28/08/2020

Opinión

Los puntuales lapachos vuelven a anticipar la primavera

Escribe Juan Manuel Aragón - (Especial para El Diario 24)
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Los puntuales lapachos vuelven a anticipar la primavera

Volvieron a florecer los lapachos, pasando por encima del año de la pandemia. La colita restante de agosto. Y cuando llegue setiembre, las calles de la ciudad serán un poco menos tristes, pues luego, también los tarcos activarán su protocolo para azularse y redundar, si cabe, el cielo en el mismo el cielo de la ciudad.

Las lilas flores del lapacho, anticipo de la primavera, han vuelto esta vez, tan puntuales como siempre, a mostrar que nada está perdido mientras hay vida, en una sucesión inacabable por el momento y hasta el día de la Parusía. El tenue perfume de sus flores, es otra prueba la existencia de Dios, justo cuando los hombres del mundo se concentran nada más que en seguir respirando, pequeño gran detalle de estos tiempos.

Cualquiera lo sabe: el cielo de Santiago del Estero es distinto al de otros pagos, dicho sin soberbia ni vana jactancia. Es un hecho que uno de estos días podría tener su explicación científica, así como el verde Santa Fe es más verde allí que cualquier otra parte de la Argentina y las construcciones de la capital de los salteños le guiñan un ojo a los turistas, sin ser empalagosas, sin desentonar con el aire general de esa bella provincia.

Los lapachos del centro de la ciudad eran de todos los santiagueños y no solamente de los dueños de las veredas: hoy son advertidos por los pocos que circulan por sus calles, con peatones ausentes, ningún colectivo a la vista y los chicos en sus casas, haciendo del aburrimiento una forma de pasar el tiempo y aprobar el curso, extrañando la escuela, las clases, los compañeros y quizás hasta la maestra que no llegaron a conocer bien, cuando se tuvieron que despedir sin darse ni un chau.

No hay muchas palabras para pronunciar, acerca de la bella flor del lapacho, salvo que su presencia viene a confirmar, con puntualidad vegetal, que el ciclo de la vida, esa inviolable capacidad de reproducirse, sigue estando presente en la naturaleza; lo sabe el aire de Santiago que por estos días anda de fiesta, lo intuye el pensamiento de quienes aguardan con esperanzas el fin de la pesadilla, lo vislumbra el corazón encaprichado en la creencia de que todo va a mejorar.

Haga caso, quédese en casa y el año que viene vendrá el desquite para disfrutar de los lapachos.

Es cuestión de cuidarse, la peste circula por las calles.

Juan Manuel Aragón                   

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