18/11/2022

Opinión

OPINIÓN

La paz en Etiopía es un triunfo de la unidad africana

POR EDUARDO J. VIOR

El llamado Cuerno de África tiene una importancia central en la política mundial. Por el estrecho de Bab el Mandeb, entre Yemen y Yibutí, pasa buena parte del comercio que une Asia con Europa. 

Excepto la mencionada excolonia francesa, los otros tres países de la región (Somalia, Etiopía y Eritrea) han estado durante tres décadas envueltos en guerras limítrofes o civiles que han producido millones de muertes y la emigración de centenares de miles de refugiados que, pasando por Sudán y Libia, intentan llegar a Italia. 

Tanto más importante es, entonces, el acuerdo de paz que el gobierno central etíope y el Frente de Liberación del Pueblo Tigriña (TPLF, por su nombre en inglés) firmaron el pasado 2 de noviembre por mediación de la Unión Africana.

El acuerdo no sólo restableció la unidad del Estado, sino que cerró una lucrativa fuente de ingresos para los traficantes de refugiados, algunas ONG que trabajan con ellos y la Organización de las Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR, por su nombre en inglés) e implicó una fuerte derrota para la política intervencionista de Estados Unidos.

 África no sólo resuelve sus problemas rechazando la interferencia de las grandes potencias, sino que también ayuda a solucionar los de Europa.

Hace unos días, al margen de la cumbre climática de la ONU "COP27", celebrada en Sharm El-Sheikh (Egipto), y a la que asistieron unos 120 jefes de Estado y de gobierno, la presidenta del Consejo de Ministros de Italia, Giorgia Meloni, mantuvo una reunión bilateral con el primer ministro de la República Democrática Federal de Etiopía, Abiy Ahmed.

 Además del deseo de ambas partes de "reforzar las relaciones bilaterales históricas y estrechar los lazos económicos", Italia y Etiopía están unidas desde hace años por un destino común: el coloniaje peninsular hasta 1941 y la inmigración del Cuerno de África hacia el sur de Europa.

Precisamente, en un momento en el que Meloni está enfrentando a las ONG europeas que presionan para que Italia tenga un puerto seguro donde desembarcar a los inmigrantes, la capitulación del Frente de Liberación del Pueblo Tigriña representa un acontecimiento histórico que descarga a Roma de un fuerte lastre.

 Desde 2004 esta organización había construido en su provincia cuatro campos de acogida para refugiados de la vecina Eritrea, acompañándolos hasta Sudán y gestionando su flujo hacia el Mediterráneo central. De hecho, la mayoría de las víctimas de la tragedia de Lampedusa del 3 de octubre de 2013, donde se hundió un barco lleno de refugiados que provocó la muerte de 359 personas, había salido de esos mismos campos de acogida de Tigray. En la práctica, el Tplf utilizaba a los refugiados eritreos como instrumento mediático y financiero, para derrocar al gobierno archienemigo del país vecino.

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