07/04/2020

Culturas

Encantado, mi nombre es Dante Huerta

Escribe Juan Manuel Aragón - (Especial para El Diario 24)
Encantado, mi nombre es Dante Huerta | El Diario 24 Ampliar (1 fotos)

Encantado, mi nombre es Dante Huerta


El hombre, un alfeñique de 58 kilos, entra a la sala de espera del médico. Después de hablar con la secretaria un instante, se sienta en la vacía sala de espera. Un momento después llega un tipo inmensoy musculoso. Entrega la orden de atención y se sienta frente al otro. De repente la secretaria avisa que se tiene que retirar un rato y se va. Quedan solos.

Como para iniciar una conversación, el hombre pequeñito se presenta: “Hola, tengo 40 años, mido un metro 55, peso 58 kilos, nunca hice gimnasia, como solamente lechuga, tomate y unos pocos vegetales más, soy vendedor de seguros. Encantado de conocerlo señor, Alberto Gómez”.

El otro, para no quedarse atrás, también se presenta: “Yo tengo 35 años, mido dos metros 10, peso 90 kilos, mis bíceps tienen una circunferencia de 30 centímetros, corro 100 metros en 11 segundos, soy preparador físico de mercenarios árabes. Encantado de conocerlo, Dante Huerta”.

Acaba de decirlo y el otro se desmaya. Justo vuelve la secretaria, lo llaman al médico y entre los tres reviven al vendedor de seguros. El tipo tenía los ojos abiertos como dos de oro y estaba más asustado que chancho en paracaídas.

“¿Qué le sucedió amigo?”, le preguntan. El tipo, aterrado, lo mira al grandote: “¡Es lo que me dijo él, lo que me dijo él!”, repite. El médico le pregunta: “¿Usted que le ha dicho?”. “Nada, me presenté nomás”. “¡No, no!”, sigue el alfeñique, “¡él me dijo algo terrible!”. El otro hace memoria. “Bueno, le dije que tengo 35 años”. “¡No, no, eso no!”. “Además le conté que mido dos metros 10”.

El alfeñique sigue atemorizado: “¡Otra cosa!”. “Bueno, recordé que peso90 kilos, que mis bíceps tienen una circunferencia de 30 centímetros, que hago 100 metros en 11 segundo s y que soy preparador físico de mercenarios árabes”.

Pero el petiso sigue, casi a los gritos, despavorido: “¡Algo más me dijo!”. Entonces el grandote se acuerda: “Le dije mi nombre: Dante Huerta”. El vendedor de seguros, suspira: “¡Uuufff…., qué alivio!”. “¿Por qué?”. “Porque usted se llama Dante Huerta”. “Ahá ¿y?”.

“Yo había oído ´date vuelta´”.

Encantado, mi nombre es Dante Huerta


(Especial para El Diario 24)

El hombre, un alfeñique de 58 kilos, entra a la sala de espera del médico. Después de hablar con la secretaria un instante, se sienta en la vacía sala de espera. Un momento después llega un tipo inmensoy musculoso. Entrega la orden de atención y se sienta frente al otro. De repente la  secretaria avisa que se tiene que retirar un rato y se va. Quedan solos.

Como para iniciar una conversación, el hombre pequeñito se presenta: “Hola, tengo 40 años, mido un metro 55, peso 58 kilos, nunca hice gimnasia, como solamente lechuga, tomate y unos pocos vegetales más, soy vendedor de seguros. Encantado de conocerlo señor, Alberto Gómez”.

El otro, para no quedarse atrás, también se presenta: “Yo tengo 35 años, mido dos metros 10, peso 90 kilos, mis bíceps tienen una circunferencia de 30 centímetros, corro 100 metros en 11 segundos, soy preparador físico de mercenarios árabes. Encantado de conocerlo, Dante Huerta”.

