02/06/2018

Tucumán

Lo balearon tras un feroz tiroteo y denuncia inacción policial

Gustavo Ortiz vio cómo un vecino se le acercó con un revólver y le disparó a quemarropa delante de todos los vecinos que habían salido a la calle luego de escuchar una balacera por un presunto enfrentamiento por drogas. La bala rozó el intestino, fue operado de urgencia y ahora agradece estar vivo para contarlo.
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La recuperación de la operación le llevará varios meses a Ortiz.

Cada vez que Gustavo Ortiz vuelve a relatar cómo fue que recibió un balazo que le perforó el intestino mientras estaba en la vereda de su casa al sur de la capital, señala en primer lugar que nunca antes se había visto en el barrio una situación de violencia como la que les tocó vivir a sus vecinos y a él el feriado del viernes 25 de mayo pasado por la tarde.


El Barrio 17 de agosto queda a la altura de la Avenida Colón al 2200. Aunque es un sector ya alejado del centro, no podría considerárselo una zona caliente como las de otros puntos de la ciudad. Al menos hasta hace una semana.


Ortiz tiene 44 años, cursa desde hace mucho la carrera de Letras de la UNT y dedica parte del tiempo a atender la verdulería que tiene en su casa. En eso estaba alrededor de las 19 del viernes 25, cuando una clienta vecina le advirtió que se estaba armando una pelea entre al menos dos sujetos justo al frente de la vivienda del Pasaje Granaderos al 2500.


Él se apresuró a entregarle la compra y el vuelto, la mujer se retiró rápidamente y decidió cerrar el portón para mayor seguridad. Ahí fue cuando empezó lo que Ortiz describe como un furioso tiroteo en el que, según calcula, se habrían disparado entre 40 o 50 proyectiles. “Al parecer eran más de dos tipos o tenían varias pistolas o cargadores” aclara, para demostrar que no se trata de un delirio ni una exageración suya.


Subió al piso de arriba del duplex a advertirle a su sobrina de 24 años que se resguardara y no intentara salir porque las detonaciones de afuera eran de disparos, y cuando bajó y se asomó a la puerta alcanzó a ver a un auto que se iba a toda velocidad.


Pasados unos minutos desde que cesaran los tiros, salió a la vereda a ver. Todos los vecinos de la cuadra estaban afuera “como si hubiera habido un temblor”, compara, para describir una situación que todos los que vivimos en Tucumán alguna vez hemos atestiguado tras un hecho de inseguridad.


La imagen puede contener: Gustavo Ortiz, perro y exterior

Gustavo muestra el lugar en donde estaba parado cuando fue herido.


Mientras Ortiz estaba parado en la vereda de su vecino inmediato, se le acercó un muchacho joven del barrio, identificado como Eduardo Roberto, ya conocido por delinquir, le apuntó a no más de tres metros, le apuntó y le disparó a él a la altura de la cintura y luego siguió tirando. "Podría haber sido una masacre", afirma, y señala que el que le tiró “es un chorito que vive cerca de la esquina al que yo ni saludo cuando me lo cruzo”, describe. Todavía no logra encontrar alguna explicación al accionar del delincuente, que al parecería tendría algún vínculo con los Gardelitos.


Gustavo no cayó al suelo ni perdió el conocimiento en ningún momento. “Entré en mi casa, le mostré a mi sobrina que me habían herido y como no estaba mi hermano le pedí a mi vecina que estaba con el auto afuera que me llevara al hospital”.


Ingresó en el sector de Emergencias del Hospital Padilla y a eso de las 21 ya lo estaban operando. El proyectil calibre 22 que le extrajeron ingresó por la zona lumbar y le lastimó el intestino, sin llegar a afectar otros órganos vitales. La cirujana le suturó la herida y limpió toda la región afectada para evitar que la pólvora produjera microfisuras. Los médicos le explicaron que si se hubiera tratado de un arma de mayor calibre las consecuencias habrían sido mucho más serias. Ahora el mayor cuidado es la correcta sanación de la herida que le atraviesa todo el vientre. Gustavo igualmente considera que se salvó por fortuna.


Se repuso de la anestesia recién el mediodía del sábado y estuvo internado hasta el jueves por la mañana, cuando recibió el alta para volver a su casa. Ahora pasa la mayor parte del tiempo en cama y trata de sentarse, moverse y caminar de a poco como le recomendaron los profesionales. Dice que la recuperación le llevará unos cuantos meses.


La bala que le sacaron le fue entregada a la guardia policial del hospital. Según pudo averiguar de sus vecinos y parientes el 911 de la Policía tardó al menos media hora en ir hasta el barrio, en donde recogió las vainas servidas. Gustavo no sabe si el proyectil que lo hirió salió de las mismas armas que intervinieron en el tiroteo ni si alguno de los implicados resultó herido, y sospecha de un arreglo con la fuerza para dejar pasar el caso.


Un hermano suyo fue a realizar la denuncia en la Comisaría 13, pero allí le dijeron que es el herido en persona el que debe presentarse para asentarla. Recién el martes pasado, cuatro días después de los hechos, personal policial se presentó en la cuadra para realizar algunas pericias. Mientras tanto, el sospechoso sigue libre. Incluso el padre de éste llamó a la casa de la familia Ortiz y le dijo a la madre de Gustavo, una señora ya mayor, que tenía la intención de ayudar con los contratiempos que ocasionó el hecho y que todo había sido un accidente.


Gustavo espera recuperarse un poco más para realizar la denuncia e intentar que la Policía y la justicia reaccionen. (El Diario 24)


La imagen puede contener: árbol y exterior

La cuadra donde vive la familia Ortiz.




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