19/02/2020

Sucesos

CRÓNICA DE UNA GOLPIZA

A un mes del brutal crimen: así mataron los rugbiers a Fernando Báez Sosa

El martes se cumplieron 30 días del brutal asesinato del joven de 18 años a la salida de un boliche de Villa Gesell. La reconstrucción completa de una muerte que conmociona a todo el país.
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Fernando Báez Sosa.

Ya pasó un mes de la feroz golpiza que le costó la vida a Fernando Béz Sosa. Por estas horas sólo ocho de los once responsables, todos rugbiers de la localidad bonaerense de Zárate, se encuentran cumpliendo prisión preventiva a la espera de avances en la causa y eventual elevación a juicio.

¿Pero cómo fue el paso a paso de la última noche de Fernando, en la que la patota violenta lo abordó, lo golpeó sin piedad y que no permitió a amigos de la víctima defenderlo? Esta es la crónica de la golpiza fatal, reconstruida por Infobae.com:

 

Las últimas horas de Fernando antes del incidente

Fernando Báez Sosa, de 18 años, llegó a Villa Gesell el jueves 16 de enero. Su plan era permanecer unos días allí con sus amigos de la escuela secundaria y con su novia Julieta Rossi, con quien cumpliría 10 meses de relación el domingo 19.

Fernando y sus amigos formaban un grupo numeroso: entre 15 y 16 personas. Todos se hospedaron en el hostel Hola Ola, en Paseo 105 y Avenida 5. Habían alquilado hasta el jueves 23 de enero.

Cerca de las 19 del viernes 17, el grupo de amigos del Colegio Marianista decidió que por la madrugada irían a bailar al boliche Le Brique.

Cenaron en el hotel y luego se dividieron. Fernando quedó junto a seis amigos, cuyas iniciales son L.F., L.B., S.C., J.G., F.T. y J.B.

A partir de las 23, el grupo inició la “previa” en el hostel. Aproximadamente a la 1:30 de la madrugada del sábado 18 de enero partieron hacia el boliche.

Llegaron al lugar cerca de la 1:40. El grupo de 7 amigos había conseguido dos promociones de “pagan 2, entran 3”. Además, un relacionista público del local bailable les dio pases para el sector VIP.

Media hora después, el segundo grupo de amigos de Fernando, integrado por los jóvenes T.D., F.C., G.M., L.B., J.P., I.B. y F.L. ingresó al boliche pagando 700 pesos por cada entrada con consumición.

La novia de Fernando, Julieta Rossi, también había llegado al lugar con un grupo de amigas. En pocos minutos, todos se reunirían dentro.

El grupo de amigos recordó luego que, al llegar, el boliche todavía estaba semivacío. Eso cambiaría drásticamente en el lapso de una hora y media. A las 3:00, el lugar estaba abarrotado.

La noche transcurrió con normalidad para el grupo de amigos del Colegio Marianista, al menos hasta las 3:30, cuando padecerían el primer encontronazo con otro grupo de jóvenes.

 

El paso a paso del crimen

 

1. El incidente dentro del boliche Le Brique

F.C. bajó a la pista principal para ver un recital de Neo Pistea, que actuó allí esa noche. Al principio estaba solo, hasta que en el transcurso del show se cruzó con Fernando, que estaba acompañado por T.D. y J.P.

“Caminar ya era imposible. Había que empujar para pasar y la gente te miraba mal”, declaró ante la fiscal Verónica Zamboni el amigo de Fernando F.C.

“En una de las últimas canciones hay que hacer ‘pogo’. Empezamos a hacerlo y por accidente Fernando chocó con otro muchacho. Este, que era más alto que Fer, que vestía una remera o camisa blanca, se le quedó parado como incitando a Fernando a pelear. Fernando le levantaba el dedo como que no había pasado nada y este chico seguía parado ahí. T.D. intervino para separar la situación”, completó el amigo de Fernando, que luego regresaría al VIP con el resto del grupo y perdería de vista a los tres compañeros con los que vio el show.

Fernando, T.D y J.P. siguieron en la pista principal para luego moverse hacia la barra.

Allí se sumó el amigo J.G., quien sería el protagonista de la chispa con la que se empezaría a escribir la trama del asesinato.

“Cuando íbamos caminando, era muy difícil por la gente que había. Se ve que sin querer empujé a alguien. No fue un empujón. En realidad, fue un choque por la cantidad de gente que había. Ahí escucho que salta un chico diciéndome que deje de empujar, de mala manera. Y siento que me pegan con un brazo por detrás”, declaró J.G.

