09/06/2017

Opinión

Recitales

Toca Divididos y ya sabemos exactamente lo que va a pasar

Vuelve a Tucumán la banda que quiere romper la matriz de la genialidad haciendo más de lo mismo.

Vuelve Divididos a Tucumán, vuelve a tocar acá la mejor banda de rock de la Argentina, y aunque consideraba que tenía una “obligación profesional” de ir después del lío que armó la nota que escribí sobre el último recital (Una crónica de mierda… ), esta vez me voy a quedar en mi casa o voy a ir a otro lado.

“Tenés que ir, escribí que están muy caras las entradas” es lo que más me dijeron desde que se pusieron a la venta las anticipadas a 500 pesos. Mucha plata, aunque así cuestan casi todos los espectáculos, para el contexto actual en el que uno ya empieza a hacer cálculos de cuánto cocinaría en la semana con eso. Además, es curiosa la decisión de los organizadores de no acreditar a los medios de prensa, como si confiaran en una autodifusión mágica del evento, acá en el diario hace rato que nos cerraron esa puerta pero me llamó la atención al preguntar en un medio históricamente ligado al rock, como la Rock & Pop, y enterarme que tampoco van a ir. Los que sí van a ir, y tiene hasta para sortear entradas, son los de ese programa de la mañana, el que marca agenda, el de los que llegaron antes que los segundos, donde si ponen algo de música es con suerte algún “tema del recuerdo”, y si les preguntás por los integrantes de Divididos de seguro entre los seis y siete periodistas que son, se acordarán nomás de Mollo, el esposo de Natalia Oreiro y papá de Merlín.

Me acuerdo de que el primer recital que vi fue de Divididos, me salió seis pesos que en aquel entonces me costó mucho juntar, aunque no tanto como conseguir el permiso de mi viejo (tenía 12 años). Todo aumentó desde entonces -los salarios también, seamos buenos- y algunas cosas mucho más que lo que aumentaron las entradas, de todas formas fuimos y cubrimos varios de los recitales que se hicieron ahí como La Renga, Las Pelotas y Divididos, siempre pagando porque “C.C. tiene como política no dar acreditaciones” y como una forma además de devolver un poco de todo lo que nos dan los músicos, a veces sin saberlo, a través de internet como antes por medio de un cassette que nos pasaba algún amigo.

Y como fuimos a los últimos recitales de Divididos es que sabemos cómo será el del sábado (sí, paso de la primera persona a la tercera y no me importa, esto también es rock). En los últimos 10 años, prácticamente desde la llegada de Catriel Ciavarella a la banda, Divididos se ha dedicado a la búsqueda del show perfecto más que a crear material nuevo, es un proceso artístico importante también, entonces cada recital que vemos es igual al anterior aunque un poco mejor

A Divididos parece haberles agarrado ese mismo síndrome que a George Lucas (Star Wars), James Cameron (Avatar) o Peter Jackson (El Señor de los Anillos), directores que tomaron su grandes obras para mejorarlas hasta el detalle, agregarle escenas nuevas, y pulir hasta el cansancio para que las volvamos a ver una y otra vez sorprendiéndonos siempre, aunque las sepamos de memoria y no vayamos a encontrar nada nuevo. Esto produce por un lado un cierto hastío, aunque también una intriga sobre qué traerán de nuevo (como el sombrero de la Stacy Malibú).

Aunque hay cosas que sabemos que pasarán de las que no nos podemos cansar, como los temas de Sumo, los de Pappo, las zapadas antológicas, los solos de Arnedo, los pedacitos de temas de Zeppelin o Pescado Rabioso que mete Mollo casi disimulando como un chico que hace una travesura.

También sabemos que Mollo no es de hablar mucho, dirá varias veces “gracias” y tirará algunas líneas sobre algún tema comprometido de actualidad, como el Ni Una Menos, quizás sobre la lucha docente, tal vez alguna consigna ecologista. Sabemos que va a ser un mar de celulares sobre las cabezas cuando promediando el recital se sienten y toquen Spaghetti del Rock o Par Mil.

Sabemos que va a hacer mucho frío -algunos pronostican nieve (?)-, sabemos que se va a escuchar horrible porque ahí siempre el sonido es malo, salvo cuando vienen Ricky Martin o Romeo Santos, y no se va a poder apreciar como se debe a una banda que toca tan limpio y preciso, porque a pesar de lo que están cobrando no van a buscar un sonido acorde. Sabemos que va a arrancar puntual y que muchos van a entrar con el show empezado diciendo “esto con el Mollo gordo no pasaba”.

Sabemos que la cultura recitalera ha cambiado mucho de un tiempo a esta parte, principalmente desde la tragedia de Cromañón, esa boludez de cohetes y banderas casi no existe, a la vez que el “público rockero” tampoco es el mismo, ahora están grandes y llevan a sus hijos, otros van pensando en seguirla después en el boliche entonces desentonan un poco con la vestimenta -hace poco una amiga ex rolinga me confesó que ya no sabe qué ponerse para los recitales-, claro que tampoco faltará un gordo metalero empujando para llegar adelante, el que se emociona, o el que va y no tiene idea de lo que pasa aunque comparte todo en Facebook.

En fin, sabemos lo que va a pasar, sabemos que Mollo, Arnedo y Catriel la van a romper, aunque en más de un momento se va a producir una sensación de deja vu, y sabemos también que de seguro van a volver y el show del año que viene va a ser mejor que este. ©eldiario24.com








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