Quienes viajan a Miami para inocularse cantan el himno

Miles de argentinos van a Miami a hacerse vacunar contra el coronavirus, sin esperar que les llegue el turno aquí. Vaya paradoja, muchos de ellos alentaron y difundieron todas las teorías anti vacunas, que daban vueltas en el imaginario popular.

Otros se quejan porque los impuestos son altísimos, injustos, regresivos y “si siguen así no sabemos dónde vamos a ir a parar”, dicen. Golpearon cacerolas en la crisis del 2000, no por el pésimo gobierno —que lo era— sino porque les birlaron la mosca. Si no les acorralaban el dinero iba a seguir siendo una administración de gente honorable.

Ahora dicen que huyeron por la mala gestión del gobierno en la administración de las vacunas. Pero el gobierno anterior solicitaba préstamos para pagar los sueldos, algo así como pedir plata prestada para comprar comida, y quedaron chitún boca: si algo de esa tarasca les podía llegar, para qué levantar la perdiz.

Ojalá que entre los que tomaron el avión porque “se cagaron las patas”, como confesaron, esté alguno que criticó a quienes decíamos que había que inocularse, antes de la publicación en una revista internacional de los datos de la vacuna rusa que, al final viene resultando una de las mejorcitas, ¿no?

Al volver del viaje sanitario, se llenarán la boca hablando de patria, hincharán el pecho para cantar el himno, levantarán el dedo para señalar “a los culpables de habernos llevado a la ruina”. Sin recordar que los apuntan porque no les tiraron un hueso, no los hicieron ganar una licitación, no les convidaron torta. Si no, ¿sabes qué?, andarían calladitos, como cuando vuelven de Miami poniendo más cara de estúpidos de la que sufren.

Juan Manuel Aragón                   

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