Los hijos del primer enfermero fallecido por coronavirus donaron plasma

Dos hijos de Silvio Cufré, el primer trabajador de la salud muerto por coronavirus, también contrajeron la enfermedad y tras recuperarse, donaron plasma para "salvar vidas".

Se trata de Agustín, de 22 años, y Matías, de 18, ya lograron concretar el procedimiento médico.

"Cuando estaba donando plasma, sentí que ese era mi deber y, por un momento, pensé que al llegar a casa le iba a contar lo que hicimos a mi padre... pero en verdad ya lo sabe porque él estuvo con nosotros cuando donábamos, no en cuerpo, pero si en espíritu. Donar fue una experiencia hermosa y pienso volver a hacerlo cuanto antes", expresó Matías Cufré, de 18 años, uno de los seis hijos de Silvio.

Cufré trabajaba en el Instituto Médico Brandsen de Buenos Aires y ninguna autoridad de la clínica le avisó que al menos dos de los pacientes a los que atendía en terapia intensiva tenían la enfermedad.

Estuvo expuesto al virus al tratar al abuelo y al padre del jugador de fútbol Walter Montillo e incluso le ocultaron la situación cuando uno de ellos falleció y le dijeron simplemente que había muerto de "un paro cardíaco".

Tras la muerte de su padre, los seis hijos de Cufré se enteraron de que ellos también estaban contagiados y luego de recuperarse los tres mayores, Nicolás, de 24 años; Agustín, de 22; y Matías, de 18, decidieron donar su plasma para mejorar el tratamiento de los pacientes críticos de coronavirus.

Agustín y Matías concretaron la donación en el Instituto de Hemoterapia de La Plata; mientras que Nicolás deberá esperar unas semanas para hacerlo debido a una dolencia que lo obligó a tomar antibióticos.

Doloroso relato 

Cuando Silvio Cufré murió, la familia quedó devastada de dolor y su angustia se agravó con el hostigamiento que sufrieron de parte de los vecinos del barrio de la localidad de Alejandro Korn donde viven, algunos de los cuales amenazaron con prender fuego la humilde casilla que habitan.

"Fue dura la discriminación de todos. Y tuvieron que ponernos un patrullero que viene todos los días a las 20 y se va a las 7 de la mañana", dijo con tristeza Nicolás. Su hermano Matías aseguró que no guarda rencor ni bronca hacia sus vecinos porque "las personas se equivocan" y agregó que no odia tampoco porque "el problema del odio es que siempre consume a quién lo siente".