Acaba de decirlo y el otro se desmaya. Justo vuelve la secretaria, lo llaman al médico y entre los tres reviven al vendedor de seguros. El tipo tenía los ojos abiertos como dos de oro y estaba más asustado que chancho en paracaídas.

“¿Qué le sucedió amigo?”, le preguntan. El tipo, aterrado, lo mira al grandote: “¡Es lo que me dijo  él, lo que me dijo él!”, repite. El médico  le pregunta: “¿Usted  que le ha dicho?”. “Nada, me presenté nomás”. “¡No, no!”, sigue el alfeñique, “¡él me dijo algo terrible!”. El otro hace memoria. “Bueno, le dije que tengo 35 años”. “¡No, no, eso no!”. “Además le conté que mido dos metros 10”.

El alfeñique sigue atemorizado: “¡Otra cosa!”. “Bueno, recordé que peso90 kilos, que mis bíceps tienen una circunferencia de 30 centímetros, que hago 100 metros en 11 segundo s y que soy preparador físico de mercenarios árabes”.

Pero el petiso sigue, casi a los gritos, despavorido: “¡Algo más me dijo!”. Entonces  el grandote se acuerda: “Le dije mi nombre: Dante Huerta”. El vendedor de seguros, suspira: “¡Uuufff…., qué alivio!”. “¿Por qué?”.  “Porque usted  se  llama Dante Huerta”.  “Ahá ¿y?”.

“Yo había oído ´date vuelta´”. 

Encantado, mi nombre es Dante Huerta


(Especial para El Diario 24)

El hombre, un alfeñique de 58 kilos, entra a la sala de espera del médico. Después de hablar con la secretaria un instante, se sienta en la vacía sala de espera. Un momento después llega un tipo inmensoy musculoso. Entrega la orden de atención y se sienta frente al otro. De repente la  secretaria avisa que se tiene que retirar un rato y se va. Quedan solos.

Como para iniciar una conversación, el hombre pequeñito se presenta: “Hola, tengo 40 años, mido un metro 55, peso 58 kilos, nunca hice gimnasia, como solamente lechuga, tomate y unos pocos vegetales más, soy vendedor de seguros. Encantado de conocerlo señor, Alberto Gómez”.

El otro, para no quedarse atrás, también se presenta: “Yo tengo 35 años, mido dos metros 10, peso 90 kilos, mis bíceps tienen una circunferencia de 30 centímetros, corro 100 metros en 11 segundos, soy preparador físico de mercenarios árabes. Encantado de conocerlo, Dante Huerta”.

Acaba de decirlo y el otro se desmaya. Justo vuelve la secretaria, lo llaman al médico y entre los tres reviven al vendedor de seguros. El tipo tenía los ojos abiertos como dos de oro y estaba más asustado que chancho en paracaídas.

“¿Qué le sucedió amigo?”, le preguntan. El tipo, aterrado, lo mira al grandote: “¡Es lo que me dijo  él, lo que me dijo él!”, repite. El médico  le pregunta: “¿Usted  que le ha dicho?”. “Nada, me presenté nomás”. “¡No, no!”, sigue el alfeñique, “¡él me dijo algo terrible!”. El otro hace memoria. “Bueno, le dije que tengo 35 años”. “¡No, no, eso no!”. “Además le conté que mido dos metros 10”.

El alfeñique sigue atemorizado: “¡Otra cosa!”. “Bueno, recordé que peso90 kilos, que mis bíceps tienen una circunferencia de 30 centímetros, que hago 100 metros en 11 segundo s y que soy preparador físico de mercenarios árabes”.

Pero el petiso sigue, casi a los gritos, despavorido: “¡Algo más me dijo!”. Entonces  el grandote se acuerda: “Le dije mi nombre: Dante Huerta”. El vendedor de seguros, suspira: “¡Uuufff…., qué alivio!”. “¿Por qué?”.  “Porque usted  se  llama Dante Huerta”.  “Ahá ¿y?”.

“Yo había oído ´date vuelta´”. 

©Juan Manuel Aragón                   

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