T.D., otro amigo del grupo, vio la agresión a su compañero e intentó frenar los golpes.

“En un momento veo a dos chicos que estaban alterados, molestos y que nos incitaban a pelear. Los intento calmar y ahí es cuando recibo golpes de puño, piñas. Me trato de defender y hablo con uno de los agresores. Le digo ‘no nos sirve pelearnos, nos van a echar a los dos’, a lo que este sujeto me dijo: ‘El problema no es con vos, es con tu amigo, me voy a quedar a esperarlo’”, declaró T.D. ante la fiscalía.

T.D. nunca pudo comprobar si ese “amigo” al que aludía el agresor era Fernando, J.P. o J.G. Lo cierto es que al cabo de unos pocos minutos y en una secuencia extraña en la que hubo forcejeos y volaron algunos golpes, Fernando Báez Sosa fue expulsado del boliche por los empleados de seguridad. Lo mismo sucedió con el grupo con el que se había generado el conflicto.

Al ver que Fernando era expulsado del boliche, seis o siete de sus amigos decidieron acompañarlo. De acuerdo a sus testimonios, la mayoría consideró que el problema había terminado. Creían que había sido un encontronazo fortuito en el que volaron algunos golpes, empujones y poco más.

 

2. El ataque a Fernando

A las 4:40 del 18 de enero, las cámaras de seguridad de una de las cocinas de boliche Le Brique captaron cómo empleados de seguridad expulsaban a la fuerza al grupo de los 10 rugbiers. El que más oponía resistencia y se mostraba más alterado era Máximo Thomsen, de bermudas y camisa de manga corta oscura. Hizo falta el concurso de dos “patovicas” para controlar los intentos de Thomsen por zafarse.

Mientras Fernando Báez y su grupo de amigos charlaban en círculo sobre la vereda de enfrente del boliche, el celular de Pertossi filmaba el inicio de la golpiza: entre siete u ocho rugbiers se acercaron al grupo del Colegio Marianista y, sin avisar y desde atrás, uno de ellos –Ciro Pertossi, primo de Lucas– le asesta una trompada a Fernando, que lo hace caer de inmediato al suelo.

Eran las 4:44 de la mañana del sábado 18 de enero y el grupo de rugbiers iniciaba la brutal golpiza en la que terminarían asesinando al joven de 18 años.

Los amigos de Fernando y los testigos circunstanciales del hecho son prácticamente unánimes en afirmar que el ataque de los rugbiers se enfocó casi de manera exclusiva en Fernando Báez Sosa. Se encarnizaron con él.

Los amigos de Fernando Báez declararon de manera unánime que no pudieron ayudar en ningún momento a la víctima, ya que cada vez que se querían acercar, recibían un golpe o un empujón violento por parte de alguno de los rugbiers. No los dejaban acercarse, impidiendo cualquier ayuda a Fernando.

La testigo Tatiana C. estaba en la puerta del boliche Le Brique al momento del ataque. Asegura que cuando Fernando ya estaba desmayado e inconsciente, los golpes no cesaban. “Era como que le estaban pegando a una bolsa de papas”, declaró.

T.D. es el amigo de Fernando que quedó en el suelo al intentar defenderlo y que también recibió una paliza por parte de al menos tres rugbiers durante el hecho. Una vez que pudo escapar de la golpiza, reconoció a Matías Benicelli, el rugbier caracterizado por el rodete, que gritaba: “¡A ver si volvés a pegar, negro de mierda!”.

El salvaje ataque duró apenas dos minutos. Luego, los rugbiers abandonaron el lugar con relativa tranquilidad y en actitud todavía desafiante. El testigo Tomás B. declaró: “Ahí vuelvo a escuchar al que definí como líder, de camisa negra, que gritaba y seguía arengando para que vayan a pelearse, no le gritaba a Fernando, sino a todos. Decía: ‘Dale, cagones, vengan’”.

 

 

3. Rugbiers en Ciprianny

Eran las 4:46 de la madrugada, cuando una de las cámaras de seguridad del Municipio tomó un plano de la entrada del restaurante Ciprianny, ubicado a sólo 25 metros del escenario del homicidio, sobre la misma vereda. Se ve a los rugbiers reunirse inmediatamente después del ataque. Y a Matías Benicelli abrazando a uno de sus amigos. Se ignora el sentido de ese abrazo. Segundos después, la banda sigue su camino hacia el norte y sale del plano. Poco después, se dividen.

