29/01/2022

Opinión

El calor, los árabes del desierto, la pudibundez y el amor al prójimo

Por: Juan Manuel Aragón
Escribe Juan Manué Aragón - (Especial para El Diario 24)
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El calor, los árabes del desierto, la pudibundez y el amor al prójimo

Los árabes del desierto tienen una experiencia de siglos peleando contra el calor. Como son inteligentes, para protegerse del sol, se abrigan con esas características túnicas blancas. Algo similar sucede en la Argentina con los obreros: casi todos se ponen una camisa pesada sobre la ropa y pañuelo en la cabeza para trabajar en medio del calor.

Mientras está manejando el tractor, hachando, estirando alambre, arreando ovejas, el hombre de campo siente solamente el calor de su cuerpo. Luego, cuando vuelve a la casa, se saca el abrigo y queda fresquito. La experiencia le ha enseñado a defenderse del sol y por eso siempre usa gorra, sombrero, boina, algo para cubrirse la cabeza. Quizás nunca sintió hablar de los rayos ultravioleta, pero sabe que son malignos y los mantiene alejados de su cuerpo.

El hombre de ciudad se cree el más pícaro y para protegerse del calor del sol, se saca la ropa, se desviste y ofrece el cuero desnudo a los rayos de Febo. De nada le valen las advertencias de los médicos, la inminencia de un colapso del clima, el conocimiento de la reducción de la capa de ozono: en una actitud casi suicida, se ofrece para carne de cáncer de piel.

En las ciudades muchos se pasean con pantaloncitos cortos, haciendo como si anduvieran más frescos. Si se ponen una gorra o sombrero, será solamente cuando andan de turistas. Eso que saben, pues todos los días los bombardea la televisión, de las maldades que el sol es capaz de provocar en su cuerpo.

Por otra parte, una función de la ropa, además de tapar pudibundeces, es evitar al resto de la gente el olor del cuerpo de cada uno. No se duda del baño diario de muchos, pero por las dudas y por una elemental educación, siempre sería preferible que los hombres adultos, de 15 años para arriba, llevaran pantalón largo. Si no lo hacen por ellos, que sea por amor al prójimo.




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