05/09/2020

Opinión

Detrás de cada profecía apocalíptica hay una esperanza: pase y lea

Escribe Juan Manuel Aragón - (Especial para El Diario 24)
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Detrás de cada profecía apocalíptica hay una esperanza: pase y lea

Hay un mundo sin periodistas en el futuro, según auguran muchos. Los grandes diarios, cantera de formación de trabajadores de prensa para los demás medios, tienen las horas contadas, según cuentan ellos mismos en editoriales y grandes artículos de investigación. Cuando llegue ese inexorable día a los periodistas sobrevivientes los ahogarán en un mar de programas de entretenimientos, de estúpidas series de televisión, de chistes para pensamientos binarios.

Cuando ese día llegue, ¿quién frenará de los gobiernos?, ¿a quién le corresponderá la tarea de informar lo que hace y deshace el poder? Dicho de otra forma, ¿cualquier palurdo con teléfono de mano, nula información y pocas luces, marcará tendencias?

Al parecer, el mundo de aquí a unos años, se informará con los memes. La Real Academia los define como rasgo cultural o de conducta, transmitido por imitación de persona a persona o de generación en generación y en una segunda acepción sostiene: “Imagen, video o texto, por lo general distorsionado con fines caricaturescos, difundido principalmente a través de internet”.

Es decir, finalmente las caricaturas dominarán el panorama informativo, según se ha comenzado a ver en los grandes diarios del mundo, sometidos al maniqueísmo extremo de considerar malo todo lo que el diario contrario considera bueno. Y viceversa.

El mundo del meme, de la burla soez sobre la ideología ajena, no tiene matices, no hay grises en ese lugar del pensamiento. Mucho menos otros colores. Sólo el blanco y el negro en trazos gruesos. En ellos funciona algo parecido a las fotografías. Algunos se quedaban con la imagen del negativo, otros las preferían terminadas. O blanco sobre negro o negro sobre blanco y chau.

La información no se ha diversificado. Los defensores del nuevo orden, se entusiasman con la llegada del periodismo especializado. Así los agricultores tendrían su canal de información, lo mismo los abogados, los médicos, los barrenderos. Si esto fuera cierto, ya funcionaría algo de esa especialización masiva, pero no se la observa en el horizonte. Hay objeciones: de esa manera se perdería la visión de conjunto, la política se reduciría a la pelotera sectorial de intereses contrapuestos, despojada hasta de las contradicciones internas que cada línea de opinión lleva en sus entrañas, casi como una marca de fuego.

Al menos ahora, si se sabe leer entrelíneas, es posible desbrozar la ideología yacente en cada artículo para desentrañar cuál es la noticia. Es decir, según el diario de referencia, sacando los adjetivos, es posible que dos de ellos, de pensamiento antagónico, en el fondo terminen diciendo lo mismo. Dicho en lenguaje matemático: “Restando miembro a miembro desigualdades del mismo sentido con igualdades, siempre que la resta se pueda efectuar, resulta una desigualdad del mismo sentido”. O sea.

El viento de la historia podría inventar otra forma de periodismo así la gente se entera de lo que sucede en los entresijos del poder y no solamente del último tatuaje de la actriz escandalosa, la finta del futbolista, las correrías sexuales de la decadente vedete, el asesinato cometido por el lumpen desclasado, valga el pleonasmo.

Habría que ver si hay alguna mejor manera de llevar lejos la palabra escrita para narrar los entresijos del poder, la cocina de las leyes, el oscuro entramado de intereses detrás de algunas decisiones, las absurdas peleas de la oposición para ascender en los peldaños de la consideración pública. Si existe esa forma superior de comunicación más eficiente para dar a conocer las noticias, podríamos pedir a los dioses que murieron con las viejas Olivetti de las redacciones de antes, que no se haga esperar.

Digo, antes de que la lógica cada vez más estúpida de los memes nos pase por encima.

Pero, quién sabe.

Juan Manuel Aragón                   

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