Mientras tanto, los segundos posteriores a la golpiza, en la vereda de enfrente de Le Brique fueron estremecedores.

Fernando yacía en el suelo, sin reaccionar. Los amigos intentaban acercarse y reponerse de los golpes que también habían recibido, mientras uno que otro cruzaba la calle para recriminar a los patovicas del boliche por no haber intervenido para frenar el ataque.

El hermano de la empleada del kiosco y una testigo de 17 años se acercaron a Fernando y notaron que el joven de 18 años no respiraba. A la espera de la ambulancia, comenzaron a hacerle trabajos de RCP. Esa imagen fue un detonante para la crisis completa del grupo de amigos.

Según varios testigos, los amigos de Fernando estaban en shock. No hablaban entre sí y lloraban sin parar. Estaban dispersos.

Una fuente autorizada contó a Infobae que uno de los amigos de Fernando llamó a su papá a las 5 de la mañana, en pleno llanto: “A Fer le están haciendo reanimación cardiopulmonar. Es que le pegaron mucho”.

 

4. Rugbiers en supermercado

Eran las 4:48 de la madrugada cuando un patrullero policial con tres efectivos de Infantería empezó a recorrer la zona aledaña a Le Brique buscando a los agresores. Se cree que el grupo de rugbiers supo que las fuerzas de seguridad estaban a la búsqueda de los responsables y decidió dividirse.

Por un lado, Thomsen, Alejo Milanesi, Blas Cinelli y Ayrton Viollaz aceleraron el paso y escaparon hacia el chalet que alquilaba el grupo, ubicado justo en la entrada al bosque, en la calle Alameda 203.

La testigo A.R., empleada de un hotel de la avenida 3, declaró haber visto a un joven de cabellera rubia y camisa oscura desabrochada pasar corriendo por delante del lugar y meterse en la zona de casas frente al hotel. Dijo que el joven iba corriendo y detrás de él caminaba un grupo de amigos, más de 8 personas. Cuatro o cinco de ellos se quedaron en la puerta del supermercado Marina. Las cámaras de seguridad del establecimiento revelarían que eran Luciano y Ciro Pertossi, Matías Benicelli, Enzo Comelli y Juan Pedro Guarino.

El testigo W.T., empleado de la hostería lindera a la casa alquilada, avaló estos dichos: él también vio a dos jóvenes meterse a las apuradas en el chalet. El hombre dijo que dos chicos ingresaron corriendo a la casa sin siquiera abrir el portón del predio; lo saltaron por arriba. Eso le llamó la atención porque tenían llaves. “Estos locos se mandaron una cagada”, pensó en ese momento.

A las 4:49, el grupo de rugbiers apostados en la puerta del supermercado fue interrogado por tres efectivos de Infantería. Aseguraron no tener nada que ver con la golpiza en la puerta del boliche. Los policías no lo percibieron en el momento, pero las cámaras del supermercado mostraron que al ser abordados por la policía, la mayoría de los rugbiers escondieron las manos en los bolsillos. Se ve incluso cómo Ciro Pertossi se chupa los dedos para limpiarlos.

Cuando se va el patrullero, empieza la actividad en el grupo de Whatsapp “Los delboca3”, del que formaban parte al menos nueve de los diez rugbiers del chalet (Ayrton Viollaz es el único que no lo integra).

 

5. Horas posteriores y pacto de silencio

La idea de los rugbiers era volver a reunirse. “¿Dónde están?”, preguntó Máximo Thomsen a las 04:53. Ciro Pertossi le respondió con la ubicación: el supermercado Marina.

“¿Los llevó el GAD?”, preguntó Thomsen, en referencia al Grupo de Apoyo Departamental de Villa Gesell. Sólo responde Lucas Pertossi, que había salido de la casa para buscar a su primo Ciro y al resto de amigos. Mientras los buscaba, se topó de lejos con el drama en la puerta del boliche.

Fue entonces cuando Lucas Pertossi grabó un audio estremecedor: “Estoy acá cerca de donde está el pibe y están todos ahí a los gritos, está la policía, llamaron a la ambulancia... caducó”. Para la fiscal, esa última palabra, “caducó”, indica que el grupo completo de rugbiers sabía que Fernando había muerto. La defensa intentará demostrar que ese término era figurativo, dentro de la intimidad de un chat grupal entre amigos.

Luego, la posta es tomada por Alejo Milanesi, a quien ningún testigo pudo reconocer entre los agresores. Intentó reunir a todo el grupo con mensajes escritos a las 4:56: “¿Dónde estamos todos? Machu, Ayrton y yo en la casa. ¿Los demás? Repórtense”.

