estamos atravesando el centro del río, del otro lado hay una orilla. Las noticias sobre la vacuna dicen que podría estar cerca. En Europa, Estados Unidos, podrían empezar a vacunar en pocas semanas, eso acerca la posibilidad de inmunización aquí también.

Por otra parte, se deben seguir extremando los cuidados para evitar un contagio: mantener la distancia en la calle, lavarse las manos cuando se vuelve a la casa, no tocar ni besar a la gente con quien no se convive, advertir a tiempo si lo que siente es un resfrío, una gripe o la enfermedad maldita, en fin.

De todas maneras, los médicos y enfermeros, aprendieron muchísimo del coronavirus en este tiempo. Ya no es una sorpresa alguien llegando al hospital con los síntomas, sino, lamentablemente, el pan nuestro de cada día, para ellos. Nosotros, la gente común, ignorante de las cosas de la ciencia de la salud, también sabemos los cuidados a tomar,al toparnos con un amigo, cuando volvemos a casa, llegamos a una oficina o un negocio o entramos a nuestro trabajo.

Es una percepción personal, por supuesto, no basada en encuestas o sondeos de opinión, pero hay como otro aire cruzando las ciudades, pues —¿se debe repetirlo?— lo peor está sucediendo en estos días, al menos en el norte de la Argentina, donde nos toca vivir.

Muchos negocios siguen cerrados por no ser considerados esenciales, otros han trancado sus puertas quizás para siempre, la gente pasa por su frente y se lamenta con sinceridad, pensando en las familias de los trabajadores. Pero al mismo tiempo hay otra actitud en los vendedores de aquellos todavía en pie, sabedores de que con cada cliente se juegan el puesto de trabajo: son mucho más amables y atentos, ¡aleluya!, no están agresivos, si entra alguien a comprar una prenda preguntan con otro ánimo: “¿es para alguien mayor o para un joven?, ¿es clásico para vestirse o prefiere algo más moderno?”. Deberían mantener siempre ese talante cordial, pues los tiempos por venir seguirán siendo igual de duros.

A los jóvenes que todas las tardes caminan por el parque, se les nota otro rostro, han vuelto a hacer gimnasia con fuerza, la gente mayor no camina con desgano, sin importarle nada de la vida. Al parecer en los últimos tiempos, surgió de nuevo una idea antes muy común: habrá un mañana y se debe pechar para hacerlo mejor.

El tiempo va a demostrar que existe el futuro, no sólo porque el tiempo por venir es inexorable, sino también porque el ansia irrefrenable de ser mejores, seguir yendo para adelante, confiando en que finalmente la vida, se impondrá sobre la maldita pandemia.

Con el tiempo las penurias de este año serán una anécdota y nada más.

Esperen y verán.

Juan Manuel Aragón                   

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