Todos están equivocados menos yo

1. Hablan de gobierno “de turno”, como si en alguna parte dieran números para esperar el nombramiento. Suponen que denigran a quienes ocupan cargos porque les dicen “de turno”. ¿Creerán que eso basta para descalificar a alguien? Perdone, pero lo dudo.

2. Otros dicen: “Respeto su pensamiento, pero no opino igual”. Respetar es venerar, reverenciar, acatar. Lo que quieren decir es: “Lo respeto a usted, pero no a su pensamiento”. Pensar distinto es esencial al hombre. Queda mejor: “A usted toda mi admiración, don, pero quisiera matar sus ideas con las mías, pues yo tengo razón”.

3. No faltan los que, para cerrar la discusión, largan: “Todos los políticos son iguales”, dicho cuando los amigos es hacen ver que, a quienes tenían en gran estima, no son tan buenos. Y no, amigo, no son iguales. Hay simpáticos y antipáticos, mentirosos y verídicos, buenos y malos, como en todas las profesiones, trabajos, oficios, ocupaciones.

4. “La política es sucia”, es otra frase con las que pretenden trancar discusiones. Es igual de sucia que la ingeniería, el periodismo, la medicina, la peluquería. Hay gente buena, más o menos y mala. Si quiere condenar a todos, quién es uno para evitarlo. Pero si fuera tan sucia nadie querría ser político, a menos que le guste la mugre.

5. Muchos sostienen que el ejemplo debe venir de arriba. ¿Sabe qué?, no creo. El ejemplo empieza en la casa, la escuela, el barrio, abajo, es decir. Si uno es mala persona, no tiene por qué cambiar cuando lo eligen concejal. Si no tuvo una buena crianza, cuando sea director de una repartición no tendrá parámetros ejemplares a seguir. Proponer que se vuelva bueno porque asumió como jefe de una oficina, es como creer que alguien será chistoso porque se viste de payaso.

Salvo mejor opinión, obviamente.

Juan Manuel Aragón

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