04/03/2020

Opinión

Estamos esperando la "Zamba de las Plazas"

Escribe Juan Manuel Aragón - (Especial para El Diario 24)
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Cúpula de Belén, frente a la plaza San Martín de Santiago del Estero

Las plazas son unos espacios grandes, que en el medio o en algún costado tienen la estatua de algún prócer a caballo o de a pie, y en sus alrededores constan de a) flores, plantas, césped y b) bancos para sentarse a mirar la vida. Las plazas también suelen tener placeros, como los de la placita San Martín, la que está frente al colegio de Belén, en Santiago del Estero, siempre muy bien cuidada, tanto que es la mejor de todas la de la ciudad.

Un día normal de una plaza debe tener, necesariamente, chicos jugando, una señora paseando un perro, tres o cuatro parejas besándose, algún que otro jubilado y varias chicas lindas, pasando apuradas rumbo al profesorado.

En Europa parece que hacen plazas secas. Eso quiere decir que no tienen nada, ni árboles ni césped ni flores, porque eran plazas de armas, lugar en que se reunían los  soldados para hacer sus evoluciones. Los tontos de Santiago, como sostienen que todo lo mejor es de allá, alguna vez les quisieron copiar a los europeos. Por suerte al final no hicieron nada y dejaron las cosas como estaban. Miren si con el calor que hace en esta noble y leal ciudad estaba como para aguantar una siesta en la plaza, sin sombra a la vista, sin verde, sin la manguera del placero para pedirle que le convide un poco de agua, tan rica que es.

En Santiago hay muchas plazas, placitas y plazoletas, cada cual tendrá su preferida o alguna que le traiga mejores recuerdos que las otras porque en esta se le declaró a alguna novia, en la otra jugó a las escondidas o en la de más allá se sentó un día que no sabía para qué lado iba a agarrar su vida.

Algún folklorista de los buenos y tantos que hay en la provincia, uno de estos días, debería componer alguna canción que nombre las plazas, una por una, que haga un recorrido musical por lo mejor que tienen los santiagueños en su capital. Cosa que no se pierda el sentido mágico y antiguo de este lugar de reunión, principio y fin de los afanes de los intendentes, regocijo de las almas simples.

Ya le tengo el título para esa zamba o chacarera: “Zamba del adiós”. Ah, ¿ya hay una que se llama así? Entonces le pongamos “Plazas de la A, a la Z”, seguro que no hay.

©Juan Manuel Aragón

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