La respuesta de Ciro Pertossi llegó al minuto: “Ahí estamos yendo. Ahora vamos para la casa, estamos acá a la vuelta… ahora vamos”.

En las últimas horas apareció una nueva imagen que permitió a la fiscalía corroborar que a las 5:10, el grueso del grupo de los rugbiers se encontraba dentro del chalet. Una foto tomada por Blas Cinalli a las 5:11 de la mañana lo mostró a él mismo, a Ayrton Viollaz, Lucas Pertossi, Juan Pedro Guarino, Luciano Pertossi y Máximo Thomsen posando con sonrisas en sus rostros. En la foto también apareció un presunto undécimo integrante del grupo, que hasta el momento no fue identificado.

El restaurante de comidas rápidas McDonald’s, ubicado en la avenida 3, entre paseos 104 y 105, a tres cuadras de Le Brique, aportó 15 archivos de video a la Justicia que contienen un registro entre las 5:10 y las 6 de la mañana. En ellos se ve al menos a cuatro rugbiers comiendo en el local.

Primero aparece Lucas Pertossi (con la ropa cambiada), junto a Alejo Milanesi y Blas Cinelli. A los pocos minutos, aparece en escena Máximo Thomsen, también con atuendo cambiado.

La fiscalía investiga si el cambio de ropa y la ida al local de comida rápida fue una estrategia para obtener una coartada ante una eventual acusación. Thomsen vestía en el McDonald’s la misma remera que en la foto tomada antes por Blas Cinalli.

Thomsen y Pertossi ríen y bromean distendidos. Una actitud llamativa en quienes una hora y media antes habían golpeado con puños y patadas a otro joven hasta matarlo. A las 5:48 de la mañana, los dos amigos enviaron dos imágenes desde el McDonald’s al grupo de Whatsapp. Thomsen agregó la frase “The Police” en un mensaje de texto.

Hacia las 06:06, parte del grupo pareció empezar a tomar conciencia de la gravedad de lo ocurrido. Por eso, Matías Benicelli empezó a retar a los que aparentemente habían comentado el ataque con otros amigos de Zárate.

"Eu, amigo, dejen de Lorear", publicó Benicelli.

“¿Qué están preguntando los otros pibes si nos peleamos?”, agregó.

Fue entonces cuando Ciro Pertossi grabó un audio que para la fiscal Zamboni fue la prueba clara del inicio del armado de un pacto de silencio entre los diez rugbiers: “Chicos, no se cuenta nada de esto a nadie”.

Benicelli, resignado, respondió en el grupo: "Ya contaron, porque Santino preguntó qué onda que nos peleamos. Son re loros, amigo, dejen de flashear".

Se estima que en los minutos siguientes, los cuatro rugbiers que habían ido al McDonald’s regresaron al chalet y se fueron a dormir.

 

6. Detención de rugbiers en el chalet

A las 10:38 de la mañana, un numeroso grupo de efectivos policiales llegó al chalet de Alameda 203, justo a la entrada de la reserva “Carlos Idaho Gesell”, para proceder a las detenciones de los 10 inquilinos. Esa circunstancia también quedó reflejada en el chat grupal de los rugbiers.

 

Ciro Pertossi: “Policía afuera”.

 

Ciro Pertossi: “Euuuu”.

 

Blas Cinalli: “Si, mal”.

 

Blas Cinalli: “Está la poli”.

 

Ciro Pertossi: “Salgamos”.

 

La policía había encontrado el domicilio ubicado entre la calle Alameda 203 y el ingreso a la reserva “Carlos Idaho Gesell”, de acuerdo a los testimonios de los empleados del hotel y la hostería. Una vez que los efectivos tocaron la puerta, fue Benicelli quien les abrió.

Las fuerzas de seguridad ya habían tenido acceso a parte del material de las cámaras de seguridad de la ciudad, por lo que reconocieron al rugbier de inmediato por su rodete en el pelo.

Los médicos del Hospital de Villa Gesell constataron la muerte de Fernando Báez Sosa poco después de que el joven llegara inconsciente en la ambulancia. La autopsia corroboraría que el joven de 18 años perdió la vida a causa de un paro cardíaco, producto de un shock neurogénico generado por un traumatismo muy grave de cráneo. Durante el análisis, se comprobó que el rostro de Fernando tenía marcas de la suela de una zapatilla. Según se aseguró en el expediente, las características de la marca coincidirían con el dibujo de las zapatillas de Máximo Thomsen.





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